Fragmentos de Estado
Si alguien recordara a un afiliado del PSC que si ese partido existe y ha podido ganar elecciones, y gobernar ayuntamientos y llegar a la presidencia de la Generalitat, se debe en buena medida a que en el PSOE surgi¨®, en los a?os setenta, un grupo de militantes andaluces que consiguieron acabar con el desierto que hist¨®ricamente hab¨ªa sido Catalu?a para los socialistas, seguramente se echar¨ªa las manos a la cabeza. "Pero ?qu¨¦ dice ¨¦ste!", exclamar¨ªa.
Y sin embargo, fue ese grupo y muy personalmente Felipe Gonz¨¢lez quien -haciendo o¨ªdos sordos a los cantos de sirena de una confederaci¨®n de todos los grupos y grupitos socialistas tan abundantes en aquellos a?os, y lanzando en su lugar una especie de partido federal sostenido en una fuerte espina dorsal- acert¨® con la f¨®rmula del ¨¦xito y acab¨® con una historia centenaria de fracasos del socialismo espa?ol y del catal¨¢n en Catalu?a. Fue la marca PSC-PSOE la que llen¨® una y otra vez el Palau, y la que dio el triunfo en todas las elecciones generales y en muchas locales.
El invento, como todo en la vida, tuvo sus l¨ªmites. Por un pu?ado de votos, quiz¨¢ por un exceso de confianza, Joan Ravent¨®s se dej¨® arrebatar el triunfo que todos daban por descontado en las primeras elecciones auton¨®micas. Pero como en pol¨ªtica tampoco hay mal que por bien no venga, aquella derrota del PSC, luego ritual, comenz¨® a sentirse en el PSOE como una bendici¨®n cuando los esca?os en las generales no daban para la mayor¨ªa absoluta. Gonz¨¢lez hizo de la necesidad virtud y puso una vela a la Virgen de Montserrat pidi¨¦ndole que, por lo que m¨¢s quieras, Virgencita, lo dejara como estaba: CiU en la Generalitat, PSC en los ayuntamientos.
Han pasado much¨ªsimos a?os. Y un se?or que se llama Jos¨¦ Zaragoza, con tantas zetas en el apellido como aquel Gonz¨¢lez del cuento, dice que PSOE es un partido y PSC es otro partido. No se atrever¨¢ Zaragoza, seguramente, a proponer que el secretario general del partido que es otro que su partido no acuda al Palau a echar su discurso. No se atrever¨¢, no. Porque el d¨ªa que el secretario general del PSOE no vaya al Palau, adi¨®s PSC y adi¨®s Generalitat. Pero s¨ª, han pasado los a?os y el PSC ostenta la presidencia de la Generalitat mientras el PSOE ostenta la presidencia del Gobierno de Espa?a.
?Son dos partidos? Eso ahora es lo de menos. Lo de m¨¢s es que el PSC, cuando habla desde la Generalitat, dice: Catalu?a quiere, Catalu?a exige, Catalu?a no admitir¨¢. Y el PSOE, cuando replica desde el Gobierno, dice: el Estado quiere, el Estado exige, El Estado no admitir¨¢. ?sta ha sido, en resumidas cuentas, la funci¨®n representada este verano. El president de la Generalitat, cuando habla por su boca, es Catalu?a, y el ministro de Hacienda, cuando replica por la suya, es el Estado. Y as¨ª, la verdad, no habr¨¢ manera de entenderse.
Catalu?a es Estado de modo an¨¢logo a la manera en que PSC era PSOE. Si partieran de ah¨ª, a lo mejor el acuerdo resulta m¨¢s factible. Somos un Estado federal en el que el componente federativo cede cada d¨ªa un palmo a la pretensi¨®n de bilateralidad. Si seguimos por ese camino, si la bilateralidad no se cohonesta con la multilateralidad, llegar¨¢ un d¨ªa en que una de las dos partes sucumba, o acabe devorada por la otra. Si el ministro de Hacienda es Estado y el presidente de la Generalitat es Catalu?a, o sea, si el Estado no es tambi¨¦n Catalu?a y si Catalu?a no es tambi¨¦n Estado, uno de los dos sobra.
Catalu?a no es fragmento de una totalidad de la que el Estado es otro fragmento: Catalu?a es fragmento de Estado, como lo es tambi¨¦n, que Dios nos asista, Extremadura. De distinta historia, sin duda, con diferentes caracter¨ªsticas, faltar¨ªa m¨¢s, y hasta con diferentes identidades colectivas, si tal cosa no fuera m¨¢s que el ¨²ltimo clavo ardiendo al que se agarran los comunitaristas, antes llamados organicistas, tras la disoluci¨®n en el aire de las conciencias de clase. Si cada cual es fragmento y todos los fragmentos son Estado, entonces la bilateralidad tendr¨ªa que acompasarse con la multilateralidad, como ocurre en los Estados federales.
?sta es la tensi¨®n inherente al sistema creado hace 30 a?os. Un elemento fundamental de aquella creaci¨®n fue el gui¨®n que un¨ªa PSC y PSOE y todos los guiones que vinieron despu¨¦s. Quiz¨¢ los vientos soplen en la direcci¨®n apuntada por Zaragoza: guiones fuera. Acabaremos de saberlo el d¨ªa en que un secretario general del PSC decida que no es grata la presencia de un secretario general del PSOE en el Palau Sant Jordi, de Barcelona, en v¨ªsperas electorales. -
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