Una nueva concepci¨®n de la paz
La organizaci¨®n que presido, el Movimiento por la Paz, cumple 25 a?os. Queremos que este aniversario se convierta en un impulso para relanzar ante la sociedad espa?ola la vocaci¨®n pacifista que origin¨® la creaci¨®n del Movimiento y hacer una llamada a la reflexi¨®n y a la participaci¨®n que fomente actitudes de paz y entendimiento entre las personas y los pueblos.
Ante las desviaciones que ha sufrido la palabra paz, que especialmente desde el 11-S ha pasado a asociarse al concepto de seguridad de los Estados ante el terrorismo, resulta urgente promover un concepto de paz positiva basada en el bienestar de la persona. Un concepto de paz fundamentado en una interpretaci¨®n m¨¢s amplia del mismo que no s¨®lo entienda la paz como la ausencia de conflictos b¨¦licos, sino que la conciba como aquella situaci¨®n en la que las personas puedan desarrollarse libremente en ausencia de aspectos como la discriminaci¨®n, la marginaci¨®n o la injusticia.
Hay mecanismos de participaci¨®n de la sociedad civil para promover la convivencia pac¨ªfica
Para ello, la sociedad civil se revela como un agente esencial de Construcci¨®n de Paz. En efecto, ninguna sociedad democr¨¢tica puede desperdiciar una de sus grandes bazas, la participaci¨®n ciudadana, dejando en manos de gobiernos e instituciones supranacionales la responsabilidad de instaurar la ansiada paz. Muy al contrario, la sociedad civil, compuesta por un gran elenco de actores, es la que puede utilizar los mecanismos de participaci¨®n democr¨¢tica que promuevan la convivencia pac¨ªfica dentro de las comunidades.
Si acercamos el concepto de paz a la realidad espa?ola, uno de los temas a trabajar es la verdadera integraci¨®n de la poblaci¨®n. Espa?a est¨¢ viviendo una nueva realidad, la de la inmigraci¨®n, que, bien encajada, puede resultar muy enriquecedora para todas las partes implicadas en el fen¨®meno migratorio, pero para esto es necesario que el tema se aborde desde una perspectiva integradora que abarque a toda la poblaci¨®n, aut¨®ctona e inmigrante. Y, en este sentido, existen diferentes ¨¢mbitos en los que debemos incidir. En primer lugar, en la concepci¨®n de nuestras pol¨ªticas de inmigraci¨®n y extranjer¨ªa. La normalizaci¨®n legal del colectivo inmigrante en la sociedad s¨®lo es posible si dotamos a nuestra legislaci¨®n de un car¨¢cter social e integrador basado en el respeto de los derechos fundamentales de la poblaci¨®n inmigrante. El tinte policial y restrictivo que est¨¢n adquiriendo las pol¨ªticas de inmigraci¨®n y extranjer¨ªa s¨®lo contribuye a criminalizar y marginar los proyectos de vida de un colectivo que forma parte de nuestra sociedad.
Por otro lado, la integraci¨®n plena de la poblaci¨®n extranjera en nuestra sociedad pasa por su capacidad de desarrollarse en los ¨¢mbitos social y econ¨®mico. En este sentido, resulta necesaria la puesta en marcha de pol¨ªticas que promuevan la capacidad de inserci¨®n laboral de los inmigrantes, en tanto que colectivo vulnerable. La promoci¨®n del autoempleo, la potenciaci¨®n del acceso de los inmigrantes a puestos que se correspondan con su preparaci¨®n y la flexibilizaci¨®n de los procedimientos de homologaci¨®n de estudios, constituyen elementos esenciales en el proceso de su desarrollo en la sociedad espa?ola.
Por ¨²ltimo, es fundamental que las nuevas generaciones est¨¦n sensibilizadas sobre las realidades con las que tienen que convivir. La educaci¨®n en valores como la igualdad, la solidaridad o el di¨¢logo representa la mejor plataforma para evitar comportamientos no tolerantes o violentos. Por ello, los centros acad¨¦micos deben convertirse en los grandes referentes de la educaci¨®n en valores y la convivencia intercultural. Debemos impulsar la incorporaci¨®n de la poblaci¨®n inmigrante al sistema educativo, como instrumento que garantice que los j¨®venes inmigrantes se integren m¨¢s r¨¢pidamente y gocen de las mismas oportunidades que cualquier otra persona, y que la poblaci¨®n aut¨®ctona viva en un ambiente de tolerancia y reconocimiento de la diversidad cultural.
En este contexto, las instituciones han de incentivar el acceso de la poblaci¨®n extranjera a la ense?anza no obligatoria y, en concreto, a la educaci¨®n superior. En la actualidad, seg¨²n datos del Ministerio de Educaci¨®n y Cultura, en el curso 2006-2007, tan s¨®lo el 2,2% de la poblaci¨®n extranjera estuvo matriculada en la Universidad. Una proporci¨®n muy inferior a la correspondiente a la poblaci¨®n aut¨®ctona que, sin duda, refleja las dificultades a las que la poblaci¨®n inmigrante ha de enfrentarse cuando accede a formaciones de educaci¨®n superior, lo que contraviene la Sentencia 236/2007, de 7 de noviembre de 2007, del Tribunal Constitucional, en la que se califica de derecho el acceso de los inmigrantes a la ense?anza no obligatoria.
De igual forma, el trabajo extraescolar que numerosas organizaciones de tipo social ya realizan con padres, madres, profesores e incluso con las llamadas "segundas generaciones", a trav¨¦s de actividades l¨²dicas y culturales con la diversidad cultural y la tolerancia como tel¨®n de fondo, constituye una herramienta esencial en la consecuci¨®n de una integraci¨®n social y una convivencia pac¨ªfica que, no lo olvidemos, es cosa de todos, poblaci¨®n inmigrante y poblaci¨®n aut¨®ctona.
Y es que la paz es algo ansiado por todos y todas, pero s¨®lo ser¨¢ posible cuando todos y todas trabajemos por ello. La paz es un bien com¨²n y corresponde al Estado velar por su garant¨ªa, pero la ciudadan¨ªa, a trav¨¦s de su acci¨®n, tiene ante s¨ª la enorme oportunidad de hacerla realidad.
Francisca Sauquillo, abogada, es presidenta de Movimiento por la Paz.
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