El curso pol¨ªtico
Madrid arranc¨® el curso pol¨ªtico con el coraz¨®n encogido. El coraz¨®n y el bolsillo, que guarda la cartera y escucha sus p¨¢lpitos. Es muy dif¨ªcil sustraerse a la dureza de los indicadores econ¨®micos y al aluvi¨®n, cuando no cascada, de malas noticias. Mires donde mires, llueve y a veces graniza con tal encono que parece poner en riesgo todo lo que atesoramos. En tales circunstancias, cualquier discurso que nos recuerde el opulento pasado se nos antoja obsoleto y s¨®lo atraen nuestra atenci¨®n aquellas posibles recetas que pal¨ªen la fiebre financiera. De momento nadie las tiene.
Todos est¨¢n como superados por los acontecimientos y pendientes de c¨®mo abre o cierra don Pedro Solbes el ojo malo. Se explica as¨ª que Esperanza Aguirre saliera por peteneras en el debate desatado de la regi¨®n y volviera a provocar a Zapatero como si fuera un oponente huido del Parlamento auton¨®mico. Es verdad que el presidente andaba a por uvas cuando el PP gritaba que viene el lobo, pero en la Puerta del Sol hasta hace un rato tambi¨¦n sacaban pecho con la fortaleza econ¨®mica de Madrid y ahora miren qu¨¦ pelos.
Do?a Esperanza cree haber encontrado la forma de hacer caja y puentear la crisis con un mont¨®n de millones de euros para gastar. Quiere sacar a Bolsa el Canal de Isabel II. La empresa suministradora de aguas es, despu¨¦s de ese otro oscuro objeto de deseo llamado Caja Madrid, la joya de la corona en la regi¨®n. Una m¨¢quina de hacer dinero, inmune a los baches econ¨®micos. Si descontamos el aire, por el que a¨²n no cobran, el agua es el elemento m¨¢s necesario para la vida y el Canal la trata, distribuye y depura. Lo hace aqu¨ª y en otros lugares del mundo donde se respeta y valora su experiencia y capacidad profesional.
Esa pol¨¦mica operaci¨®n, si realmente prospera, no ser¨¢ un camino de rosas para el Ejecutivo aut¨®nomo. Tener a los alcaldes de izquierdas en contra y, sobre todo, al de Madrid, cuestionando su legalidad es un palo dif¨ªcil de afrontar. Se van a meter en un fangal. Tomas G¨®mez cree que la se?ora Aguirre hace estas cosas porque carece de ideas y disparata. El l¨ªder de los socialistas madrile?os, crecido por los renovados apoyos de un congreso del PSM con aires de paseo militar, dice verla en declive y pronostica una erosi¨®n progresiva. G¨®mez cree que las vacas flacas y su complicada situaci¨®n en G¨¦nova la hacen m¨¢s vulnerable y muy pronto dejar¨¢ la alcald¨ªa de Parla para presentarle batalla con plena dedicaci¨®n. De ella admira su desparpajo y el buen trato mientras que Ruiz-Gallard¨®n le cae peor, por estirado y distante.
En el PSM no gust¨® el regalito que le hizo Televisi¨®n Espa?ola a don Alberto con el programa Tengo una pregunta para usted. Si la f¨®rmula del espacio favorece siempre al invitado de turno, en el caso de Gallard¨®n, parece dise?ada a su medida. No hay pregunta a la que este se?or de aspecto doctoral no pueda responder con un discurso impecable. Cuando una cuesti¨®n resulta comprometida, se da tiempo para pensar con un pre¨¢mbulo florido hasta encontrar la respuesta que le permita escurrir el bulto y quedar como un se?or. Es lo que pol¨ªticamente se denomina un "encantador de serpientes". Al d¨ªa de hoy, el alcalde de Madrid es el ¨²nico pol¨ªtico al que realmente temen en La Moncloa. All¨ª no lo quieren en la liga nacional ni en pintura. Si por ellos fuera, le nombrar¨ªan embajador en Australia hasta su jubilaci¨®n, designaci¨®n que tambi¨¦n aplaudir¨ªan con entusiasmo Esperanza Aguirre y sus muchachos.
La presidenta y su aparato pol¨ªtico escenificaron el pasado fin de semana un congreso regional del PP en el que dejaron muy claro qui¨¦n manda en su reino de taifas. Una exhibici¨®n de fuerza de la lideresa ante la directiva nacional que les vapule¨® en Valencia adem¨¢s de un animoso ejercicio de exaltaci¨®n de la unidad del partido de cara a la galer¨ªa. Todo ello sin perder de vista ni dar la espalda a la facci¨®n rival aunque no diera guerra. Ni unos ni otros mienten cuando afirman que comparten una misma ideolog¨ªa.
S¨ª lo hacen cuando dicen que se aman o caminan en la misma direcci¨®n. En realidad, van por rutas diferentes con la mirada puesta en La Moncloa y les separa el estilo y la ambici¨®n personal. Por eso no estuvo ni se le esper¨® a Gallard¨®n en la inauguraci¨®n de los teatros del Canal. Pol¨¦mico estreno por la bronca de fuera y el derroche de dentro.
Ni la apabullante puesta en escena, ni el canap¨¦ de dise?o justificaron en lo m¨¢s m¨ªnimo el mill¨®n y medio de euros que fundieron en una noche los gestores del Canal. Una factura inflada que resulta imp¨²dica en el arranque de un curso pol¨ªtico marcado por la penuria.
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