Las palabras pesan
El rap franc¨¦s salta frecuentemente a las noticias. Y no por asesinatos y tiroteos, como en EE UU; generalmente, se trata de conflictos que exploran los l¨ªmites de la libertad de expresi¨®n y traen ecos de la guerra larvada que enfrenta a las fuerzas policiales con algunos habitantes de la banlieue.
Eso nos recuerda datos esenciales, que explican la importancia de un g¨¦nero que, en Espa?a, parece una forma solipsista.
Primero, a pesar de estar tapizado de jerga y expresiones for¨¢neas, el hip-hop es considerado m¨²sica nacional: entra en el 40% de m¨²sica francesa que por ley deben programar las emisoras.
Segundo, es un negocio: el mercado franc¨¦s para el hip-hop es el segundo mundial. Y mantiene diferentes variedades del rap local, desde el comercial al agresivo.
Tercero, tiene tem¨¢tica propia. Aparecen las letras tipo yo-soy-m¨¢s-duro-que-t¨², esa sonrojante obsesi¨®n del rap espa?ol, pero destacan las piezas que reflejan las tensiones de los suburbios, la naturaleza de la ciudadan¨ªa francesa, el arreglo de cuentas con el pasado colonial.
Cuarto, muestra una notable riqueza musical, que resulta de la integraci¨®n de m¨²sicos de carne y hueso. Tal abanico creativo permite prodigiosas reencarnaciones: Abd al Malik, autor de Gibraltar, es del Congo; Akhenaton tiene ra¨ªces francesas e italianas.
Finalmente, se beneficia del privilegio de ser en Francia poeta o pensador. La obsesi¨®n litigante de Sarkozy contra Ham¨¦ tiene mucho de cumplido: sus palabras pesan, sus argumentos importan.
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