La ex esp¨ªa que quiere gobernar
Tzipi Livni, la nueva mujer fuerte de Israel, desaf¨ªa la vieja pol¨ªtica
"Cuidado con Tzipi", le espet¨® el presidente del Parlamento, Reuven Rivlin, a Ehud Olmert, el delf¨ªn del enfermo primer ministro Ariel Sharon. En aquellos d¨ªas turbulentos de comienzos de 2006, Tzipora Livni asum¨ªa la jefatura de la diplomacia israel¨ª y sin demora se esforz¨® por dejar claro su marchamo y su intenci¨®n de proyectar una imagen en las ant¨ªpodas de la de Olmert: la austeridad frente a la afici¨®n al lujo. Es una baza que ha jugado con inteligencia en un pa¨ªs hastiado de dirigentes corruptos. "Se top¨® con una oficina de El Al, la compa?¨ªa a¨¦rea de bandera israel¨ª, en la sede del Ministerio de Exteriores y orden¨® su cierre inmediato", relata un alto funcionario. Nada de privilegios. La empresa hab¨ªa sido privatizada y no hab¨ªa lugar a la prebenda. La flamante presidenta del partido gobernante Kadima es, tras su triunfo en las primarias el mi¨¦rcoles, la aspirante a suceder a su todav¨ªa jefe.
Est¨¢ convencida de la necesidad de fundar un Estado palestino
Su honestidad la ha aupado, pero todav¨ªa no se ha enfrentado a decisiones cruciales
Livni siempre ha sabido situarse en la carrera pol¨ªtica y forjar su imagen de incorruptible. Cuentan de ella que rechaza que desconocidos le inviten a un caf¨¦: nunca se sabe a qu¨¦ se deben los detalles de generosidad. Su honestidad y la popularidad que le otorgan las encuestas -es la ¨²nica dirigente de Kadima que puede derrotar al derechista Likud- le han aupado al pen¨²ltimo pelda?o, y tiene papeletas para convertirse en la segunda primera ministra de la historia de Israel.
Todo lo dem¨¢s son inc¨®gnitas. Jam¨¢s se ha visto en la tesitura de adoptar una decisi¨®n crucial en el fango de la pol¨ªtica israel¨ª y de Oriente Pr¨®ximo. Durante la guerra contra Hezbol¨¢, en el verano de 2006, adopt¨® un perfil secundario y sigui¨® la corriente. Tampoco dej¨® huella tras sus pasos por los Ministerios de Justicia y Absorci¨®n (de inmigrantes jud¨ªos).
Nadie duda de la ambici¨®n de Livni desde que decidiera abandonar su profesi¨®n de abogada y en 1999 se convirtiera en diputada. Hab¨ªan pasado ya a?os desde que esta mujer en la cincuentena, nacida en Tel Aviv, trabajara en Par¨ªs para el Mossad, el servicio de espionaje israel¨ª. Como en su vida personal, en su trayectoria pol¨ªtica, ha sabido evolucionar.
Procedente del derechista Likud, su ideolog¨ªa y sus posiciones respecto al conflicto con los palestinos han variado. Se dice convencida de la necesidad de fundar un Estado palestino para preservar la condici¨®n jud¨ªa de Israel, y desde hace un a?o lleva las riendas, junto a Olmert, de las negociaciones con los l¨ªderes palestinos. Juzga imperioso ceder territorios ocupados, tal vez partes de Jerusal¨¦n. Pero en el asunto de los refugiados es una roca. No acepta bajo ning¨²n concepto el retorno de palestinos al que fue su hogar. Es una de las improntas marcadas a sangre y fuego por su estirpe familiar, de origen polaco. Su padre, Eitan Livni, fue jefe de operaciones del movimiento terrorista Irgun, encabezado por Menahem Begin.
Una muestra de su intransigencia al respecto, pronunciada durante las celebraciones del 60? aniversario de la fundaci¨®n del Estado sionista: "Mientras los palestinos no destierren la palabra Nakba [cat¨¢strofe] de su l¨¦xico, no habr¨¢ entrega de territorios", afirm¨® sobre la expulsi¨®n masiva de 700.000 palestinos del territorio que hoy es Israel. Esgrime que siempre ha cre¨ªdo en Eretz Israel, en que la tierra entre el r¨ªo Jord¨¢n y el Mediterr¨¢neo pertenece a los jud¨ªos. Es capaz de remontarse milenios para justificar derechos al tiempo que exige a los palestinos, miles de ellos todav¨ªa vivos, que olviden su reciente y desastroso pasado. Mientras cualquier jud¨ªo del mundo puede aterrizar en Tel Aviv y obtener ipso facto la ciudadan¨ªa.
Celosa de su intimidad, casada y con dos hijos crecidos, su marido es uno de sus principales baluartes. Naftal¨ª Spitzer, publicista, se ha volcado en la campa?a de las primarias. No tuvo inconveniente en repartir bocadillos a los invitados a las reuniones pol¨ªticas o en cambiar una bombilla del sal¨®n en que se celebraban. Cuando aparec¨ªa ella, ¨¦l se esfumaba. A pesar de su perfil de mujer que siempre ha batallado rodeada de hombres, no ha hecho bandera de su sexo. Aunque no hayan faltado agresiones. Olmert se refiere a ella como "esa mujer". Y el ministro de Defensa, Ehud Barak, emple¨® su nombre, Tzipora (p¨¢jara, en hebreo), en tono despectivo. La agenda feminista nunca ha centrado las prioridades de Livni. Aunque el Tribunal Supremo lo preside una mujer, Dorit Beinisch; y el Parlamento, Dalia Itzik, la presencia femenina en la vida pol¨ªtica es testimonial: s¨®lo dos de los 25 miembros del Gobierno. Israel ocupa el puesto 82 del mundo en cuanto a representaci¨®n femenina en las instituciones.
De apariencia siempre adusta -el gesto de alegr¨ªa, brazos alzados, tras conocerse su victoria en las primarias es excepcional-, es casi infalible en su atuendo de pantal¨®n y chaqueta oscuros. Se ha escrito de ella que en alguna fiesta privada no duda en subirse a la mesa y arrancarse a bailar, una costumbre muy israel¨ª. Como es conocida su afici¨®n por tocar la bater¨ªa cuando desea relajarse. "Tiene mucho m¨¢s sentido del humor del que parece", cuenta un alto funcionario sobre la aspirante a seguir el sendero de Golda Meir.
Livni afronta la hora de la verdad. Habr¨¢ que ver c¨®mo se desenvuelve en el lodazal pol¨ªtico israel¨ª, marcado por "las venganzas, las pu?aladas por la espalda y la cortedad de miras", en descripci¨®n del analista Yossi Verter. Si es capaz de hacerlo sin triqui?uelas ni juegos sucios, sin caer en los vicios de sus predecesores. Y si en los momentos decisivos, que no faltar¨¢n nunca en este pa¨ªs que hace pi?a en los periodos de guerra, pero que es voraz con sus l¨ªderes en las posguerras, sabe estar a la altura de las circunstancias.
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