El Consejo en sus manos
Formulo el t¨ªtulo en t¨¦rminos afirmativos, aunque, a tenor de la experiencia, ser¨ªa m¨¢s realista presentarlo como pregunta. Pues tanto al que escribe como al lector, le asiste toda la legitimidad del mundo para albergar un hondo pesimismo y fundada falta de confianza en la autonom¨ªa del pr¨®ximo Consejo General del Poder Judicial. Para temer que pudiera tratarse de otro mandato -visto lo visto, de un n¨²mero indefinido de a?os- de malas pr¨¢cticas y del peor ejemplo en el terreno de la administraci¨®n de la jurisdicci¨®n y del estatuto de los jueces.
Ahora bien, lo cierto es que, al fin, el futuro inmediato de tan malhadada instituci¨®n quedar¨¢ en manos de 20 personas. A expensas de su sentido del deber, m¨¢s que pol¨ªtico preferentemente moral. Porque, dados los antecedentes de falta de sensibilidad constitucional de los encargados de la gesti¨®n del presente delicado momento institucional, y que, una vez m¨¢s, se han quebrantado todas las cautelas jur¨ªdicas, la esperanza -eso que es "lo ¨²ltimo que se pierde", por quien no la hubiera perdido- ya s¨®lo puede cifrarse en el factor personal, en "el factor humano", en la responsabilidad de los designados ante s¨ª mismos. Lo que, desde luego, no es gran cosa cuando el marco de referencias es el de un Estado constitucional de derecho. (Subrayado lo "de derecho").
El nuevo CGPJ escribir¨ªa una p¨¢gina nueva rompiendo las ataduras partitocr¨¢ticas
Tras siete a?os de bochorno, dos de los cuales, adem¨¢s, de insidias pol¨ªticas, de pol¨ªtica, sobrea?adida, de la peor, por la grosera instrumentalizaci¨®n del tr¨¢nsito al nuevo mandato, se ha llegado a una situaci¨®n que los protagonistas presentan como "de consenso". Pero que, en realidad, es de reincidencia en la complicidad sobre un modo de operar al margen de las reglas y en contra de su esp¨ªritu; que ha alumbrado, como no pod¨ªa ser menos, otro consenso. Un general estado de opini¨®n, con reflejo en los titulares y editoriales de la totalidad de los media, que traduce bien la sensaci¨®n de la ciudadan¨ªa; o de aquella parte de la misma a la que a¨²n pudiera importar esto, despu¨¦s de tanto fiasco. Algo que tendr¨ªa que preocupar seriamente a los actores del proceso, si es que aqu¨ª quedase un resquicio de sensibilidad para tal clase de culpas, que no creo.
De lo le¨ªdo emergen, aparte el malestar por los resultados, algunas conclusiones perversas, ahora ya pac¨ªficas y expresadas esta vez sin la menor reserva. A saber, que la formaci¨®n del Consejo corresponde, no las C¨¢maras, sino a algunos ejecutivos de partido, con riguroso respeto del fraudulento sistema de cuotas. Que el presidente lo nombra, as¨ª como suena, el del gobierno. Que el juez que no tenga una asociaci¨®n -lo que ha terminado por significar ?un partido!- de referencia, no tiene nada que hacer. En fin, peor imposible. Porque, conviene recordarlo en medio de tanta amnesia, es de garantizar la independencia judicial de lo que se trata.
Mientras, la jurisdicci¨®n pasa por momentos delicad¨ªsimos. Por la calidad y la complejidad de los asuntos que se desbordan sobre ella; y por la reiteraci¨®n de su uso como recurso impropio para, supuestamente, hacer frente a problemas sociales, o de otra ¨ªndole, de gran calado; sin reparar en que, como medio, ni vale para todo ni tiene una elasticidad ilimitada. El n¨²mero de profesionales es francamente insuficiente; la estad¨ªstica, generalmente, aplastante; y la infraestructura burocr¨¢tica permanece en sus constantes galdosianas, tan castizas como inoperantes. Tal conjunto de factores contribuye, adem¨¢s, a proyectar sobre los jueces una presi¨®n social y medi¨¢tica dif¨ªcil de soportar; que se traduce, con alarmante frecuencia, en demandas, no tanto de responsables, en raz¨®n de la culpabilidad, por los eventuales incumplimientos, como de "chivos expiatorios".
A tenor del contexto esquem¨¢ticamente dise?ado, es claro que lo que tiene por delante el Consejo en su nueva composici¨®n es como para cortar el aliento a quienes lo integren. Por eso resulta a¨²n m¨¢s desolador que haya de iniciar su recorrido a partir de presupuestos tan precarios, obstaculizadores incluso. Cuando lo que necesita de verdad, y tendr¨ªa que haber heredado, es confianza, impulso y consenso (del bueno).
Con todo, y a pesar de las dificultades que se perfilan en el poco tranquilizador horizonte, si el aludido "factor humano" funcionase, es decir, si los futuros vocales, al contrario de lo sucedido con quienes los promueven y les han precedido, estuvieran eficazmente decididos a escribir por s¨ª mismos una p¨¢gina nueva y limpia de nuestra pobre historia institucional, podr¨ªan hacerlo. Me atrever¨ªa a afirmar que, de existir voluntad, ser¨ªa incluso f¨¢cil, porque se trata de algo tan elemental como rescindir ataduras con la odiosa din¨¢mica partitocr¨¢tica que conocen bien, acredit¨¢ndose como instituci¨®n aut¨®noma y realmente funcional a los valores constitucionales de la jurisdicci¨®n, desde el principio. Esto es, comenzando por la elecci¨®n del nuevo presidente, y, siguiendo enseguida, por la pol¨ªtica de nombramientos...
Perfecto Andr¨¦s Ib¨¢?ez es magistrado.
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