"Cerca del estadio ol¨ªmpico se tortur¨®"
Nunca sabe uno lo que le puede conducir a su gran pasi¨®n. A Carlos Iglesias (Madrid, 46 a?os) fue un dolor de espalda mal curado. Harto de infiltraciones, masajes y medicamentos, este abogado de una multinacional espa?ola se cruz¨® en una feria de productos y terapias alternativas con un grupo de chinos que practicaba unos ejercicios parecidos al taichi y se puso en sus manos. El resultado, dice, "fue incre¨ªble". "En menos de 15 d¨ªas desaparecieron todos mis problemas".
Los que los solucionaron resultaron ser miembros de Falun Gong, el movimiento de origen budista basado en la meditaci¨®n que el Gobierno chino persigue sistem¨¢tica e implacablemente desde 1999. Primero le ense?aron sus t¨¦cnicas curativas y despu¨¦s le contaron un infierno de maltratos policiales y encarcelamientos arbitrarios. Hasta que en 2003, Iglesias present¨® en la Audiencia Nacional una querella contra el ex presidente Jian Zeming y otros altos cargos del Partido Comunista Chino (PCCh) por torturas y genocidio que investiga el juez Ismael Moreno.
"China est¨¢ muy cerca para comerciar pero muy lejos para juzgar torturas"
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"Al principio me negaba a llevar el caso porque no ten¨ªa experiencia en derecho penal", cuenta Iglesias tratando de explicar c¨®mo un hombre de empresa, con una vida m¨¢s o menos convencional y sin militancia en causas de derechos humanos acaba llevando a los tribunales a uno de los gobiernos m¨¢s poderosos del mundo. "Hasta que me presentaron a una mujer y a su hija de tres a?os. Mientras ella me contaba c¨®mo asesinaron a su marido, la ni?a se me abrazaba y lloraba", prosigue. "Sent¨ª que deb¨ªa luchar con todas mis fuerzas para que esa injusticia se conociera".
Lo consigui¨® con una querella en la que se narran atrocidades y vejaciones como, por ejemplo, la confinaci¨®n de miembros del movimiento religioso en campos de trabajo y reeducaci¨®n. "Encerraban a gente durante d¨ªas en celdas de un metro de altura y met¨ªan mujeres desnudas en prisiones masculinas donde sufr¨ªan violaciones", asegura Iglesias. "En el caso de uno de los firmantes de la querella, Zhao Ming, la tortura consisti¨® en tirar a la vez de sus piernas y sus brazos para causarle un dolor insoportable", a?ade.
Por eso se averg¨¹enza de que, por los reci¨¦n terminados Juegos Ol¨ªmpicos, hayan pasado las principales autoridades espa?olas. "El Gobierno, la familia real y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, se han prestado al juego del PCCh, que s¨®lo ha pretendido lavar su imagen tratando de asombrar con su enorme potencial econ¨®mico, aunque el 70% de la poblaci¨®n vive con menos de 150 euros al mes", prosigue. "A pocos kil¨®metros del estadio ol¨ªmpico se ha torturado a miles de personas y los pol¨ªticos lo saben. Prestarse a eso es bochornoso, falto de ¨¦tica, una cobard¨ªa moral".
Lo mismo que los argumentos del fiscal, que casi consigue que se archive la causa hace ahora dos a?os. "Mantuvo ante el Tribunal Supremo y delante de las v¨ªctimas que Espa?a no pod¨ªa juzgar este genocidio porque s¨®lo ten¨ªa 'v¨ªnculos ex¨®ticos' con China, mientras los mandatarios m¨¢s importantes de este pa¨ªs pasaban uno por uno por Pek¨ªn para incrementar las relaciones comerciales", se?ala. "China est¨¢ muy cerca para hacer negocios, pero muy lejos para juzgar sus vulneraciones de derechos humanos".
Gracias a iniciativas como la de Iglesias, y la del Comit¨¦ Espa?ol de Apoyo al T¨ªbet y su abogado, Jos¨¦ El¨ªas Esteve -que mantienen viva otra causa contra varios dirigentes chinos por el supuesto genocidio tibetano-, la Audiencia se ha convertido en el ¨²nico tribunal que mantiene un proceso contra la represi¨®n en el gigante asi¨¢tico. Pero el letrado de Falun Gong sabe que ser¨¢ dif¨ªcil sentar a todos los dirigentes denunciados en el banquillo. "Lo que podemos conseguir, como en el caso Pinochet, es que se decreten ¨®rdenes internacionales de detenci¨®n de manera que los supuestos genocidas queden inmovilizados en su pa¨ªs y, sobre todo, que se conozca lo que realmente est¨¢ pasando en China".
A ese fin dedica ahora sus esfuerzos en su tiempo libre. "No busco dinero, porque las v¨ªctimas no lo tienen, pero luchar por su vida, su integridad y su libertad es apasionante". Una pasi¨®n que incluso le lleva a pagar de su propio bolsillo al procurador. La pasi¨®n por remediar la injusticia que le revelaron los que un d¨ªa curaron su espalda.
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