Gravedad con retraso
El debate sobre la crisis trasluce divisi¨®n en el Gobierno y falta de ideas en la oposici¨®n
Cuando la econom¨ªa europea va bien, la espa?ola va mejor; y cuando va mal, la espa?ola va peor, al menos en su efecto m¨¢s visible: el rapid¨ªsimo hundimiento del empleo. Ocurri¨® en 1993 y est¨¢ ocurriendo ahora. Zapatero se defendi¨® ayer de las acusaciones de haber ignorado por motivos electoralistas la gravedad de la crisis diciendo que todos los Gobiernos se hab¨ªan equivocado en sus previsiones; y de la acusaci¨®n de haber subestimado las causas espec¨ªficas de la crisis en Espa?a, argumentando que afecta en mayor medida a pa¨ªses sin esas singularidades y con modelos muy diferentes de crecimiento.
As¨ª es. Bruselas anunci¨® ayer su previsi¨®n de inminente recesi¨®n tambi¨¦n en Espa?a; y la prueba de que Zapatero reconoce que hab¨ªa motivos para temer un estancamiento aunque no hubiera existido el desencadenante exterior es que la terapia que propone se refiere a las causas espec¨ªficas: la burbuja inmobiliaria, la baja productividad y un diferencial de inflaci¨®n no achacable al petr¨®leo.
Su discurso de ayer, repetitivo y que son¨® vac¨ªo en ocasiones, ofreci¨® un marco de prioridades m¨¢s que un nuevo cat¨¢logo de medidas, lo que significa que el Gobierno se aviene al principio de realidad, sin ceder a la tentaci¨®n de la dispersi¨®n. Ese planteamiento permiti¨® abrir un debate algo m¨¢s centrado, aunque revel¨® que ni Gobierno ni oposici¨®n tienen ideas claras sobre c¨®mo hacer compatibles las medidas defensivas (contra los despidos y de protecci¨®n de los desempleados) y las iniciativas destinadas a propiciar un cambio de modelo de crecimiento.
Frente a la idea presidencial de que Espa?a est¨¢ mejor preparada que nunca para afrontar la crisis, Rajoy sostuvo lo contrario, citando el fuerte d¨¦ficit exterior y la p¨¦rdida de competitividad para repetir el discurso de la legislatura anterior sobre la buena herencia del PP malbaratada por Zapatero; y ¨¦ste volvi¨® a esquivar los datos actuales (2,5 millones de parados) recordando los de la Espa?a de Aznar. En lo que acert¨® Rajoy fue en su denuncia de las discrepancias dentro del Gobierno sobre el tratamiento de la espec¨ªfica crisis del sector inmobiliario.
Las ¨²nicas dos nuevas medidas dadas a conocer en el debate entraron de lleno en esa divergencia. Frente al planteamiento de Solbes, partidario de dejar que se produzca el necesario ajuste del sector, Zapatero anunci¨® ayudas por 3.000 millones (ampliables) a inmobiliarias que destinen viviendas al alquiler, y la creaci¨®n de sociedades cotizadas de inversi¨®n en el sector inmobiliario. Para los equilibrios dentro del Gobierno son diferencias significativas; est¨¢ por ver si lo ser¨¢n para el sector.
Sobre el debate planearon las dificultades para llegar a un acuerdo en materia de financiaci¨®n auton¨®mica, sobre todo en las intervenciones de los grupos nacionalistas. Tambi¨¦n sobrevol¨® la cuesti¨®n de la financiaci¨®n municipal, puesto que, como en el caso de las comunidades aut¨®nomas, corren con buena parte de las prestaciones sociales y de los servicios que la crisis podr¨ªa poner en riesgo. El debate sirvi¨® para deshacer el equ¨ªvoco de que la crisis sea un asunto exclusivo del Estado central; pero revel¨® tambi¨¦n la dificultad para satisfacer a la vez las demandas de comunidades que, con el argumento de la crisis, exigen ampliar la solidaridad y las que, con el mismo argumento, piden limitarla. Qued¨® claro que ¨¦ste ser¨¢ un punto inexcusable de la agenda pol¨ªtica de la legislatura.
El Parlamento cumpli¨® ayer su papel, pero afuera aguarda la crisis. La realidad ir¨¢ demostrando si el Gobierno ha acertado en su terapia, pero el margen para la demagogia se ha acabado. Tanto para las medidas pirot¨¦cnicas desde el Ejecutivo, como para las descalificaciones sin argumentos desde la oposici¨®n.
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