Todos los castillos moros
Las batallas y las intrigas que iluminaron los a?os de lucha entre el invasor y el invadido nos han legado una pl¨¦yade de castillos, numerosos y correlativos, que no tiene parang¨®n por muchas tierras que recorramos, as¨ª con nuestra memoria, as¨ª con el Google Earth.
Sax y Villena, Elda y Petrer, Biar -con su Campo de Mirra- y Castalla, Tibi, Mon¨°ver, Asp: villas que se admiran de lo lejos, contemplando la indiferencia y la superioridad con que a su vez nos observan las murallas y las almenas de los castillos que cobijaron tras sus piedras al moro Zeit Abu Zeit y al cristiano Jaime I; que vieron c¨®mo entre sus muros se repart¨ªan coronas y reinos; c¨®mo, el que ser¨ªa Alfonso X el Sabio, ajust¨® los l¨ªmites de sus posesiones en famoso tratado firmado en el castillo de Almizra con su suegro Jaime de Arag¨®n, que con la misma raz¨®n y tratado tambi¨¦n los defini¨®. Que ayudaron por igual, seg¨²n cayese la suerte, a legitimistas y a carlistas, y que cobijaron, en los malos d¨ªas que todas las guerras tienen, a los habitantes que por los alrededores hab¨ªa hasta que escampase el temido olor a sangre de los justos.
Se?alan las cr¨®nicas, y momento es de comprobarlo, que los castillos castellanos est¨¢n en llano y los otros en lo alto, seguro que para vigilar que nadie se colase en las feraces tierras de promisi¨®n que sus ojos abarcaban, y que ya promet¨ªa, con soberbias acequias y sobradas aguas, la vega que all¨ª cab¨ªa.
Ahora, campos de vides nos contemplan, rellenados con muchos pinos, y almendros, cerezos, ciruelos, melocotones y peras con sus respectivos ¨¢rboles, y as¨ª todos los frutales.
En las sierras aleda?as moran el gato, la gineta y el jabal¨ª, por los campos corren liebres y conejos, y vuelan las perdices que dar¨¢n lugar a los gazpachos de la tierra que en poco se diferencian de sus hermanos castellanos, con los que largos a?os compartieron patria, y que constan de unas tortas que se mojan con lo que resulta de fre¨ªr setas y caza, o pollo y conejo, tomates y cebollas, a?adiendo algunos caracoles.
La gachamiga, les fassegures o pelotas c¨¢rnicas, el ajotonto y el giraboix, aunque ¨¦ste m¨¢s popular en las tierras fronterizas de Jijona.
Como curiosidad, por alguno de sus componentes, merece la pena referirse al llamado caldo noveldense, que cuece con el agua preceptiva tomates y cebollas, berenjenas y pimientos, y anchoas, y olivas, y ajos.
Para postre, sin dudar, dulces de la tierra, como los rollos de an¨ªs y de aguardiente, o los almendrados, o bien deberemos inclinarnos por algo m¨¢s natural, y ante esa posibilidad tomaremos uvas del Vinalop¨®, de las variedades llamadas Ideal y Aledo, preparadas para ser postre y embolsadas o enfundadas desde la propia vid, para as¨ª protegerlas de las inclemencias del tiempo y otros agentes, a la vez que la falta de sol que las mismas perciben retrasa la maduraci¨®n y produce una piel m¨¢s fina, logrando que al llevarlas a la boca el hollejo no nos mate el sabor de sus dulces jugos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.