Por encima del bien y del mal
El elegido es Carlos D¨ªvar. As¨ª ha terminado la primera parte de este juego de los disparates llamado Pacto de la Justicia. Queda ahora la segunda, la renovaci¨®n del Constitucional. Despu¨¦s de unas semanas de rumores y especulaciones, se conoci¨® el pasado lunes que Zapatero hab¨ªa optado por el actual presidente de la Audiencia Nacional para ocupar el doble cargo que unifica en una sola persona la cadena de mando de las dos ramas de la justicia: la administrativa (Consejo General del Poder Judicial) y la jurisdiccional (Tribunal Supremo). No tiene precedente. Nunca antes un presidente del Gobierno se hab¨ªa atribuido el derecho a proponer p¨²blicamente el candidato a la m¨¢xima autoridad judicial. Se dir¨¢ que los anteriores lo hicieron bajo cuerda y que Zapatero ha tenido el valor de dar transparencia a lo que los dem¨¢s hac¨ªan a escondidas. Pero, si es as¨ª, lo que ser¨ªa procedente es que el presidente propusiera una reforma de la Constituci¨®n, en vez de atribuirse una competencia que ¨¦sta no le otorga.
Los diversos perfiles de Carlos D¨ªvar que la prensa ha publicado coinciden en cuatro atributos que configurar¨ªan la identidad del nuevo presidente: cat¨®lico de misa diaria, conservador, poco amigo de los conflictos y con natural tendencia a pasar desapercibido. Los medios de comunicaci¨®n hab¨ªan criticado duramente el car¨¢cter superpolitizado del nuevo Consejo General del Poder Judicial alumbrado por los negociadores del PSOE y del PP. El presidente, coloc¨¢ndose por encima del bien y del mal, nombra a un magistrado conservador, muy alejado de sus posiciones ideol¨®gicas, como un gesto de confianza en la independencia de los jueces. O sea, el mismo jefe del Ejecutivo que se atribuye el derecho a nombrar el jefe del Poder Judicial quiere ahora dar una lecci¨®n de respeto a la autonom¨ªa de los jueces a los dem¨¢s actores de este espect¨¢culo.
De poco ha servido la lecci¨®n. El PP, lejos de responder a la gentileza de Zapatero, ha ido a lo suyo. "?T¨² pones a un presidente conservador? Muchas gracias, nosotros vamos a poner a otro conservador de vicepresidente". Y, por si quedaba alguna duda, Rajoy ha doblado la apuesta: ahora van a por el Constitucional y proponen a Hernando y a L¨®pez, dos piezas clave en la estrategia de la crispaci¨®n de la anterior legislatura a las que hab¨ªa que agradecer los servicios prestados. Con lo cual, el PSOE se ver¨¢ obligado a ejercer el siempre antip¨¢tico derecho de veto y la segunda parte del Pacto de la Justicia entrar¨¢ en crisis. Cuanto m¨¢s se retrase la renovaci¨®n del Tribunal Constitucional, mejor para el PP, que tiene m¨¢s posibilidades de ver satisfecho su objetivo: que, antes de irse, los magistrados del Constitucional dejen el Estatuto de Catalu?a en los huesos. A estas alturas de la pel¨ªcula, Zapatero ya deber¨ªa saber que la derecha nunca regala nada.
Mientras, Jos¨¦ Antonio Alonso ha reunido a los vocales del Consejo General del Poder Judicial propuestos por el PSOE para explicarles la conveniencia de aceptar la decisi¨®n del presidente y votar a D¨ªvar. O sea, que cualquier duda sobre la politizaci¨®n de los nombramientos est¨¢ resuelta. El partido que les nombra les cita para darles instrucciones y, m¨¢s sorprendente todav¨ªa, todos ellos acuden. ?D¨®nde est¨¢ la promesa de que la actitud de independencia ser¨ªa inequ¨ªvoca a partir del momento de su nombramiento? Resultado final: unanimidad. Todos plegados a la voluntad del presidente.
Este juego de desprop¨®sitos demuestra que los mecanismos de configuraci¨®n de las altas instancias judiciales no funcionan. El error de Zapatero es creer que con su decisi¨®n reconducir¨¢ todo el proceso. Nadie, ni siquiera el presidente, puede cambiar los efectos de un procedimiento mal dise?ado sin modificar previamente su arquitectura. Nada nuevo: el gesto de Zapatero sirve para ratificar m¨¢s que nunca la politizaci¨®n de las instituciones judiciales, para que una parte de la judicatura no entienda el ninguneo en que el Gobierno ha tenido al Tribunal Supremo, y para que un conservador est¨¦ al frente de los jueces. El golpe de Zapatero es dif¨ªcil de entender por parte de cualquier ciudadano que tenga un m¨ªnimo respeto a la separaci¨®n de poderes y por el electorado de izquierdas, harto de hacer regalos a la derecha sin que ella nunca regale nada. De momento, algo parece claro: el PP est¨¢ ganando el Pacto por la Justicia. Basta ver el entusiasmo con que la derecha ha acogido el nombramiento de D¨ªvar. -
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