La eterna seducci¨®n
Ha sido elegante y discreto hasta para morirse. No puede ser de otra forma cuando esa actitud vital no responde a una careta estrat¨¦gica sino a la autenticidad. Hace unos meses comunic¨® que se lo llevaba la muerte, que la esperar¨ªa en su casa rodeado de las personas que amaba, que no le dieran la brasa ni montaran productivos circos con su agon¨ªa, que le dejaran irse tranquilo al otro barrio. Algo muy consecuente en alguien que jam¨¢s mont¨® numeritos ni practic¨® el exhibicionismo, aficiones lamentablemente repetidas en el universo de esos seres con una luz y un talento especial que han alcanzado el estrellato. Y yo sent¨ª ante la despedida de ese desconocido que algo se me romp¨ªa por dentro, que era como si la palmara alguien cercano por el que sientes tanto respeto como admiraci¨®n, un ser que te ha regalado muchas e impagables sensaciones en el curso del tiempo.
Desde la primera vez que le ilumin¨® una c¨¢mara, este tipo escandalosamente guapo estaba destinado al amor incondicional y eterno de ¨¦sta. Tambi¨¦n a que ella contagiara esa fascinaci¨®n a los espectadores de cualquier parte con un m¨ªnimo sentido del gusto. Del Newman joven es incuestionable su hermosura pero tambi¨¦n la tendencia a la sobreactuaci¨®n, a los tics que deja impresos el pretencioso, narcisista, psicol¨®gico y retorcido M¨¦todo. Ello no impidi¨® que cuando ten¨ªa 30 esplendorosos a?os, bajo la mirada l¨²cida y sobrecogedora de Robert Rossen creara al inmortal Eddie Felson en esa reflexi¨®n genial y estremecedora sobre el triunfo y el fracaso, artistas y explotadores, pecado y redenci¨®n, soledad y desesperaci¨®n, miedo y desaf¨ªo, titulada El buscavidas. Pero cuando este hombre llega a la conclusi¨®n de que ya sabe c¨®mo expresar lo m¨¢ximo con lo m¨ªnimo, cuando le sale alguna arruga en el rostro y en el alma (debe de ser complicado sobrevivir emocionalmente al suicidio de un hijo), sus interpretaciones de cualquier tipo de personaje alcanzan una hondura, una precisi¨®n, un magnetismo y una verdad incomparables. En comedia y en drama, dando vida a personajes cotidianos o excepcionales. Cualquiera de sus interpretaciones constituye un espect¨¢culo, algo que siempre te va a compensar independientemente de la calidad del producto final. Junto al grandioso pero a veces muy pasado Brando, ver y o¨ªr a Newman representa la plenitud de la hipnosis, la imposibilidad de desconectar ante una presencia y una personalidad majestuosas. Te enamora cuando r¨ªe, cuando sufre, cuando se gusta, cuando anda perdido, cuando es fuerte, cuando est¨¢ desvalido, cuando tiene miedo, cuando es el m¨¢s chulo, cuando bromea, cuando se pone serio. Sus registros son muy amplios. Har¨¢ que te creas a sus personajes aunque nunca puedas olvidar que esos hombres siempre son Paul Newman. O sea, seducci¨®n en estado puro. De joven y de viejo, intemporal, con efecto perdurable para los espectadores del pr¨®ximo siglo. Jam¨¢s fue una moda o un lujoso producto de marketing. Newman era m¨¢s que un actor; constitu¨ªa un g¨¦nero. No tiene reemplazo. Se ha ido el m¨¢s grande.
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