La vigente perversi¨®n del 'modelo Barcelona'
Hay una reactivaci¨®n en el gobierno municipal, con propuestas sonoras (el tranv¨ªa por la Diagonal) y la revisi¨®n del ba¨²l conceptual. En efecto, el PSC ha dictaminado el fin del llamado modelo Barcelona, ci?¨¦ndolo a mover la ciudad a ritmo de acontecimientos. El dictamen tiene entonces poco m¨¦rito, porque esto, que ha sido heredado por Valencia como en las familias se reciben los muebles de la abuela, hace tiempo que est¨¢ agotado para Barcelona. La ciudad est¨¢ madura para mucho m¨¢s.
El viejo modelo quer¨ªa poner a Barcelona en el mapa, cosa plenamente conseguida aunque todav¨ªa hoy concentre importantes energ¨ªas municipales. Pero era m¨¢s que eso. Ante la hostil taca?er¨ªa del Gobierno de Madrid y del de la Generalitat pujolista, era la conjunci¨®n de inversi¨®n p¨²blica y privada bajo estricto dise?o municipal, para hacer llegar la manga hasta la punta del brazo y ejercer una sutil, b¨¢sica transformaci¨®n interna de la ciudad. Para poder redistribuir la riqueza hacia los barrios en forma de tangibles urbanos, especialmente de espacio p¨²blico, un bien entonces muy escaso. El modelo era una concepci¨®n operativa de la ciudad que respond¨ªa a un tiempo y a unas necesidades.
En la ciudad actual chirr¨ªan las costuras sociales y se ven las limitaciones de la gesti¨®n: en la limpieza o en los conflictos
El modelo se pervirti¨® precisamente en el equilibrio p¨²blico-privado. Si la Vila Ol¨ªmpica ya fue un aviso, Joan Clos puso el objetivo directamente en "generar riqueza" -la voz de mando- y la ciudad empez¨® su camino hacia la privatizaci¨®n excesiva de todo lo colectivo. Se gan¨® futuro, pero al mismo tiempo se invent¨® esta ciudad encantadora que enamora a los turistas y que funciona de maravilla cuando los aut¨®ctonos hacen vida de turista, es decir, cuando disfrutan del ocio y, en menor medida, de la cultura. Barcelona en su divertida, mediterr¨¢nea frivolidad. Pero en la ciudad actual chirr¨ªan las costuras sociales y se ven las limitaciones de la gesti¨®n: por ejemplo, en algo tan obvio como la limpieza; por ejemplo, en los conflictos, sea el concierto alternativo de Sants o el plan de reforma de la Barceloneta.
Es en la etapa de Joan Clos cuando se piensan las infraestructuras de gran calado que est¨¢n por hacer, desde la Sagrera al 22@. Barcelona vive todav¨ªa de ese futuro: un futuro, por cierto, trufado de hoteles, que no perdonan ni el entorno del Palau de la M¨²sica, vulnerado en una compleja operaci¨®n de permutas y desprotecciones. Dice ahora el PSC: hace falta darle a la ciudad un relato, y tiene raz¨®n: el modelo era vida cotidiana y tambi¨¦n entusiasmo. Era modernidad, impulso y orgullo. Era un capital simb¨®lico que se desinfl¨® cuando se volvi¨® cuantitativo, antip¨¢tico y sin alma. Que esa modernidad se levantara en oposici¨®n a la ra¨ªz catalana es un p¨¦simo favor que Pasqual Maragall hizo a Catalu?a, que Clos acentu¨® y que el Ayuntamiento actual no acaba de rectificar por m¨¢s que ahora se vuelva a hablar de capitalidad. Barcelona es todav¨ªa una ciudad sin pa¨ªs.
As¨ª que Jordi Hereu tendr¨¢ que pensar mucho si de verdad quiere dejar atr¨¢s el modelo Barcelona. Darle alma al relato y convencer: al alcalde se le acumula el trabajo.
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