Gobernantes ef¨ªmeros
Con Taro Aso, un Jap¨®n estancado estrena su cuarto primer ministro en dos a?os. ?Durar¨¢?
Jap¨®n quema primeros ministros a velocidad de v¨¦rtigo. Taro Aso, como nuevo l¨ªder del partido gobernante, se convirti¨® ayer en el tercero en dos a?os no elegido en las urnas. Su antecesor, Yashuo Fukuda, ha dimitido s¨²bitamente este mes, tras menos de un a?o en el cargo, por la paralizaci¨®n gubernamental que provoca el control por la oposici¨®n de la C¨¢mara alta del Parlamento. Fukuda hab¨ªa reemplazado al tambi¨¦n brev¨ªsimo Shinzo Abe, que sustituy¨® en septiembre de 2006 a Junichiro Koizumi, el ¨²ltimo jefe del Gobierno nip¨®n escogido por los ciudadanos y realmente popular. Todo apunta a que, de no cambiar mucho el panorama en las pr¨®ximas semanas, Aso, antiguo ministro de Exteriores, rico, cat¨®lico y apasionado de los tebeos manga, podr¨ªa seguir camino parecido al de sus predecesores.
Los japoneses son gobernados desde casi siempre por el Partido Liberal Democr¨¢tico (PLD), aliado ahora con el Nuevo Komeito, en general con poca o ninguna imaginaci¨®n pol¨ªtica. La tarea se ha complicado mucho desde el a?o pasado, tras la mayor¨ªa del opositor Partido Democr¨¢tico en la C¨¢mara alta de la Dieta, lo que ha contribuido decisivamente a llevarse por delante a Fukuda y Abe, con la ayuda de la incompetencia demostrada por el partido mayoritario en temas relevantes y los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que salpican a sus sucesivos Gobiernos.
Es poco probable que el acreditado nacionalismo del flamante primer ministro, que ayer deline¨® un Gabinete con varios correligionarios en esa ¨®rbita, haga peligrar las incipientemente buenas relaciones con China y Corea del Sur. En este terreno delicado, Tokio est¨¢ aprendiendo a separar lo que dicen sus dirigentes, en general excesivamente locuaces, de lo que ponen en pr¨¢ctica una vez en el poder. El primer desaf¨ªo real de Taro Aso ser¨¢ la discusi¨®n y aprobaci¨®n parlamentarias de un presupuesto adicional con el que se pretende estimular la segunda econom¨ªa del mundo, sacudida por el vendaval global y en el precipicio de la recesi¨®n.
Esa prueba de fuego, junto con los sondeos de opini¨®n, determinar¨¢ la celebraci¨®n de unas elecciones anticipadas a la C¨¢mara baja que parecen casi inevitables, y en las que no est¨¢ nada claro que el PLD pueda renovar su usufructo permanente del poder. Eso s¨ª ser¨ªa, por primera vez en much¨ªsimos a?os, un revulsivo para la estancada pol¨ªtica nipona.
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