Plaza de los dolores
Seg¨²n el plano que aparece en el libro de ruta, hay cuatro plazas en La Granja de San Ildefonso; adem¨¢s de la quinta, claro est¨¢, la omnipresente Plaza de Espa?a. A ¨¦sta se le suman la Plaza de la Fruta, la de la Cebada, la de la Candelaria y la de los Dolores.
Evidentemente, la rampa de salida de la cronoescalada estaba situada en esta ¨²ltima, no pod¨ªa ser de otra forma. Desconozco si la elecci¨®n fue deliberada. Poco importa. El caso es que por all¨ª desfilamos, haciendo honor al que decidi¨® en su d¨ªa bautizar con tanto acierto a aquel lugar.
Yo ya era consciente de mis dolores, pero al acercarme a la salida lo fui a¨²n m¨¢s. No s¨¦ si fue el aura del lugar o la pendiente por la que deb¨ªa ascender hasta all¨ª. Quiz¨¢ fue todo junto, pero el caso es que all¨ª, mientras esperaba a mi turno, dejaba mi bici a los comisarios para que la pesasen, firmaba alg¨²n aut¨®grafo y cruzaba unas palabras con otros corredores, fui consciente de todos los dolores acumulados en estas tres semanas. Y de que adem¨¢s, a¨²n quedaba m¨¢s dolor por sufrir en aquella inminente subida a Navacerrada.
Desfilamos de uno en uno haciendo honor al que decidi¨® en su d¨ªa bautizar con tanto acierto a aquel lugar
En los diez kil¨®metros que preced¨ªan a la ascensi¨®n pura y dura, entre los dolores del arranque, pensaba que ayer era s¨¢bado. Y que un s¨¢bado antes est¨¢bamos retorci¨¦ndonos por El Angliru. Y que el s¨¢bado anterior a ¨¦ste, ya lejano en la memoria, ascend¨ªamos bajo el diluvio a la estaci¨®n de ski de La Rabassa, en Andorra. Y que el s¨¢bado anterior, ¨¦ste ya tan lejano que parec¨ªa de la temporada pasada, comenz¨¢bamos la Vuelta bajo la mirada de la Alhambra. Uf, pens¨¦, ya ha llovido desde entonces; aunque esto fue m¨¢s bien recurrir a una manida expresi¨®n, porque en realidad llover no nos ha llovido tanto.
Con estas y otras cosas en la cabeza (por ejemplo que los peores dolores no hab¨ªan sido precisamente los de esos s¨¢bados, sino los de d¨ªas intercalados, como un d¨ªa rectangular que tuve, creo que lunes) me plant¨¦ en la pancarta de Comienza puerto, verdadero punto de inicio del dolor del d¨ªa.
Eleg¨ª el desarrollo, trate de coger el mejor ritmo posible para mis piernas y me dispuse a soportar el dolor. Siete kil¨®metros a algo menos de 20 Km/h, son...7 por 3 son 21 m¨¢s un poco m¨¢s, 22 o 23 minutos de sufrimiento. Bueno, despu¨¦s de lo pasado tampoco iba a ser tanto.
Y una vez pasado este pen¨²ltimo dolor, al cruzar la meta, pude sonre¨ªr. Mi dolor del d¨ªa ya hab¨ªa terminado, pero otros a¨²n estaban sufriendo por ah¨ª. Y otros a¨²n peor, ni siquiera hab¨ªan comenzado.
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