Fuego cauc¨¢sico
Explotando su victoria sobre Georgia, Rusia alimenta una mayor inestabilidad internacional
El Consejo de la Federaci¨®n Rusa y la Duma solicitaron ayer al presidente Medv¨¦dev que reconozca la independencia de Osetia del Sur y de Abjazia. Con esta iniciativa de las dos C¨¢maras, que no es vinculante para el Ejecutivo, Mosc¨² pretende apurar todos y cada uno de los r¨¦ditos de la crisis del C¨¢ucaso, argumentando que lo que se acept¨® en su d¨ªa para Kosovo no puede negarse ahora a las regiones separatistas de Georgia.
Pero Putin y Medv¨¦dev han mostrado con esta estratagema de un Parlamento a sus ¨®rdenes m¨¢s cartas de las que seguramente les conviene: si se opusieron a la secesi¨®n de una parte del territorio serbio no fue porque apoyaran el principio de la integridad territorial de los Estados, sino porque, aplicado a aquel caso, les conven¨ªa defenderlo, lo mismo que no les conviene aplicado a ¨¦ste. Como tampoco parece preocuparles mucho en la disputa sobre la regi¨®n del Transdni¨¦ster, cuyo futuro en relaci¨®n con Moldavia ha vuelto a plantearse estos d¨ªas en la estela del conflicto con Georgia.
Rusia juega con fuego, en el C¨¢ucaso y fuera de ¨¦l. La posici¨®n que mantiene en estos d¨ªas sobre los conflictos fronterizos heredados del colapso de la Uni¨®n Sovi¨¦tica es contradictoria con la que defendi¨® en el conflicto de Chechenia, en el que Putin puso los cimientos de su r¨¦gimen personalista y crecientemente autoritario. Con el agravante de que, en Chechenia, la voluntad secesionista fue aplastada sin contemplaciones, no reconducida ni mucho menos resuelta. Si la chispa que encendi¨® el presidente georgiano Saakashvili en Osetia prendiera en Chechenia, como lo ha hecho ya en Abjazia y podr¨ªa hacerlo en Transdni¨¦ster, Putin y Medv¨¦dev se ver¨¢n forzados a mostrar sin disfraces que su pol¨ªtica no tiene m¨¢s regla que la persecuci¨®n descarnada de sus intereses, s¨®lo apoyada en la fuerza.
Esta brutalidad en el planteamiento de la acci¨®n tanto exterior como interior de Rusia est¨¢ provocando la urgencia entre los pa¨ªses del entorno ex sovi¨¦tico por estrechar lazos con Estados Unidos y la Alianza Atl¨¢ntica, como se ha comprobado en el caso de Polonia y el escudo antimisiles. Cuanto m¨¢s trate de explotar Mosc¨² su victoria sobre Georgia, m¨¢s estimular¨¢ la aproximaci¨®n a la OTAN de los pa¨ªses de la antigua Europa del Este, que es, en ¨²ltimo extremo, lo que intentaba impedir. Y todo ello a costa de ir cebando, adem¨¢s, una espiral de tensi¨®n internacional que puede acabar escapando de las manos de todos los actores.
Aunque Putin y Medv¨¦dev parezcan ignorarlo, Rusia no es m¨¢s fuerte hoy que en v¨ªsperas de la invasi¨®n de Georgia; sencillamente, est¨¢ m¨¢s fuerte, por la posici¨®n en la que sorprendi¨® a las principales potencias. Pero no existe peor error que sobrevalorar las propias fuerzas y subestimar las de los adversarios. Este principio, que tendr¨ªa que operar en todas direcciones, no deber¨ªa ser ignorado por Rusia, puesto que podr¨ªa llevar sus desaf¨ªos a un punto de dif¨ªcil retorno.
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