Los talibanes ponen Kabul en la mira
La insurgencia redobla su ofensiva y siembra el terror en la capital afgana
"Est¨¢n a las puertas de Kabul", advierte Mohamed A., que, como un creciente n¨²mero de sus habitantes, no osa aventurarse fuera de la capital afgana. Temen a los talibanes, cuyo avance durante el verano ha sumido en la inseguridad, desde los primeros kil¨®metros, tres de las cuatro carreteras que comunican Kabul con el resto de Afganist¨¢n.
Pero a pesar de la preocupaci¨®n que generan sus ataques a civiles afganos, cooperantes, transportes de mercanc¨ªas y patrullas militares internacionales, pocos creen que los integristas vayan a tomar esta ciudad de cinco millones de habitantes.
Los integristas no son meros suicidas. Muestran capacidad de planificaci¨®n
Pocos militares ven a los radicales islamistas capaces de tomar la capital
"?D¨®nde est¨¢n las puertas de Kabul?", trata de quitar importancia un militar europeo que juzga a los insurgentes "incapaces de mantener un combate sostenido" contra las tropas extranjeras. Pero la menci¨®n de las puertas de la ciudad no es una met¨¢fora. Hace una semana, un diplom¨¢tico pudo ver en Maidanshahr, a apenas 30 kil¨®metros de la capital, c¨®mo "grupos insurgentes, armados con Kal¨¢shnikov y lanzagranadas, se paseaban impunemente por las principales calles y bazares". Y los ataques en las provincias colindantes con Kabul han aumentado un 50% este a?o, seg¨²n la empresa de an¨¢lisis de seguridad Vigilant Strategic Services of Afghanistan.
"Est¨¢n haciendo lo propio de una guerrilla que no necesita log¨ªstica, atacan nuestros convoyes y salen corriendo", declara el militar antes de asegurar que est¨¢n muy lejos de hacer un paseo triunfal por las calles de la capital.
Tampoco parece que lo pretendan. Por ahora. De acuerdo con el plan que anunciaron al comenzar su ofensiva anual el pasado marzo, su objetivo es aislar Kabul y golpear las l¨ªneas de abastecimiento de tropas. Y lo est¨¢n consiguiendo. "Lo que m¨¢s da?o nos hace son los IED", admite la fuente castrense en referencia a las cargas explosivas que plantan en las carreteras. "Nosotros dependemos de los suministros y ellos no. Si lograran bloquear todas las v¨ªas durante cinco d¨ªas, no se podr¨ªa mover un soldado".
Sin embargo, las ¨²ltimas operaciones son algo m¨¢s que el habitual tirar la piedra y esconder la mano. Sea en la operaci¨®n contra la c¨¢rcel de Kandahar del pasado 13 de junio (donde liberaron a 350 de sus milicianos y a otros 600 criminales), en el asalto de julio a una base avanzada de EE UU en Kunar (con nueve soldados norteamericanos muertos), o en los ataques del mes pasado a una patrulla francesa en Sarobi (en el que murieron 10 militares) y otra base estadounidense en Jost (contra la que enviaron a siete suicidas), los talibanes han mostrado una capacidad de planificaci¨®n y coordinaci¨®n que cuestiona la versi¨®n de la OTAN de que recurren a ataques suicidas y bombas de carretera porque no tienen capacidad de enfrentamiento.
No hace falta ser un estratega militar para comprender que ante el armamento y preparaci¨®n de los 70.000 militares extranjeros (apoyados por 130.000 soldados y polic¨ªas afganos), los entre 17.000 y 20.000 combatientes talibanes que calculan los analistas dif¨ªcilmente pueden mantener el territorio conquistado. Pero tampoco las llamadas fuerzas gubernamentales est¨¢n siendo capaces de impedirles el avance. Lo que resulta m¨¢s preocupante, empiezan a perder la batalla de la opini¨®n p¨²blica frente a los espectaculares golpes de propaganda talib¨¢n que ponen de relieve la debilidad del Gobierno central a pesar de ese apoyo externo.
"?C¨®mo es posible que la maquinaria de guerra de la gran superpotencia y 40 pa¨ªses m¨¢s no pueda acabar con un grupo de mentalidad medieval?", se pregunta Joya Malalai, haci¨¦ndose eco del sentir de muchos compatriotas. Esta diputada, expulsada del Parlamento por haber comparado con animales a algunas de sus se?or¨ªas, se muestra convencida de que no hay voluntad de hacerlo "para justificar una presencia militar continuada".
No es tan f¨¢cil, coinciden en se?alar diplom¨¢ticos y militares. Como explicara Henry Kissinger, "el Ej¨¦rcito convencional pierde si no gana, en tanto que la guerrilla gana si no pierde". As¨ª que los talibanes ni siquiera tienen que ganar. Les vale con esperar a que sus enemigos pierdan, es decir, que las bajas que les causan desgasten el apoyo de sus opiniones p¨²blicas y les fuercen a la retirada. Y este a?o van ya cerca de 200 soldados extranjeros muertos, la mayor¨ªa estadounidenses desplegados en la Operaci¨®n Libertad Duradera (que lidera EE UU contra el terrorismo), distinta de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), bajo mando de la OTAN.
Aunque hasta ahora el cerco a Kabul sea m¨¢s psicol¨®gico que f¨ªsico, eso tambi¨¦n hace mella. "Sin duda", conf¨ªa la responsable de un programa de asistencia de una agencia de la ONU. "Despu¨¦s del asesinato de las tres cooperantes del IRC (International Rescue Committee) en Logar el 13 de agosto, nos hemos replanteado las visitas a nuestros proyectos de Gardez, a donde se llega por la misma carretera". Con motivo, los ataques contra ONG se han multiplicado por cinco desde 2007 y ya van 25 trabajadores humanitarios asesinados este a?o, seg¨²n fuentes de esas organizaciones. ?C¨®mo van a viajar los afganos que no cuentan ni con los coches blindados ni con la protecci¨®n armada de los extranjeros?
Las cifras de la violencia
- En Afganist¨¢n hay entre 17.000 y 20.000 talibanes, frente a 70.000 militares extranjeros y 130.000 soldados y polic¨ªas afganos.
- Los ataques contra ONG se han multiplicado por cinco desde 2007, y ya van 25 trabajadores humanitarios asesinados este a?o.
- Los atentados en las provincias colindantes con Kabul han aumentado un 50% este a?o.
- El mes m¨¢s violento desde la invasi¨®n de EE UU en 2001 ha sido julio, con la muerte de 260 civiles. En lo que va de a?o se han duplicado las v¨ªctimas mortales (m¨¢s de 2.500) respecto a 2007.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.