El desequilibrante voto del terror
Estados Unidos est¨¢ inmerso en la pol¨ªtica del miedo, y eso puede no ser bueno para el candidato de la esperanza con vistas a las elecciones presidenciales de noviembre
Racionalmente, el hurac¨¢n econ¨®mico y financiero deber¨ªa ayudar a Barack Obama en las urnas. Pero la gente no siempre vota con la cabeza.
Ya antes del lunes de la debacle pensaba escribir sobre la pol¨ªtica del miedo. Ahora debo a?adir la pol¨ªtica del p¨¢nico. Desde que observo estas elecciones estadounidenses de cerca, lo que m¨¢s me llama la atenci¨®n, con la fuerza del hurac¨¢n Ike, es el tono tan defensivo, nervioso y angustioso que ha adquirido la campa?a. Aunque Barack Obama sigue proclamando "la audacia de la esperanza", ese tono est¨¢ casi tan presente en sus ¨²ltimos discursos como en los de John McCain. Dejando aparte a Sarah Palin, la cuesti¨®n fundamental en estas elecciones ha pasado a ser el miedo de la clase media (una categor¨ªa muy amplia, en la que se sit¨²an a s¨ª mismos m¨¢s del 50% de los estadounidenses). Es la gente corriente, a la que le preocupa perder su casa, su trabajo, su cobertura sanitaria y sus ahorros.
Con las tormentas tropicales se tiene la sensaci¨®n de que hasta la naturaleza conspira contra Estados Unidos
Si la gente vota con la cabeza, "es la econom¨ªa, est¨²pido" deber¨ªa ayudar a Barack Obama
Y eso era antes de que, el lunes, la quiebra de Lehman Brothers y la venta de Merrill Lynch parecieran confirmar que nos encontramos ante lo que Obama llam¨®, ese mismo d¨ªa, "la crisis financiera m¨¢s grave desde la Gran Depresi¨®n". S¨ª, dice el famoso ex responsable de la Reserva Federal Alan Greenspan, esta crisis es la peor que ha vivido, una de esas que ocurren "una vez cada medio siglo, quiz¨¢ incluso una vez cada siglo".
Los estadounidenses ya ten¨ªan muchos motivos para tener miedo. El paro subi¨® al 6,1% el mes pasado. Los precios de la vivienda han ca¨ªdo en picado, los de la gasolina se han disparado. Las recuperaciones de viviendas han alcanzado cifras sin precedentes, porque la gente no puede pagar las hipotecas que nunca deber¨ªan haberles ofrecido. Millones de personas han dejado o reducido su seguro de salud porque les resulta imposible pagar las primas.
?ste es un pa¨ªs que ha vivido por encima de sus posibilidades, sobre un colch¨®n de deuda. El a?o pasado, el Departamento de Comercio inform¨® de que, en 2005 y 2006, la tasa de ahorro privado despu¨¦s de impuestos hab¨ªa sido negativa, por primera vez desde... 1932 y 1933. Este a?o han revisado esas cifras ligeramente, y la tasa ajustada est¨¢ justo por encima de cero. ?Para qu¨¦ ahorrar, si China lo hace por ti?
Este ¨²ltimo comentario no es del todo justo, porque la mayor¨ªa de los estadounidenses que trabajan ponen a buen recaudo parte de sus ingresos antes de impuestos, en un paquete de pensiones que todo el mundo llama "un 401(k)", en referencia al apartado correspondiente en la ley tributaria. Sin embargo, a medida que los mercados caen, el valor de esos ahorros cae tambi¨¦n, incluso aunque uno no tuviera parte de sus 401(k) en Lehman Brothers. Mientras escrib¨ªa esta columna, durante una breve pausa en la cafeter¨ªa o¨ª las palabras "401(k)" con voz temblorosa en dos conversaciones. M¨¢s p¨¦rdidas. M¨¢s angustia.
Todo esto sucede en el contexto general que describ¨ªa la semana pasada, mientras la gente siente que pa¨ªses como China est¨¢n ascendiendo con respecto a Estados Unidos. Para no hablar del atentado terrorista contra la Embajada estadounidense en Yemen. Y si uno vive en la costa del golfo, las tormentas tropicales Gustav, Hanna, Ike y Josephine. Cuando se ve alg¨²n canal de noticias las 24 horas, se tiene la sensaci¨®n de que hasta la naturaleza conspira contra Estados Unidos.
Los estadounidenses, hoy, no s¨®lo tienen que tener miedo al miedo, para recordar las famosas palabras de Franklin D. Roosevelt en su discurso de toma de posesi¨®n en 1933. Pero el miedo tampoco es ¨²til. En los mercados, la confianza lo es todo. Ya antes de que, esta semana, se hundiera el titanic Lehman, m¨¢s de dos tercios de los entrevistados en las encuestas dec¨ªan que, en su opini¨®n, este pa¨ªs estaba sufriendo una recesi¨®n o una depresi¨®n, y las cosas no van a mejorar en 2009. Dios sabe qu¨¦ dir¨¢n ahora.
