El gen que los hace infieles
Una mutaci¨®n presente en el 40% de los hombres condiciona su capacidad de compromiso y lealtad con su pareja
?Son multitud el tr¨ªo amoroso que aparentemente refleja Vicky Cristina Barcelona, la ¨²ltima pel¨ªcula de Woody Allen? ?Los seres humanos est¨¢n hechos s¨®lo para relaciones mon¨®gamas? Porque, ?qui¨¦n puede afirmar no haber amado o deseado a m¨¢s de una persona a lo largo de su vida a la vez?
Pueden estar seguros de que se habr¨¢n escrito r¨ªos de tinta sobre las relaciones amorosas y sus dificultades y, c¨®mo no, sobre la infidelidad. Al final, puede resultar que enga?ar a la pareja sea simplemente cuesti¨®n de tener o no un gen. Al menos, en los hombres. Y tiene un nombre, la variante 334, que la ciencia acaba de encontrar.
Esta mutaci¨®n es un enlace directo entre los genes del hombre y su aptitud para la monogamia. Investigadores del Instituto Karolinska de Suecia han publicado en la revista cient¨ªfica Proceedings of the National Academy of Sciences los resultados de un estudio seg¨²n el cual los hombres que carecen de la variante de un gen que influye en la actividad del cerebro tienen mayor capacidad de compromiso con la mujer.
Las relaciones se est¨¢n redefiniendo hacia la individualidad
La variante se asocia tambi¨¦n con la inestabilidad en el matrimonio
Este trabajo puede ayudar a explicar otros problemas de interacci¨®n social
Esta informaci¨®n no permite predecir c¨®mo ir¨¢ un matrimonio
?Eso quiere decir que, a partir de ahora, antes de pronunciar el "s¨ª quiero", la novia deber¨ªa pedir un certificado gen¨¦tico de su futuro marido? El efecto de esta variaci¨®n gen¨¦tica es relativamente modesto, explica Hasse Walum, investigador del Instituto Karolinska y que ha participado en el estudio, "y no puede ser utilizado para predecir con ninguna precisi¨®n el comportamiento que tendr¨¢ un hombre en una futura relaci¨®n", asegura.
Pero Helen Fischer, antrop¨®loga de la Universidad de Rutgers y especialista en amor rom¨¢ntico, dijo al Washington Post que esta informaci¨®n gen¨¦tica podr¨ªa ayudar a un hombre y a su esposa cuando vayan a contraer matrimonio. "Conocer los "puntos d¨¦biles" ser¨¢ ¨²til para superar futuros problemas", afirma.
Y, ?de qu¨¦ manera influye la variante de este gen en los hombres? T¨¦cnicamente, dicho gen forma un receptor para la vasopresina, una hormona que se encuentra en muchos mam¨ªferos. En general, las personas que presentan mayor preferencia por mantener una pareja estable tienen los niveles de dopamina, oxitocina y vasopresina aumentados. ?Y esta hormona no podr¨ªa afectar tambi¨¦n al comportamiento de las mujeres? Los cient¨ªficos estudiaron a los hombres porque se sabe que la vasopresina desempe?a un papel m¨¢s relevante en su cerebro que en el de las mujeres.
El mismo gen se ha estudiado previamente en los campa?oles, unos ratones de campo, y result¨® estar ligado al comportamiento mon¨®gamo de los machos. Este hecho, afirma Walum, "hace nuestros resultados a¨²n m¨¢s interesantes, y sugiere que los mecanismos del cerebro estudiados que sabemos dan lugar a enlaces fuertes entre los individuos de campa?ol pueden tambi¨¦n ser relevantes en los humanos". Curiosamente, el efecto de la vasopresina en las relaciones humanas podr¨ªa dar lugar a descubrir las causas de enfermedades que se caracterizan por problemas de interacci¨®n social como el autismo, concluye este cient¨ªfico.
