Bombero, no. Fabra
Un d¨ªa Ovidi Montllor me confes¨® que de ni?o quer¨ªa ser o viajante de comercio o camionero o maquinista de tren. Casi todos los ni?os de por entonces eleg¨ªan un oficio trashumante, un oficio que los alejara de la cachiporra y del hambre y de la soledad, y los llevara a ver mundo. Pero luego result¨® que el mundo de la representaci¨®n de bisuter¨ªa o conservas, del transporte por carretera o del ferrocarril de vapor tampoco les ofrec¨ªa un paisaje muy diferente del que dejaban atr¨¢s. Con una democracia de gui?os y parches, muchos ni?os, de mayores, quer¨ªan ser bomberos no tanto por el riesgo y el catastrofismo espectacular de algunas pel¨ªculas, sino por los almanaques en pelotas de las plantillas m¨¢s j¨®venes, que pon¨ªan a las mujeres cachondas y les manoseaban desde las cachas a los b¨ªceps de cartulina, sin perderse un pelo, mientras cambiaban las s¨¢banas de la fantas¨ªa, por su acaso. Bombero o corredor por relevos o futbolista, para forrarse lo suyo o cuando menos, para ligar a base de calendario con los atributos bien ventilados. Pero con la democracia ya atocinada y con remaches y remiendos en ingl¨¦s los ni?os descubrieron que los m¨²sculos y el culo se descuelgan pronto, y se pidieron, para cuando fueran hombres, una plaza de pol¨ªtico, pero de pol¨ªtico provechoso, de los que saben hacer casas y mover los hilos que se deben mover y guardar los dineros donde no haya dios ni polic¨ªa cient¨ªfica que los encuentre, pol¨ªticos de esos que reciben elogios y hasta incienso de algunos de nuestros m¨¢s ilustres personajes, y como tantos otros de esa variopinta fauna, se pegan los fondillos del pantal¨®n, con cola de carpintero y fervor de procurador de las cortes franquistas, al esca?o o al sill¨®n, para ofrecerle quinquenios a la patria y a la n¨®mina.
Bombero, no, pap¨¢, de mayor quiero ser Fabra. Carlos Fabra es, adem¨¢s de presidente del PP y de la Diputaci¨®n provincial de Castell¨®n, un tipo medi¨¢tico, que se le escap¨® de la agenda a Mario Puzo, y al que la justicia no consigue meterle mano, por presuntos delitos fiscales. Recientemente, la polic¨ªa judicial investiga no s¨®lo sus cuentas, sino la de sus familiares. Fabra ni se inmuta, ni se amilana, con el minucioso rastreo, aunque parece algo inc¨®modo. "Caliente, caliente... Cuidado, no se me vayan a quemar"... Sabe el dirigente popular que a su lado tiene, como avalista, al presidente de la Generalidad Valenciana, aunque el ni?o que de mayor quiere ser Fabra, se imagina toda una trama m¨¢s trepidante con la camorra napolitana. Cuando un ni?o toma como modelo a un imputado al que el se?or Rajoy, aspirante a la presidencia del gobierno de Espa?a, ha calificado p¨²blicamente de ejemplar, a la profunda crisis econ¨®mica que sufrimos, le acompa?a una no menos sensible y profunda crisis de valores morales. Si cuantos est¨¢n imputados hubieran posado para uno de esos almanaques tan celebrados de bomberos o futbolistas, en la desnudez de sus carnes y de sus enredos hubi¨¦ramos apreciado, no el vigor de un brazo ni el impulso de un cuerpo, sino el mapa de una presunta corrupci¨®n, con los para¨ªsos donde han ido a parar los dineros de tantas trampas y especulaciones... Por eso, de mayor, quiero ser ni?o.
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