Edward Said y el Estado binacional
En el quinto aniversario de la muerte del pensador, cobra actualidad su ¨²ltimo sue?o: un Estado ¨²nico, laico y democr¨¢tico para israel¨ªes y palestinos. Una partici¨®n clara entre unos y otros es cada vez m¨¢s dif¨ªcil
Se cumplen hoy cinco a?os de la muerte de Edward Said. El aniversario, como todos, ser¨ªa banal si no fuera porque en el tiempo transcurrido las reflexiones de Said sobre Palestina han cobrado nuevos br¨ªos. Said, m¨¢s visionario que analista exhaustivo, y mejor polemista que te¨®rico, se caracteriz¨® siempre por su empe?o en que se reconociera a los palestinos el derecho a contar su propia historia. Su experiencia vital de palestino y ciudadano estadounidense le dot¨® de una visi¨®n compleja del conflicto entre palestinos e israel¨ªes.
En 1980, Edward Said fue pionero en defender el paso de la lucha palestina por la liberaci¨®n nacional a la lucha por la independencia estatal, esto es, la necesidad de que la OLP aceptara la partici¨®n de Palestina y la soluci¨®n de los dos Estados. Veinte a?os despu¨¦s, en 1999, se?al¨® que el Estado binacional, se llamara como se llamara, Israel o Palestina, era, aun a largo plazo, la ¨²nica salida del conflicto. Tanto en una como en otra ocasi¨®n, sus posturas levantaron enconadas cr¨ªticas entre los poderes pol¨ªtico e intelectual de ambas naciones, pero el paso de los a?os parece haber acabado d¨¢ndole la raz¨®n: salvo la derecha sionista m¨¢s ultramontana, hoy ya nadie discute el derecho de los palestinos a tener un Estado propio en los Territorios Ocupados por Israel en 1967. Sin embargo, esta soluci¨®n se muestra, a la vista de los acontecimientos, cada vez m¨¢s inviable, y adquiere protagonismo el convencimiento ¨²ltimo de Said de que ambos pueblos pueden y deben vivir en el marco constitucional de un ¨²nico Estado binacional en el territorio de la Palestina del mandato brit¨¢nico.
Said, pionero en la idea de un Estado separado del israel¨ª, acab¨® consider¨¢ndola inviable
El colapso material y an¨ªmico de los palestinos se palpa en cada esquina de los territorios ocupados
Cuando Said public¨® The question of Palestine (La cuesti¨®n palestina, 1980), Fatah y el Frente Popular para la Liberaci¨®n de Palestina, las dos principales formaciones de la OLP, le atacaron con virulencia por plantear la necesidad de reconocer a Israel y reducir el objetivo de la lucha nacional a la obtenci¨®n de la independencia estatal en las fronteras de la resoluci¨®n 242 de Naciones Unidas. Ya en 1978, Said hab¨ªa llevado a cabo cierta interlocuci¨®n con la Administraci¨®n Carter, que parec¨ªa interesada en incorporar a los palestinos a una suerte de soluci¨®n conjunta con Egipto en el marco de la resoluci¨®n 242. Seg¨²n el propio Said, Arafat en persona le transmiti¨® la negativa de la OLP a aceptar esos t¨¦rminos, en su opini¨®n m¨¢s justos y ventajosos para los palestinos que los aceptados en Oslo quince a?os despu¨¦s. Pero en los a?os transcurridos entre Camp David y Oslo, se hizo patente que la brecha entre la ret¨®rica sobre la liberaci¨®n de la patria palestina y la realidad era insalvable: en 1982 la c¨²pula palestina hubo de abandonar por mar Beirut, asediada por el ej¨¦rcito israel¨ª, y en noviembre de 1988 la asamblea del Consejo Nacional Palestino celebrada en Argel proclam¨® el Estado palestino en un documento que t¨¢citamente reconoc¨ªa la existencia de Israel y respond¨ªa a los retos de la reciente intifada.
Edward Said no lleg¨® a formular sistem¨¢ticamente su visi¨®n del Estado binacional en el territorio de la Palestina hist¨®rica (el actual Israel m¨¢s los Territorios Ocupados en Gaza y Cisjordania), pero s¨ª la esboz¨® en varios art¨ªculos y conferencias. La idea y la pr¨¢ctica de la ciudadan¨ªa, y no de una comunidad ¨¦tnica o religiosa, ser¨ªa, seg¨²n Said, el punto de partida para elaborar una constituci¨®n estrictamente democr¨¢tica y laica, con iguales derechos y responsabilidades para todos sus ciudadanos, incluido el derecho de cada cual a practicar la vida comunitaria a su manera, jud¨ªa o palestina. Las renuncias al estatuto especial de un pueblo a expensas del otro tambi¨¦n ser¨ªan mutuas: la Ley de Retorno de los jud¨ªos y el derecho al retorno de los refugiados palestinos se deber¨ªan reconsiderar y retocar conjuntamente; la noci¨®n del Gran Israel como tierra sagrada jud¨ªa y la de Palestina como territorio ¨¢rabe inajenable habr¨ªan de reducir su escala y exclusividad. Seg¨²n Said, Palestina ha sido siempre una tierra de muchos relatos, multicultural, multi¨¦tnica y multirreligiosa, y la idea misma del Estado binacional hunde sus ra¨ªces en pensadores jud¨ªos (Judah Magnes, Martin Buber, Hannah Arendt) de la ¨¦poca de entreguerras.