El estudio lo han realizado con 1.100 personas (550 hombres gemelos suecos y sus correspondientes parejas o esposas). La variante del gen, el alelo 334, est¨¢ presente en dos de cada cinco varones del estudio. La variante de este gen influye, asimismo, en las posibilidades de que existan problemas de convivencia en el matrimonio o en la relaci¨®n de pareja.
Los investigadores suecos han encontrado que los hombres que llevan una o dos copias de la variante del alelo 334 se comportan a menudo de forma diferente en las relaciones de pareja, que los hombres que carecen de esta variante del gen.
Como explic¨® a EL PA?S Hasse Walum, el 40% de los individuos estudiados llevaban una o dos copias del alelo 334. Tener esa variante, ?qu¨¦ significaba? Pues que estos hombres duplicaban tambi¨¦n la probabilidad de haber sufrido una crisis marital o de relaci¨®n durante el ¨²ltimo a?o, a diferencia de los hombres que carec¨ªan de esa variante. Las mujeres que se casaron o unieron con los hombres que llevaban esas copias del gen se mostraron menos satisfechas de su relaci¨®n amorosa con relaci¨®n a las que se unieron con hombres sin esa variante.
Afortunadamente, no hay que asustarse. Los mismos cient¨ªficos nos tranquilizan: tener ese alelo no marcar¨¢ nuestras vidas. "Todo comportamiento humano tiene tres esferas, la biol¨®gica, la psicol¨®gica y la social, y todas ellas influyen de una manera u otra. La existencia de un factor biol¨®gico no significa que lleve al hombre a tener un problema de relaci¨®n", asegura
Miguel ?ngel Cueto, psic¨®logo y secretario general de la Federaci¨®n Espa?ola de Sociedades de Sexolog¨ªa. "Los factores sociales y psicol¨®gicos o la interacci¨®n con el medio pueden ayudar o perjudicar en los conflictos de pareja", a?ade Cueto.
Entonces, ?la monogamia no est¨¢ amenazada? "No creo que la monogamia est¨¦ m¨¢s en declive que antes. Somos polig¨¢micos por naturaleza y monog¨¢micos de vocaci¨®n", explica el psic¨®logo especializado en relaciones amorosas Walter Riso. "Los machos desparramando genes y las hembras diluyendo la paternidad entre varios para cuidar las cr¨ªas es lo que ense?an las teor¨ªas evolucionistas", a?ade. Sin embargo, parece ser que en la cultura humana se imponen el acuerdo, los valores y el sentido de exclusividad.
"La experiencia muestra que aunque la posmodernidad avanza en la autonom¨ªa y otros rubros, los acuerdos afectivos que buscan la estabilidad amorosa siguen en boga. La gente quiere relaciones afectivamente estables, seguras y tranquilas, incluso los j¨®venes", aventura el psic¨®logo Walter Riso.
Hay quienes buscan alternativas. La monogamia no tiene por qu¨¦ ser necesariamente el mejor de los estilos de vida, "depende de lo que haya en juego, de los costos psicol¨®gicos, del sentimiento implicado en las personas", a?ade Riso.
Y es que, dice este psic¨®logo, abrir una sucursal afectiva puede resultar enloquecedor para todos los implicados. Sin embargo, s¨ª cree posible que podamos amar a m¨¢s de una persona al mismo tiempo: "Es cuando fragmentamos los tres componentes del amor: Eros (sexo), Philia (amistad) y ?gape (ternura). En vez de en una, pueden estar repartidos entre varias personas". Algunos expertos consideran que tendemos hacia una sociedad cada vez m¨¢s individualista, donde las relaciones son cada vez m¨¢s individuales porque las personas dan prioridad a sus trayectorias personales.
En este sentido, las relaciones de pareja se est¨¢n redefiniendo "porque aparece como un contrato temporal, una relaci¨®n puntual o de apoyo mutuo, y en muchos casos lleva a que est¨¦s abierto a cualquier tipo de relaci¨®n y que dentro de tu trayectoria individual te parezca que es correcta, de forma que no colisione con otros compromisos ya adquiridos y lo explicitas", dice Antonio L¨®pez, profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad Espa?ola de Educaci¨®n a Distancia (UNED).
