Una vez rojo
Aceptar que la Disposici¨®n Adicional Segunda del Estatuto de Autonom¨ªa aprobado en 1981 conten¨ªa lo que se acabar¨ªa denominando deuda hist¨®rica fue un error. En el tenor literal de dicha disposici¨®n no hay nada que ni remotamente permita llegar a esa conclusi¨®n, ni mucho menos es posible alcanzarla mediante una interpretaci¨®n sistem¨¢tica de la misma, ya que basta poner en conexi¨®n la mencionada Disposici¨®n Adicional con la Disposici¨®n Transitoria Sexta para darse cuenta que en la Disposici¨®n Adicional simplemente se conten¨ªa un mandato a las Cortes Generales, a fin de que se tuviera cuenta "las circunstancias socioecon¨®micas de Andaluc¨ªa" en la financiaci¨®n inicial de los servicios transferidos, es decir, en el momento de la inicial puesta en marcha de la Comunidad Aut¨®noma de Andaluc¨ªa. A esa financiaci¨®n inicial y nada m¨¢s que a esa financiaci¨®n inicial se refer¨ªa la Disposici¨®n Adicional Segunda. En consecuencia, desde un punto de vista jur¨ªdico, la llamada deuda hist¨®rica es un puro disparate, que no debi¨® haberse aceptado nunca.
Pero no ha sido un error exclusivamente jur¨ªdico, sino tambi¨¦n un error pol¨ªtico. Andaluc¨ªa ha conseguido con un esfuerzo inmenso salir de la situaci¨®n subalterna en que hab¨ªa quedado en Espa?a desde el inicio de la edad contempor¨¢nea. La reciente publicaci¨®n de las balanzas fiscales ha venido a certificarlo y empieza a ser reconocido en los informes sobre la econom¨ªa espa?ola que Andaluc¨ªa se ha convertido en uno de los motores de dicha econom¨ªa. Pero a los prejuicios es muy dif¨ªcil erradicarlos y el prejuicio de la Andaluc¨ªa subsidiada, que sigue viviendo a costa del esfuerzo de los dem¨¢s, todav¨ªa sigue en circulaci¨®n en bastantes regiones espa?olas. En algunas de manera interesada, incluso a sabiendas de que no se corresponde con la realidad. Reclamar una supuesta deuda hist¨®rica por unas "circunstancias socioecon¨®micas que impiden la prestaci¨®n a un nivel m¨ªnimo de los servicios efectivamente transferidos" m¨¢s de 25 a?os despu¨¦s de haber estado ejerciendo el derecho a la autonom¨ªa es dar alas al prejuicio al que acabo de referirme y, en consecuencia, tirar piedras contra nuestro propio tejado.
Pero es que, adem¨¢s, la deuda hist¨®rica es imposible de cuantificar de una manera objetiva y razonable. No hay ninguna investigaci¨®n cient¨ªfica que avale la determinaci¨®n de la cuant¨ªa de la deuda hist¨®rica. Ni la va a haber. Ni puede haberla. En consecuencia, la cuantificaci¨®n va a ser completamente arbitraria, sea cual sea la cantidad en la que se la cuantifique.
Justamente porque la cuantificaci¨®n no es determinable con criterios cient¨ªficos, la posibilidad de que se alcance un acuerdo es muy reducida por no decir que ninguna. La deuda hist¨®rica va a ser un instrumento de desgaste del Gobierno de la Junta de Andaluc¨ªa del que va a hacer uso el PP e IU, que fueron los partidos que pusieron en circulaci¨®n dicho concepto en la nefasta legislatura de la pinza.
M¨¢s vale una vez rojo que ciento amarillo, dice el refr¨¢n. El Gobierno debi¨® haberse atenido a dicho refr¨¢n hace ya mucho tiempo, de tal manera que la deuda hist¨®rica hubiera desaparecido de nuestro debate pol¨ªtico. Pero si no hizo cuando debi¨® hacerlo, deber¨ªa hacerlo ahora sin perder m¨¢s tiempo. El debate sobre la deuda hist¨®rica es un debate completamente est¨¦ril, que no nos va a permitir obtener financiaci¨®n adicional de verdad y que ¨²nicamente va a da?ar nuestra imagen en el resto del Estado.
Es obvio que para el Gobierno de la Junta de Andaluc¨ªa cerrar un acuerdo con el Gobierno de la naci¨®n va a tener un coste, porque la acusaci¨®n de claudicaci¨®n por parte del PP e IU, y por supuesto del PA, est¨¢ garantizada. Pero m¨¢s coste tendr¨¢ no poner fin al disparate.
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