Culazos
Si Fidias y sus colegas tuvieran que esculpir hoy sus estatuas bas¨¢ndose en la realidad de los adolescentes griegos, no existir¨ªa en las canteras de m¨¢rmol del orbe entero material suficiente para surtirles. As¨ª de focones se han puesto los efebos en el Mediterr¨¢neo -y eso incluye Francia e Italia y, por supuesto, Espa?a-, gracias al abandono de nuestra dieta proverbial y a que las familias -ese preciado bien por el que uno puede morir asfixiado de cari?o- prefieren la vagancia a la exigencia en la cocina, y ceder al capricho de los nenes a proporcionarles una buena base alimenticia no necesariamente onerosa.
No hablo de rechonchitos ni de redonditos, ni de m¨ª misma, que a los 65 a?os tengo una talla 42 y me siento muy tranquila con ella. No hablo de apuntarse a la anorexia. Vivo parte de mi tiempo en el L¨ªbano, en donde, por desgracia, hay muchas chicas que han confundido el ayuno con la llave que conduce a ser maniqu¨ª o al matrimonio, y sus madres tambi¨¦n lo creen. Sin embargo, aqu¨ª la dieta mediterr¨¢nea funciona todav¨ªa bastante bien, gracias a que existen cadenas aut¨®ctonas de comida r¨¢pida pero sana, en donde uno puede encontrar ensaladas y shawarmas de carne o pollo, y hummus (las imprescindibles legumbres) reci¨¦n hechos; y en la calle se venden muchas variedades de frutos secos. El problema de Oriente Medio son los dulces, pero ¨¦sta es otra historia.
Volviendo a la nuestra -32,5% de los ni?os espa?oles en edad de escuela primaria sufren sobrepeso, seg¨²n un estudio de la OMS del a?o pasado-, les dir¨¦ que hace poco, en Barcelona, encontr¨¦ una explicaci¨®n. De mi supermercado habitual hab¨ªa desaparecido el mostrador. Una empleada nueva me aleccion¨®: "Parece mentira que se queje. Lo que ahora se lleva es lo envasado".
Alerta, alerta, alerta. Grandes culos mediterr¨¢neos en el horizonte.
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