No estoy cualificado para juzgar si los fundamentos de la econom¨ªa estadounidense son suficientemente fuertes como para volver a levantar todo el tinglado -viviendas, puestos de trabajo, seguros de salud, 401(k) y todo lo dem¨¢s- de aqu¨ª a un par de a?os. Ya veremos en 2010. Mientras tanto, quedan menos de 1.200 horas para el d¨ªa de las elecciones. As¨ª que olvid¨¦monos por un instante de la econom¨ªa del miedo; la cuesti¨®n inmediata es qu¨¦ papel desempe?a la pol¨ªtica del miedo en la contienda electoral.
Si la gente vota con la cabeza, "la econom¨ªa, est¨²pido" deber¨ªa ayudar a Obama a obtener la victoria. Por m¨¢s que existan causas externas, mundiales, que proceden de m¨¢s all¨¢ de las costas estadounidenses, este hurac¨¢n econ¨®mico y financiero se ha desatado durante el mandato de George W. Bush, y, en parte al menos, por cosas que su Gobierno ha hecho (como gastar en exceso) o ha dejado de hacer (como no regular o regular mal el sector financiero). Las pol¨ªticas econ¨®micas de John McCain no son tan distintas, ni ¨¦l resulta muy convincente a la hora de proponerlas. En su primera reacci¨®n al lunes de la debacle se tambale¨®, y el martes dio un giro radical. En cuanto a Sarah Palin, en un mundo cada vez m¨¢s influido por la wikieconom¨ªa, lo que menos necesita Estados Unidos es una dosis de wasillaeconom¨ªa
[por la ciudad de la que fue alcaldesa].
Adem¨¢s, quiz¨¢ nos encontramos ante un modelo m¨¢s general. El columnista estadounidense Michael Kinsley ha escrito un art¨ªculo, ingenioso como todos los suyos, en la revista Slate (slate.com), en el que compara una serie de indicadores econ¨®micos, como el PIB per c¨¢pita, la inflaci¨®n, el desempleo, los impuestos federales, el gasto y el d¨¦ficit presupuestario, en las presidencias republicanas y dem¨®cratas desde 1959. Los dem¨®cratas salen mejor parados en todo excepto en la rebaja de impuestos. Y sobre todo, las pruebas hist¨®ricas sugieren que los Gobiernos republicanos gastan m¨¢s y aumentan el d¨¦ficit presupuestario. Las cifras de Kinsley no son las ¨²nicas que apuntan en este sentido. Hace tiempo o¨ª a uno de los economistas libertarios m¨¢s famosos de Estados Unidos decir discretamente que, si de verdad uno cree que el Gobierno no debe intervenir mucho, le conviene votar a los dem¨®cratas.
Los economistas, sin duda, podr¨ªan discutir esas cifras hasta que los cerdos vuelvan al corral (con o sin barra de labios), pero la conclusi¨®n pol¨ªtica me parece evidente. Si uno cree que la econom¨ªa es el tema m¨¢s importante en estas elecciones -cosa que afirman creer casi dos tercios de los encuestados, mientras que s¨®lo la cuarta parte dice que Irak- y le gusta hacer apuestas racionales, entonces lo l¨®gico es que d¨¦ a los dem¨®cratas una oportunidad de hacerlo mejor que el Gobierno de Bush.
Si la gente vota con la cabeza, claro est¨¢. Pero la gente, muchas veces, vota con otras partes de su anatom¨ªa (el coraz¨®n, las tripas..., escojan lo que quieran). Y existe una pol¨ªtica m¨¢s profunda del miedo que desfavorece a Obama. No es cuesti¨®n de datos y estrategias, sino de percepciones, caracteres, historias, sue?os, sentimientos que los hombres y mujeres reconocen s¨®lo a medias y rara vez confiesan. Entre ellos, la raza. En una encuesta de CBS / The New York Times llevada a cabo en julio, s¨®lo el 5% de los votantes blancos reconoc¨ªa que no iba a votar a un candidato negro, pero el 24% dec¨ªa que Estados Unidos no estaba preparado para tener un presidente negro. Y hay otro factor, que es lo distinto, lo nuevo, lo complejo que es Obama.
Obama, hijo del mundo tal como es, ofrece el sue?o de un mundo que podr¨ªa ser (por eso un gran sector del mundo est¨¢ entusiasmado con ¨¦l y se sentir¨¢ desolado si pierde). John McCain, h¨¦roe de Vietnam, y Sarah Palin, una hockey mom, una madre t¨ªpica, ofrecen el sue?o de un Estados Unidos que fue. Puede que no sea racional, pero los votantes que tienen miedo y se sienten a la defensiva e insatisfechos con la evoluci¨®n del mundo quiz¨¢ prefieran refugiarse en la tranquilizadora familiaridad de esa visi¨®n del pa¨ªs que era antes. "?Tienes esperanza?", pregunta una pegatina de Obama. Por el momento, Estados Unidos tiene miedo. Y la temeridad del miedo puede derrotar a la audacia de la esperanza.
www.timothygartonash.com. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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