La serie que paraliza Palestina
En pleno mes de Ramad¨¢n, la mayor¨ªa de los musulmanes cumple el precepto del ayuno. En Jerusal¨¦n, alrededor de las siete de la tarde, suena el estruendo de un ca?onazo que se?ala el instante en el que los creyentes pueden romperlo. Tres horas despu¨¦s, y aunque no se trate de un mandamiento religioso, los palestinos, y con ellos decenas de millones de ¨¢rabes, tienen una cita casi ineludible.
Se emite la tercera, y esperada, temporada de Bab el Hara (La puerta del barrio), una serie de producci¨®n siria financiada por los pa¨ªses del golfo P¨¦rsico que bate r¨¦cords en el mundo ¨¢rabe. La serie, emitida por sat¨¦lite en el canal MBC, se ambienta en los vecindarios de la ciudad vieja de Damasco (Siria) durante la ¨¦poca de la ocupaci¨®n francesa, tras la I Guerra Mundial, en la d¨¦cada de los a?os treinta.
No destaca por el derroche de recursos ni por la excelencia de sus actores y actrices. Pero ha sabido tocar la fibra sensible de una comunidad que atraviesa tiempos muy dif¨ªciles. Glorifica el pasado en una loa a los valores tradicionales, la fraternidad, la solidaridad, el respeto por la familia, y por la sabidur¨ªa de las personas mayores. Son algunos mujtars, los venerados l¨ªderes de cada uno de los barrios de la ciudad vieja de Damasco, los protagonistas de la acci¨®n. Rodeados de una especie de consejeros, siempre hombres, deciden el destino de la comunidad: a qui¨¦n destinar el dinero donado por los pudientes, o bien ahorrarlo, o dedicarlo a alguna obra p¨²blica.
Ni?os, j¨®venes y adultos, hombres y mujeres no pierden ripio. Lo m¨¢s habitual es verlo en familia, a veces en compa?¨ªa de primos, sobrinos o vecinos. Pero algunos hombres prefieren reunirse en hoteles. Es frecuente en estas noches que, fumando narguila en mano, abarroten cuando empieza la emisi¨®n amplios salones en locales de Jerusal¨¦n Este. Bab el Hara proyecta, adem¨¢s de la mirada nost¨¢lgica a la ¨¦poca de entreguerras -cuando brit¨¢nicos y franceses se repartieron Oriente Pr¨®ximo y situaban a una dinast¨ªa en Bagdad o Damasco y a otra en Amm¨¢n-, el auge del entonces incipiente nacionalismo ¨¢rabe, un asunto que ha estado en boga y en boca de infinidad de l¨ªderes, ahora con escaso vigor. No en vano, tambi¨¦n se emite otro serial sobre Gamal Abdel Nasser, el ex presidente egipcio palad¨ªn del panarabismo.
A las diez de la noche de cualquiera de los 31 d¨ªas que se prolonga la emisi¨®n -s¨®lo durante el Ramad¨¢n-, las calles de Jerusal¨¦n, y de muchas otras ciudades ¨¢rabes, presentan un aspecto inusual: ni tr¨¢fico, ni gente de compras por las calles, ni el sonar de los bocinazos. Son un solar. Durante el d¨ªa, muchos chavales juegan a imitar a sus personajes favoritos. Seguramente, y dado su ¨¦xito arrollador, hasta el pr¨®ximo mes sagrado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.