La crisis que debi¨® evitarse
La crisis provocada por la imprudencia de Georgia quiz¨¢ podr¨ªa haberse evitado. Los gobiernos de Estados Unidos y Rusia podr¨ªan haberse comprometido a contener el problema, en un mundo en el que hay otros muchos mayores. Sin embargo, en la era del espect¨¢culo mundial instant¨¢neo, Bush y Putin han preferido ocupar el primer plano. El acuerdo al que llegaron cuando se vieron en Pek¨ªn, fuera el que fuera, pudo menos que las fuerzas que les empujaban al enfrentamiento.
Cuando la Alemania comunista, en 1961, convirti¨® su frontera en un muro, Kennedy mantuvo la serenidad. Ahora, dijo, Jruschov no intentar¨¢ apoderarse de Berl¨ªn Oeste, y el bloque sovi¨¦tico tendr¨¢ que pagar el coste moral de tener aprisionados a sus ciudadanos.
La expansi¨®n de la OTAN elimina la posibilidad de que Rusia forme parte de un orden europeo
?Qu¨¦ efectos va a tener el conflicto en las presidenciales de Estados Unidos?
Bush, a pesar de sus opiniones sobre las transgresiones de China en materia de derechos humanos, es incapaz de tener ese tipo de reacci¨®n. La geopol¨ªtica del alineamiento militar, la necesidad de asegurarse el petr¨®leo de Asia central y las locuras de nuestros ide¨®logos imperiales hacen que la paciencia (que no es una virtud muy estadounidense) sea imposible. Tanto Bush como Clinton rompieron las promesas que hab¨ªa hecho Bush padre a Rusia. La OTAN ha seguido ampli¨¢ndose hacia el Este y Estados Unidos se ha introducido a gran escala en Asia central.
Esa situaci¨®n, permitida por la complicidad de Europa occidental, es la que Rusia est¨¢ intentando transformar ahora. El pa¨ªs, enriquecido gracias a sus ventas de gas, petr¨®leo y minerales, y revitalizado por el renacimiento del nacionalismo, tiene una visi¨®n ecum¨¦nica de su pasado y se apoya en el zarismo y el bolchevismo dentro y fuera de sus fronteras.
Saakashvili, el presidente de Georgia, estudi¨® y trabaj¨® en Estados Unidos y su Gobierno ha utilizado los servicios del asesor de pol¨ªtica exterior del senador McCain. Pese a ello, al exagerar de forma absurda la capacidad de Georgia y la disposici¨®n de Estados Unidos a tener una guerra inmediata, Saakashvili ha hecho a los rusos un favor de valor incalculable.
Si la ret¨®rica fuera una fuerza pol¨ªtica, una Rusia humillada estar¨ªa hoy pidiendo su ingreso en la OTAN. En cambio, los dirigentes rusos se enfrentan a una OTAN m¨¢s dividida que nunca. Los dos grandes partidos alemanes han reafirmado su compromiso de mantener el di¨¢logo pol¨ªtico con Rusia, por dif¨ªcil que sea.
Como consecuencia, en vez de felicitarse por la alianza militar de Polonia con Estados Unidos, el inteligente ministro polaco de Asuntos Exteriores ha destacado, con pesar, el hecho de que Polonia siempre acaba qued¨¢ndose sola. El ansia de Sarkozy por ejercer de mediador quiz¨¢ le ha hecho descuidarse sobre las condiciones del alto el fuego, y ha permitido que Rusia estableciera una "zona de seguridad" que, en la pr¨¢ctica, convierte a Georgia en una r¨¦plica en el C¨¢ucaso de lo que es Cuba para los estadounidenses: una fuente de irritaci¨®n, no una amenaza mortal.
Las declaraciones del ministro brit¨¢nico de Exteriores en Tbilisi no impresionaron a nadie. Es imposible pensar que los Estados b¨¢lticos y Polonia, por s¨ª solos, puedan inducir a Europa occidental a desenterrar a Napole¨®n en los Inv¨¢lidos, y mucho menos a Hitler en Potsdamer Platz.
