Un alcalde en La Moncloa
?Es Corbacho un pol¨ªtico que asume su responsabilidad de ministro sin amedrentarse ante las dificultades y que no renuncia a plantear medidas si son necesarias para la articulaci¨®n del inter¨¦s general? O, por el contrario, ?es el ministro que tiene como misi¨®n dejar sin espacio pol¨ªtico a la derecha espa?ola en el debate sobre la inmigraci¨®n y regalar los o¨ªdos a una opini¨®n p¨²blica que nunca ha visto del todo claro el fen¨®meno de la inmigraci¨®n?
Atendiendo a sus propuestas no creo que nos encontremos ante el pol¨ªtico dispuesto a suicidarse -pol¨ªticamente hablando- si ¨¦ste es el precio que pagar para garantizar la aplicaci¨®n de pol¨ªticas de un inequ¨ªvoco inter¨¦s general. Ya s¨¦ que este concepto es discutible y lo que para uno es evidente, para otros es discutible. Pero lo que casi nadie discute -ni tan s¨®lo la vicepresidenta del mismo Gobierno que tiene a Corbacho en la cartera de Trabajo e Inmigraci¨®n- es que su idea de situarnos en un n¨²mero pr¨®ximo a cero en la contrataci¨®n en origen de trabajadores extranjeros es como m¨ªnimo un derroche de optimismo con las posibilidades que ofrece el mercado espa?ol de trabajadores en paro para dar respuesta a algunas de las demandas de nuestros empresarios.
"En la calle se habla de o¨ªdas, pero de un ministro como Corbacho se espera la virtud del rigor"
Yo no me creo que Corbacho y su equipo no dispongan de los datos que explican las dificultades para cubrir determinadas ofertas de trabajo. Tampoco es cre¨ªble que su ministerio no disponga ni conozca las informaciones que abundan en la idea que esos problemas de contrataci¨®n no son atribuibles s¨®lo a una situaci¨®n de una bonanza econ¨®mica y de un mercado de trabajo t¨¦cnicamente cercano a la plena ocupaci¨®n. Corbacho no puede alegar desconocimiento al hecho que aun estando en el paro, la mayor¨ªa de personas de este pa¨ªs no est¨¢n dispuestas a trabajar en seg¨²n qu¨¦ ocupaciones ni en seg¨²n qu¨¦ condiciones. Esto lo dicen y lo saben los empresarios, los sindicatos y tambi¨¦n estudiosos del mercado laboral. ?Qu¨¦ impuls¨®, pues, a Corbacho a pronunciar su pol¨¦mica propuesta?
Mi especulaci¨®n -no tengo ning¨²n contacto directo con el ministerio para pasar de la categor¨ªa de la especulaci¨®n a la de la certeza- es que el ministro que antes fue alcalde hace m¨¢s de alcalde que de ministro. Me explico; Corbacho -como buen alcalde que fue si nos atenemos a sus resultados electorales- supo escuchar e interpretar el sentir popular de sus conciudadanos. Y como ministro sigue esa misma direcci¨®n pensando que eso tambi¨¦n le va a facilitar las cosas a ¨¦l y sobre todo a su partido. Y claro, Corbacho dice lo que dice la calle. ?O acaso no es verdad que la calle no dice que no hay que dar trabajo a los de afuera si los nuestros est¨¢n en el paro? La gran diferencia es que la opini¨®n de la calle no tiene por qu¨¦ conocer lo complejo de la realidad. Corbacho, s¨ª.
En la calle se habla de o¨ªdas y rumores (a los chinos les regalan las licencias y los inmigrantes no pagan impuestos, por ejemplo), pero de un ministro se espera entre otras virtudes la del rigor. En general, los mejores pol¨ªticos son los que est¨¢n dispuestos a arriesgar dentro de los c¨¢nones de rigor. Los que sin distanciarse de la realidad saben andar a una cierta distancia para ver mejor y ser m¨¢s l¨²cido. Y en esa l¨®gica, Corbacho no est¨¢, no s¨®lo por estas ¨²ltimas declaraciones, sino por muchas otras.
Es cierto que con sus declaraciones de portavoz acr¨ªtico del sentir popular Corbacho hace diana en la pretensi¨®n de descolocar a aquellos que tienen un discurso neopopulista con la inmigraci¨®n y buscan con ello desgastar al Gobierno. Pero una cosa es que un ministro se preocupe de evitar dar alas a su oposici¨®n y otra es que esa preocupaci¨®n se convierta en el eje de su actuaci¨®n y se olvide de los retos a los que su ministerio debe responder.
Neutralizar a la oposici¨®n haci¨¦ndose suyas las propuestas m¨¢s populistas que est¨¢n en el mercado tiene un m¨¦rito m¨¢s que relativo. Apropiarse del discurso del adversario pol¨ªtico para evitar que ¨¦ste haga estragos en tu contra es una muestra de debilidad, una falta de convicci¨®n con la propia ideolog¨ªa y una desconfianza con tu programa. Peor imposible. Es en las cuestiones dif¨ªciles, como es sin duda la inmigraci¨®n en tiempos de crisis econ¨®mica, en las que tiene m¨¢s sentido la dualidad liberal-conservador o izquierda-derecha. Es en estos momentos en los que los programas de los distintos partidos pol¨ªticos adquieren su m¨¢xima importancia. Gestionar en tiempos de bonanza nos aproxima a la idea del fin de las ideolog¨ªas, una idea que apareci¨® con fuerza en la d¨¦cada de 1960, precisamente cuando el modelo de Estado social y de bienestar estaba llegando a su cima. La alternancia pol¨ªtica se entend¨ªa m¨¢s como un mecanismo de contrapeso que evitaba la perpetuaci¨®n de los gobernantes que la garant¨ªa para ver emerger una agenda pol¨ªtica alternativa. Pero eso termin¨®. Cuando los problemas existen y m¨¢s a¨²n cuando se superponen (paro, inmigraci¨®n, etc¨¦tera), es cuando las ideas y las propuestas pol¨ªticamente distintas tienen sentido.
Hay quienes han criticado a Corbacho porque se sal¨ªa de lo pol¨ªticamente correcto. Y hay quienes le han aplaudido por lo mismo, por cierto, con riesgo de convertir la cr¨ªtica a lo pol¨ªticamente correcto en un discurso hegem¨®nico y con la pretensi¨®n que s¨®lo sea correcto criticar lo pol¨ªticamente correcto. Pero lo que nos deber¨ªa preocupar es que en tiempos de incertidumbre se siga rehuyendo la pedagog¨ªa pol¨ªtica y las propuestas sean de tan bajo calado y calidad, de tanta poca viabilidad, de escasa maduraci¨®n que s¨®lo se expliquen por la necesidad del regate a corto pensando m¨¢s en el adversario y en las elecciones que en afrontar la complejidad de la situaci¨®n para gestionarla y, a su vez, hacerla comprensible al resto de los ciudadanos. El debate puede ir tan lejos como se quiera, pero nunca alejados del rigor. Debemos poder discutir de todo, sin duda, pero no sin un m¨ªnimo rigor.
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