Copacabana en Cibeles
Un experimento colectivo de 'playificaci¨®n' urbana
Desde hace tiempo, Madrid parece necesitar una playa. La piscina del antiguo Parque Sindical o la red de piscinas municipales compiten con dificultad con las falsas playas de Par¨ªs y Berl¨ªn. M¨²sica pop, urbanistas como Jos¨¦ Mar¨ªa Ezquiaga o estudios como Ecosistema Urbano lo han propuesto. Pero el caso es que no es f¨¢cil conseguir los apoyos suficientes para abordar el proyecto de hacer que Madrid parezca estar en la costa.
En febrero de 2009, la oficina de arquitectura que dirijo recibi¨® el encargo. Tras descartar una l¨ªnea directa de teletransporte, por dificultades t¨¦cnicas que no vienen al caso; pensamos que el ¨¦xito vendr¨ªa de no hacerlo todo de una vez. Era necesario iniciar un proceso experimental, un experimento colectivo, en el que diferentes actores pudiesen ensayar y reaccionar a la copacabanizaci¨®n de la ciudad. Lo importante no era s¨®lo el agua y la arena. Si no la posibilidad de ir en chanclas por una calle de la ciudad y, sin comprar un bono o pasar por el vestuario, casi sin cambiar el paso, entrar en un lugar en el que el desnudo o el chapuz¨®n fuesen posibles. Lo m¨¢s sencillo fue poner a trabajar al agua que adorna in¨²tilmente la ciudad. Los charcos y los chorros de Cibeles, Neptuno, el Templo de Debod, el parque Juan Carlos I. Nunca el agua municipal trabaj¨® tan duramente como en el verano de 2009.
El experimento result¨® un ¨¦xito. Un ¨¦xito por sus diferentes fracasos. Cibeles se colaps¨®. Todas las fuentes juntas no eran suficientes para una ciudadan¨ªa con hambruna surf. Utilizar la playa requer¨ªa entonces unos tiempos de espera que imped¨ªan que la experiencia se imbricarse tranquilamente en las apretadas agendas de residentes y visitantes. Muchos dec¨ªan que la playa de Madrid deb¨ªa tener las ventajas que otros productos como las pizzas hace tiempo que tienen en la ciudad. Ped¨ªan playas a domicilio, y no les faltaba raz¨®n. En el a?o 2010 volvimos a la carga, esta vez con tres dise?os espec¨ªficos.
El rascacielos de playas. La dimensi¨®n de la demanda exig¨ªa inventos audaces. S¨®lo el rascacielos pod¨ªa atender a una poblaci¨®n que enseguida se acostumbr¨® a acudir a la playa con el port¨¢til. Las fuentes est¨¢n en el centro pero rascacielos pueden construirse incluso en medio del campo. Todo Madrid se convirti¨® al copacabanismo.
La playa rodante. Pero que es una playa sin una gran ola. El tr¨¢fico de Madrid y los frenazos ofrec¨ªan la oportunidad perfecta para un nuevo deporte. Camiones con cubas de agua y surferos montados esperando el frenazo. S¨®lo hab¨ªa que esperar que el cami¨®n pasase delante de casa y subirse de un salto.
Y la playa a domicilio. Rescatamos a la techno-geisha y la equipamos para llevar algo de la playa all¨ª donde fuese requerida.
La experiencia funcion¨®. Al menos al principio. La resonancia internacional y los tour operators hicieron el resto. En poco tiempo Madrid se llen¨® de turistas, que ven¨ªan buscando su foto con un cami¨®n y un surfero en el fondo. Lleg¨® un momento en que simplemente todo cambi¨®. Pero entonces recibimos el nuevo proyecto: hacer de Madrid la primera ciudad zombie-friendly, y tengo que admitir que es un proyecto que nos tiene muy ilusionados.
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