Caracas al vuelo
De visita en Caracas, parece que "el socialismo del siglo XXI" tiene ahora menos posibilidades de materializarse que hace algunos a?os
Hice una visita rel¨¢mpago a Caracas para ver el montaje teatral que ha hecho H¨¦ctor Manrique de una obra m¨ªa, Al pie del T¨¢mesis -magn¨ªfico, por cierto-, y, pese a lo breve de mi estancia, por lo que vi, o¨ª, le¨ª y convers¨¦ con los amigos en esas pocas horas, sal¨ª de Venezuela convencido de que el proyecto autoritario que el comandante Ch¨¢vez ha puesto en marcha con las etiquetas de "la revoluci¨®n bolivariana" y "el socialismo del siglo XXI" tiene ahora menos posibilidades de materializarse que hace algunos a?os. Y que el tiempo y el esp¨ªritu de resistencia del pueblo venezolano va socavando poco a poco el riesgo de que la patria de Bol¨ªvar se convierta en una segunda Cuba.
?De qu¨¦ viene mi optimismo? De la libertad con que los venezolanos de toda condici¨®n critican en calles, plazas, caf¨¦s y donde sea al Gobierno sin dejarse intimidar por las represalias que ¨¦ste toma contra los opositores -y que abarcan todo un abanico de atropellos, desde despedidas intempestivas de puestos p¨²blicos, multas, auditor¨ªas, cancelaciones de contratos y permisos a empresarios y comerciantes, estatizaciones y confiscaciones, hasta cierrapuertas de la radio, la televisi¨®n y los teatros p¨²blicos a los artistas, directores, guionistas y productores reacios a convertirse en instrumentos obsecuentes del poder- y por las encuestas relativas a las elecciones del pr¨®ximo 23 de noviembre, en que ser¨¢n elegidos 22 gobernadores y 335 alcaldes, seg¨²n las cuales la oposici¨®n, unida, podr¨ªa obtener un porcentaje muy alto de victorias en todo el territorio nacional.
?Cu¨¢ntos cubanos hay en Venezuela? Es el secreto mejor guardado del r¨¦gimen
Ch¨¢vez lo sabe y ha tomado precauciones haciendo "inhabilitar" por el Contralor de la Rep¨²blica, en flagrante violaci¨®n constitucional, a casi 300 ciudadanos, la gran mayor¨ªa de la oposici¨®n. Entre ellos figuraban cuatro candidatos a los que las encuestas daban grandes posibilidades de victoria en sus estados y que han quedado fuera de la contienda. El Tribunal Supremo de Justicia, ahora al servicio del r¨¦gimen, ha convalidado el legicidio. Aun as¨ª, y sabiendo que, alertado por la derrota que sufri¨® el 2 de diciembre de 2007, Ch¨¢vez se valdr¨¢ de todos los recursos a su alcance para impedir un nuevo rev¨¦s, un cierto optimismo prevalece entre los venezolanos. ?Puede el r¨¦gimen orquestar un fraude generalizado? No es f¨¢cil, ya que existe el voto electr¨®nico, siempre y cuando, claro est¨¢, haya una vigilancia en las mesas de votaci¨®n como la que ejercitaron los estudiantes en el refer¨¦ndum sobre el proyecto de reforma constitucional del pasado diciembre. Y es seguro que, esta vez, habr¨¢ una movilizaci¨®n parecida para impedir, o al menos atenuar, el riesgo de alteraci¨®n indebida de los resultados.
Pregunto a mis amigos, disfrutando de un desayuno con arepas y queso blanco -manjar que, felizmente, la revoluci¨®n bolivariana no ha conseguido deteriorar todav¨ªa-, por qu¨¦ el r¨¦gimen chavista no ha logrado instaurar en Venezuela los instrumentos coercitivos e intimidatorios -como los Comit¨¦s barriales y distritales de la Revoluci¨®n en la Cuba castrista, por ejemplo- que en todas las sociedades autoritarias paralizan a la sociedad civil y la enmudecen y permiten al r¨¦gimen clausurar todos los espacios de libertad y de cr¨ªtica al poder. Quien me da una explicaci¨®n muy convincente es Teodoro Petkoff, fundador del M.A.S. (Movimiento al Socialismo, al que renunci¨® el mismo d¨ªa que esta organizaci¨®n decidi¨® apoyar a Ch¨¢vez), ex guerrillero, ex preso pol¨ªtico, con dos fugas novelescas de la prisi¨®n, y, ahora, director de peri¨®dico y uno de los m¨¢s l¨²cidos analistas pol¨ªticos de Venezuela.
Desde que cay¨® la dictadura de P¨¦rez Jim¨¦nez, en enero de 1958, hasta la subida al poder del comandante Hugo Ch¨¢vez, en 1999, es decir, durante unos cuarenta a?os, los venezolanos disfrutaron de gobiernos que, no importa cu¨¢les fueran sus fracasos en el campo econ¨®mico y social, garantizaron las libertades p¨²blicas, celebraron elecciones libres y respetaron el derecho de expresi¨®n y de cr¨ªtica. Estas pr¨¢cticas democr¨¢ticas calaron profundamente en la sociedad venezolana, y, aunque la corrupci¨®n y las malas pol¨ªticas llegaron a desencantar a un sector vasto del pueblo con los partidos tradicionales y crearon un clima favorable a la pr¨¦dica populista y revolucionaria y a la figura del caudillo, el h¨¢bito de ejercitar la libertad no desapareci¨® y los venezolanos no han renunciado a ella. Por eso, Ch¨¢vez no ha podido seguir el ejemplo cubano, o sovi¨¦tico, o chino, o isl¨¢mico, o el de las satrap¨ªas militares, de emascular mediante el miedo a una sociedad entera antes de subyugarla. M¨¢s a¨²n, ese esp¨ªritu independiente y librepensador aclimatado a lo largo de cuatro d¨¦cadas de vida democr¨¢tica, se manifiesta incluso en el seno del propio partido de Hugo Ch¨¢vez, donde las divisiones y las insubordinaciones contra el caudillo hacen que, en las pr¨®ximas elecciones de noviembre, en algunos estados (incluido el suyo), los candidatos del partido oficialista representen opciones cr¨ªticas y d¨ªscolas a las pol¨ªticas del propio presidente.