?Y qu¨¦ est¨¢ ocurriendo con estas trayectorias individualizadas y personales? Te¨®ricamente, a algunas personas le puede llevar a establecer acuerdos con sus parejas como tener nuevas experiencias con otras personas distintas, de forma "que aporten un plus de novedad, por las caracter¨ªsticas f¨ªsicas o psicol¨®gicas", afirma L¨®pez.
Pero toda cara tiene su cruz. Y es que, a?ade el soci¨®logo, los seres humanos no son tan maleables como los discursos que tenemos sobre nosotros mismos. Vamos, que una cosa se piensa, es la teor¨ªa, y otra, la pr¨¢ctica. "Cuando haces determinadas acciones, las relaciones (y t¨² mismo) se pueden deteriorar", a?ade L¨®pez.
Una aventurilla puntual dentro de una relaci¨®n mon¨®gama de nuevo cu?o podr¨ªa responder, no tanto a la libre elecci¨®n de la persona, sino porque se encuentre insatisfecha "y en el fondo ambos pueden estar buscando la redefinici¨®n de la relaci¨®n", dice el soci¨®logo. Cada persona deber¨ªa adaptarse a su estilo de afecto y de amor que desee "y como el amor y las relaciones afectivas son polimorfas, cada uno tenemos la capacidad de decidir la relaci¨®n afectiva, emocional o sexual que deseemos", dice Miguel ?ngel Cueto.
Desde hace tiempo se habla de que las relaciones deben ser igualitarias. No parece ser el t¨¦rmino m¨¢s adecuado. Lo importante en las relaciones no es que sean igualitarias, "sino aut¨¦nticas", a?ade Antonio L¨®pez. "Es cuando se puede mantener una relaci¨®n de igualdad, de respeto y sobre todo de apertura al otro".
Lo m¨¢s habitual son las relaciones mon¨®gamas sucesivas. Es decir, relaciones que comienzan y acaban y en las que generalmente somos fieles mientras dura la relaci¨®n. Las razones para ese comportamiento pueden tener una explicaci¨®n casi biol¨®gica, dice Cueto: los estudios realizado en relaciones de pareja o de matrimonio indican que cuando una pareja tiene un hijo, durante los cuatro primeros a?os de vida, la relaci¨®n funcionar¨¢ bien porque el hijo no es aut¨®nomo y tanto la mujer como el hombre tienden a proteger a la prole, son m¨¢s fieles y dedican m¨¢s tiempo para educarlo, asegura.
?Continuar¨¢ existiendo la relaci¨®n de pareja como el modelo fundamental en el futuro? "Es dif¨ªcil saberlo", a?ade Cueto. Aunque quiz¨¢ cada vez necesitemos menos de la monogamia sucesiva, sugiere este sex¨®logo. A veces se toma demasiado a la ligera el afecto y el sexo como elementos que pueden ser o ir por separado, cuando deber¨ªan ir m¨¢s unidos, a?ade. "Los seres humanos somos modificables, incluso en la vida de pareja tenemos un ritmo, somos como ruedas dentadas y si una de ellas no va bien, se para y chirr¨ªan y eso a veces hace que la relaci¨®n sea m¨¢s conflictiva y compleja".
Uno va buscando un amor que le dure y que adem¨¢s le haga sentirse bien si es posible, y cuando no le hace sentir bien tendemos a modificar a la pareja. Lo aconsejable, explica Cueto, es que antes de que alguien busque un amante sustitutorio, se intente mejorar la relaci¨®n con ayuda de especialistas. Y si al final resulta que nada funciona, lo mejor es romper: "?Para qu¨¦ seguir juntos?". No es f¨¢cil convivir en pareja, pero a veces no somos h¨¢biles y tendr¨ªamos que intentar aprender.
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