En Culture and resistance (Cultura y resistencia, 2003), Said, a la vista de la realidad creada por la Ocupaci¨®n en los ¨²ltimos cuarenta a?os, resumi¨® en cuatro los motivos por los que era ineluctable la soluci¨®n binacional. En primer lugar, la geograf¨ªa humana: los asentamientos y sus carreteras han imbricado de tal manera a ambas poblaciones que, salvo la imposible retirada total israel¨ª de Cisjordania, toda soluci¨®n que conlleve la segregaci¨®n de israel¨ªes y palestinos es inviable. En segundo lugar, la geograf¨ªa econ¨®mica: la rec¨ªproca dependencia econ¨®mica (mano de obra palestina y territorios y servicios israel¨ªes) impide un establecimiento de fronteras excluyentes que no fuerce la expulsi¨®n masiva de poblaci¨®n. En tercer lugar, la realidad demogr¨¢fica: Said auguraba que para el a?o 2010 israel¨ªes y palestinos asentados en Palestina-Israel (que no jud¨ªos y palestinos del mundo) estar¨ªan igualados demogr¨¢ficamente, de modo que el apartheid en un territorio tan peque?o resultar¨ªa inviable en la pr¨¢ctica. Finalmente, Said arg¨¹¨ªa que la sociedad civil laica israel¨ª estaba plante¨¢ndose la necesidad de reconstruir la noci¨®n de ciudadan¨ªa a partir de derechos nacionales y no ¨¦tnicos, dado el avance, por una parte, del poder ultraortodoxo, y, por otra, de las demandas igualitarias de los israel¨ªes de origen palestino.
Aun reconociendo el car¨¢cter ut¨®pico de la soluci¨®n, los escritos de Said insisten en que a largo plazo es la ¨²nica posible, pues es la ¨²nica justa y equitativa, y por ello la ¨²nica que garantiza la paz. Para llegar a ella, es ineludible que Israel reconozca su responsabilidad en el sufrimiento palestino y ofrezca alg¨²n tipo de reparaci¨®n, quiz¨¢ a trav¨¦s de una comisi¨®n de la verdad y la reconciliaci¨®n como la que hubo en Sud¨¢frica. El reconocimiento del derecho al retorno de los palestinos expulsados en 1948, uno de los mayores escollos para este proceso, podr¨ªa abordarse a la luz de la necesaria revisi¨®n del derecho internacional sobre derechos de los inmigrantes, una propuesta novedosa que valdr¨ªa la pena investigar.
La confianza de Said en el potencial del individuo como motor del cambio colectivo, en el papel del intelectual como agente del pensamiento cr¨ªtico que promueve una conciencia social, no son ajenos a este planteamiento. Aun no siendo optimista sobre la inmediatez en los cambios de todo un sistema, Said siempre apost¨® por una ciudadan¨ªa alerta y concienciada, y desde el humanismo vital que practicaba cre¨ªa que "palestinos e israel¨ªes tienen que sentir que pueden y deben vivir en pie de igualdad -iguales en derechos, iguales en historia, iguales en sufrimiento- antes de que pueda emerger una comunidad real entre ambos pueblos".
No es que hoy haya m¨¢s motivos para la esperanza, s¨ª en cambio para la desconfianza ante las f¨®rmulas ensayadas: la segregaci¨®n demogr¨¢fica y territorial naturalizada con el Muro, la bantustanizaci¨®n de Cisjordania y la disgregaci¨®n de Gaza, el avance de la judaizaci¨®n organizada de Jerusal¨¦n, son realidades que, m¨¢s all¨¢ de voluntades pol¨ªticas concretas, hacen inviable en la pr¨¢ctica una soluci¨®n que comporte la creaci¨®n de un Estado palestino soberano. El colapso material y an¨ªmico de los palestinos se palpa en cada esquina. Tambi¨¦n entre los israel¨ªes desprejuiciados y cr¨ªticos ante las lacras del sionismo. De modo que lo que hasta hace un par de a?os era un tab¨² o el delirio de unos pocos radicales (Noam Chomsky, el activista e intelectual israel¨ª Michel Warschawski o los palestinos Azmi Bichara y Mustaf¨¢ Barguti) comienza a ocupar un lugar en lo futurible. La ciudadan¨ªa binacional de israel¨ªes y palestinos en un futuro Estado ¨²nico basado en la igualdad, en fronteras reconocidas por sus vecinos y en el destierro definitivo del pasado mitol¨®gico, habr¨¢ de ser abordada.
Luz G¨®mez Garc¨ªa es profesora de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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