La expansi¨®n de la OTAN hacia el Este ha sido enormemente beneficiosa a corto plazo para Estados Unidos, al intensificar las divisiones entre Europa occidental y oriental, y anular el posible fortalecimiento de la autonom¨ªa europea que habr¨ªa podido derivarse de la expansi¨®n en el mismo sentido de la UE. Tambi¨¦n ha eliminado, por ahora, la posibilidad de que Rusia entre a formar parte de un orden europeo. S¨®lo quienes niegan la evidencia y siguen creyendo en la hegemon¨ªa estadounidense en el mundo pueden pensar que las posibilidades de caos y conflicto asociadas a la crisis pueden beneficiar a la larga a Estados Unidos o a cualquier otro pa¨ªs.
Mientras tanto, en Estados Unidos, una gran parte de la clase pol¨ªtica se ha inspirado en los Juegos Ol¨ªmpicos y ha llevado a cabo unos ejercicios de hipocres¨ªa merecedores de medallas de oro, al denunciar a Rusia por tratar de modificar el gobierno de otro pa¨ªs.
Los medios de comunicaci¨®n han proporcionado toda una serie de d¨¦biles simplificaciones y claras desinformaciones. Hasta hace dos semanas, la mayor¨ªa de los ciudadanos estadounidenses no era capaz de situar Georgia en un mapa, y muchos siguen sin poder hacerlo hoy. Todav¨ªa est¨¢ por ver qu¨¦ efectos tendr¨¢ la crisis en la elecci¨®n presidencial. El senador McCain, con su declaraci¨®n de que "ahora todos somos georgianos", manifest¨® una belicosidad que, al principio, hizo que el presidente pareciera razonable. Despu¨¦s, tanto ¨¦l como la secretaria de Estado Rice han alcanzado la misma estridencia que su candidato.
Desde luego, Putin no les tiene miedo, pero los dem¨®cratas s¨ª se han aterrado de tal forma que han ca¨ªdo en una imitaci¨®n obsequiosa. Los asesores de pol¨ªtica exterior de Obama le han convencido de que no hay alternativas a la estrategia adoptada por la Casa Blanca. O bien le han convencido de que ser¨ªa pol¨ªticamente perjudicial dar la impresi¨®n de estar pensando en alguna soluci¨®n que no sea la capitulaci¨®n rusa. Un gobierno de Obama, nos dicen, intentar¨ªa meter a Georgia y Ucrania en la OTAN. El senador Biden, presidente del Comit¨¦ de Relaciones Exteriores del Senado y candidato de Obama a la vicepresidencia, ha ido a Tbilisi, no a investigar qu¨¦ miembro del Gobierno estadounidense empuj¨® a Saakashvili a provocar a los rusos, sino a mostrar su solidaridad con ¨¦l.
Hay algunas voces que aconsejan reflexi¨®n y contenci¨®n (entre ellas, la del ex director de la CIA John McLaughlin), pero el senador Obama, tras unos pasos muy tentativos en ese sentido, ha cambiado de direcci¨®n. Su lema ("Un cambio en el que podemos creer"), en este caso, significa ning¨²n cambio en absoluto.
No estamos en 1914, sino en agosto de 2008. Pero tampoco estamos en octubre de 1962, cuando Kennedy y Jruschov se unieron para impedir que sus asesores y generales pusieran en marcha una cat¨¢strofe.
Quiz¨¢ Bush y Putin habr¨ªan escuchado a una Europa independiente y dispuesta a unir a ambos pa¨ªses para evitar traspasar el umbral de la confrontaci¨®n. Los europeos que creen que ¨¦se va a ser su futuro pueden contar con que van a tener que superar pruebas muy duras. Si McCain es presidente, tal vez militarice nuestra pol¨ªtica exterior casi por completo.
Si es Obama el que entra en la Casa Blanca, quiz¨¢ tenga que afrontar una presi¨®n implacable para llevar adelante el proyecto imperialista. La crisis en Georgia demuestra que existe una relaci¨®n pol¨ªtica inextricable entre Estados Unidos y Europa. Ser¨¢ todav¨ªa m¨¢s notable a partir del 20 de enero de 2009.
Norman Birnbaum es catedr¨¢tico em¨¦rito en la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. ? 2008 The Nation.
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