Sancho panda
Le entra ahora a Hu Jintao el temor de haberse pasado un pelo. El miedo de que China haya podido asustar a Occidente con tanta ostentaci¨®n de poder¨ªo en estos Juegos. El agobio del tendero, por dejarnos de eufemismos, ante la posibilidad de que se le empiecen a espantar los clientes. El oso panda resulta muy tierno en el logotipo de WWF/Adena, pero, cuando se sorprende a un macho en los bosques de Wolong fecundando a una hembra junto al cuerpo agonizante de su rival, apetece menos pagar la entrada para verle en el zool¨®gico. Por ello comienza ahora una ofensiva diplom¨¢tica encaminada a tranquilizar los ¨¢nimos. A suavizar moment¨¢neamente la transici¨®n hacia lo inevitable: la triste realidad de que China ya no nos necesita. A fuerza de fabricar para IBM, ha aprendido a hacer Lenovo. A base de confeccionar Adidas, le ha salido el dise?o a Li Ning.
Napole¨®n pudo pecar de ambicioso, pero no de soplagaitas, y sab¨ªa perfectamente que este imperio s¨®lo se estaba echando la siesta. Un sue?o en el que los chinos, lejos de retroceder, se han tomado tiempo para coger carrerilla. Como el estribillo de Violadores del Verso que impuls¨® hacia la medalla a Gervasio Deferr y a la sirena sincronizada Andrea Fuentes. Pero Occidente no se da por enterado. Ni el espa?ol, que es un idioma s¨®lido; ni el ingl¨¦s, que tiene la flexibilidad del l¨ªquido, aciertan a entender los caracteres gaseosos del chino. Se les escapa. Por eso regresamos a casa debatiendo que si Madrid 2016, que si el Chicago de Obama. Sin recordar que en el siglo XVI, mientras la reina Isabel de Inglaterra presum¨ªa de invitar a 500 comensales a sus fiestas, el emperador de la dinast¨ªa Ming celebraba las suyas con 15.000 cortesanos. China piensa ya en Shanghai 2024, a?o en que ser¨¢ centro indiscutible del universo. Me temo que el ombligo en el futuro vendr¨¢ con 12 agujeros, los conductos de la acupuntura, y Don Quijote transcurrir¨¢ en un lugar de Manchuria.
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