Paisaje en llamas
Buscando un golpe de efecto electoral, a punto ha estado John McCain de hacer descarrilar una de las operaciones m¨¢s importantes en las que se ha visto envuelta nunca la clase pol¨ªtica de Estados Unidos.
La rentabilidad del golpe electoral es todav¨ªa m¨¢s que dudosa. Las posibilidades de que John McCain pase a la historia como el arquitecto del plan de socorro econ¨®mico y, en ¨²ltima instancia, como el salvador de la naci¨®n en un momento cr¨ªtico, disminuyen a medida que se conocen m¨¢s detalles sobre las ¨²ltimas y dram¨¢ticas horas.
Pero cada vez parece quedar m¨¢s claro que ¨¦se era su prop¨®sito inicial cuando el candidato republicano anunci¨® la suspensi¨®n de su campa?a y amenaz¨® con no participar en el debate electoral que anoche deb¨ªa celebrarse en Misisipi.
La raz¨®n aducida para justificar ese paso fue la de trasladarse a Washington para contribuir, en su calidad de senador y jefe de su partido, a la aprobaci¨®n del paquete de salvaci¨®n econ¨®mica presentado al Congreso por la Administraci¨®n de George Bush.
El resultado fue bastante diferente. El d¨ªa que McCain anunci¨® la suspensi¨®n, los peri¨®dicos llevaban en portada dos noticias: una dec¨ªa que el jefe de la campa?a republicana, Rick Davis, hab¨ªa cobrado hasta el mes pasado de una de las firmas financieras quebradas; la otra, anticipaba que los congresistas estaban cerca de alcanzar un acuerdo sobre el plan econ¨®mico.
Cuando McCain aterriz¨® en Washington el jueves, los l¨ªderes dem¨®cratas y republicanos en el Capitolio estaban negociando los t¨¦rminos de ese compromiso. McCain estaba apenas entrando en su despacho, acompa?ado del senador Joe Liberman, cuando otro senador, Christopher Dodd, anunci¨® que ya exist¨ªa un acuerdo de principios.
De repente, la oscuridad se cerni¨® sobre Washington. Las noticias se contradec¨ªan, las declaraciones de unos y de otros reflejaban una gran confusi¨®n, y todo contribu¨ªa a crear un clima de nerviosismo que reflejaba que algo se estaba cociendo.
Se supo entonces de la rebeli¨®n de un grupo de republicanos en la C¨¢mara de Representantes, supuestamente un grupo de congresistas del sector m¨¢s conservador del partido en el Gobierno, que se negaban a autorizar un plan tan intervencionista en la econom¨ªa norteamericana.
Se puede decir de paso que es comprensible la decepci¨®n de ese sector con una Administraci¨®n que empez¨® como campeona del ultraliberalismo y ha acabado como la m¨¢s intervencionista de la historia.
Algunos analistas dem¨®cratas han cre¨ªdo ver la mano de McCain en esa rebeli¨®n republicana. El propio senador Dodd, presidente del comit¨¦ de Banca de la C¨¢mara alta, dijo muy avanzado el d¨ªa que cre¨ªa estar asistiendo a "un gran teatro pol¨ªtico".
Aunque no fuera as¨ª, es dif¨ªcil no encontrar una cierta relaci¨®n entre la presencia de McCain en el Capitolio y la actitud contestataria de los congresistas republicanos frente a la Casa Blanca. Esa rebeli¨®n cumpl¨ªa varias funciones beneficiosas para el senador de Arizona:
- Marcaba distancias entre el partido del que es candidato y un presidente muy impopular.
- Permit¨ªa que los republicanos aparecieran a los ojos de los electores como los que se resist¨ªan a poner 700.000 millones de d¨®lares de los contribuyentes en manos de los banqueros fracasados en Wall Street.
- Dejaba a los dem¨®cratas del lado de Bush.
- Serv¨ªa para que McCain apareciera en el ¨²ltimo momento como el interlocutor imprescindible para calmar las aguas dentro de su propio partido.
Todo el escenario creado en Washington parec¨ªa el apropiado para que el senador que ha construido una leyenda sobre su rebeld¨ªa -aunque tambi¨¦n la ha demostrado con hechos en varias ocasiones-, pudiera acentuar con ocasi¨®n de esta crisis su ruptura con Bush, con el establishment econ¨®mico y con otros diablos que el electorado tiene en su mente.
El intento, sin embargo, no escap¨® a la observaci¨®n de los dem¨®cratas, que, en una noche tempestuosa tambi¨¦n climatol¨®gicamente, les advirtieron a sus colegas rojos que no estaban dispuestos a aprobar el plan del secretario del Tesoro, Harry Paulson, con un pu?ado de votos republicanos y una mayor¨ªa de dem¨®cratas. En ese momento ya exist¨ªan noticias sobre algunas protestas callejeras y era obvio que resultar¨ªa dif¨ªcil vender pol¨ªticamente una inversi¨®n tan enorme en unas empresas fracasadas.
El l¨ªder de la mayor¨ªa republicana en el Senado, Harry Reid, lo repiti¨® ayer en p¨²blico cuando las negociaciones se reanudaron: "Esto tiene que ser un esfuerzo bipartidista, esto no va a salir s¨®lo con los votos dem¨®cratas".
Quiz¨¢ sea exagerado atribuir todo el desconcierto con el que ayer amaneci¨® el d¨ªa -"Un d¨ªa de caos se apodera de Washington", titulaba a toda p¨¢gina el diario The New York Times- con la decisi¨®n de McCain de suspender su campa?a, pero es innegable que ese paso desencaden¨® una din¨¢mica de intereses pol¨ªticos que despu¨¦s result¨® dif¨ªcil de parar.
Al regresar a Washington, McCain trajo con ¨¦l todos los focos y tensiones que son propios de una campa?a presidencial a la que le queda poco m¨¢s de un mes. No es f¨¢cil para un grupo de pol¨ªticos, entre los cuales muchos se juegan sus puestos el pr¨®ximo 4 de noviembre, discutir a la luz p¨²blica un plan para entregar una cantidad equivalente a guerra y media de Irak a empresas arruinadas por la gesti¨®n de unos ejecutivos que se han hecho multimillonarios con ese desastre. No es, desde luego, el negocio m¨¢s electoral que uno puede imaginarse.
Portavoces de McCain se agotaron ayer enviando comunicados a la prensa sobre el papel jugado por el candidato republicano para buscar puntos de reconciliaci¨®n entre dem¨®cratas y republicanos. Pero eso no detuvo el desconcierto. Esos mismos portavoces eran todav¨ªa incapaces de decir ayer si McCain respaldaba o no el plan econ¨®mico propuesto por el Gobierno o cualquier otro en su lugar.
McCain anunci¨® que acudir¨ªa al debate electoral sin haber resuelto esa duda, sin haber contenido la rebeli¨®n republicana y sin haber alcanzado a¨²n un acuerdo en el Congreso. Lo ¨²nico que su avi¨®n dej¨® atr¨¢s mientras volaba hacia Misisipi fue, por lo que hasta ahora se ha visto, un paisaje en llamas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.