?Cu¨¢ntos cubanos hay en Venezuela? Es el secreto mejor guardado del r¨¦gimen. Nadie lo sabe con certeza. Los c¨¢lculos var¨ªan entre 10.000 y 30.000. Muchos de ellos son m¨¦dicos y dentistas y viven, repartidos por el territorio nacional, en las "misiones" o postas sanitarias que prestan servicio en los "ranchitos" o barrios marginales de las ciudades y en el campo. Un n¨²mero considerable de los cubanos avecindados en Venezuela trabajan en labores de seguridad e inteligencia y, al parecer, tienen la responsabilidad del cuidado de Ch¨¢vez. Muchos han utilizado a Venezuela como un trampol¨ªn para escapar a Estados Unidos, o a Colombia y a Centroam¨¦rica, aunque no hay estad¨ªstica alguna al respecto. Pero, en todo caso, lo seguro es que la presencia de esa amplia comunidad cubana en Venezuela no parece en modo alguno constituir una fuerza adoctrinadora y propagand¨ªstica a favor del marxismo-leninismo y la utop¨ªa comunista. M¨¢s bien, de escepticismo y hartazgo con la "revoluci¨®n".
A este respecto, no me resisto a contar una an¨¦cdota que le escuch¨¦ tambi¨¦n a Teodoro Petkoff. Tom¨® un taxi en el centro de Caracas y fue reconocido por el chofer. ?ste era un m¨¦dico cubano que, en sus ratos libres, hac¨ªa de taxista para mejorar sus ingresos. Estaba ya un buen tiempo en Venezuela y, ciertamente, muy contento. Lo que m¨¢s le alegraba era la abundancia que advert¨ªa por doquier, en los almacenes, tiendas y mercados, un gran contraste con los desva¨ªdos y mis¨¦rrimos puestos de venta de productos dom¨¦sticos donde se aprovisionan en la isla los cubanos de a pie. Puestos a conversar, el m¨¦dico-taxista le confes¨® a Petkoff esta debilidad: "Cuando llegu¨¦ a Venezuela y vi por primera vez una botella de Coca-Cola, se me llenaron los ojos de l¨¢grimas". Si despu¨¦s de medio siglo de revoluci¨®n, ese s¨ªmbolo quintaesenciado del capitalismo despierta semejantes emociones en un cubano nacido y educado bajo la pr¨¦dica ideol¨®gica de Fidel Castro, ?qui¨¦n puede dudar que el socialismo en su versi¨®n cubana tiene los d¨ªas contados?
Cuando las sociedades viven per¨ªodos traum¨¢ticos, generalmente la vida art¨ªstica y la cultura en general experimentan un apogeo. Venezuela no es una excepci¨®n a esta regla. Las carencias y limitaciones que se advierten en otros campos no han empobrecido el trabajo literario, intelectual y art¨ªstico, que mantiene altos niveles de creatividad. El Gobierno no ha querido o no ha sabido sobornar a la clase intelectual y art¨ªstica y ponerla a su servicio. Escritores, profesores, m¨²sicos, pintores, actores, han mantenido una gran independencia respecto del r¨¦gimen y, con muy escasas excepciones, no han aceptado oficiar de propagandistas. Buen n¨²mero de ellos militan en la resistencia. Las universidades tampoco han sido arrolladas por el r¨¦gimen y casi todas ellas, tanto p¨²blicas como privadas, conservan su independencia y son, en algunos casos, un contrapeso saludable de defensa de la cultura de la libertad a la demagogia revolucionaria gubernamental.
Es sabido que el presidente Ch¨¢vez promueve su "socialismo bolivariano" a golpe de talonario, o, mejor dicho, de barriles de petr¨®leo, que regala por doquier, o vende a precios preferenciales, a los pa¨ªses a los que quiere incorporar a su ¨®rbita de influencia. De este modo, un gran porcentaje de los recursos del pa¨ªs salen al extranjero a beneficiar a otros pueblos en vez del venezolano. Escuch¨¦ en mi breve visita muchas cr¨ªticas y de todo orden contra el r¨¦gimen, pero ni una sola vez o¨ª a un venezolano quejarse de esos dispendios chavistas a favor de bolivianos, nicarag¨¹enses, argentinos, ahora paraguayos, etc¨¦tera. ?Por qu¨¦? Sin duda porque aquel esp¨ªritu solidario, sacrificado y generoso que llev¨® a ese peque?o y pobre pa¨ªs que era la Venezuela de donde salieron a regar su sangre por la libertad de Am¨¦rica tantos millares de venezolanos a comienzos del siglo XIX, sigue llameando en los corazones de sus descendientes.
? Mario Vargas Llosa, 2008.
? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario EL PA?S, SL, 2008.
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