Erotismo a la rusa, la obsesi¨®n de una multimillonaria
Pregunta v¨ªa e-mail a Olga Rodionova, de 34 a?os, casada con potentado ruso, madre de hija adolescente, directora de la boutique de Vivianne Westwood en pleno centro de Mosc¨², actriz, presentadora de televisi¨®n y modelo de las que prefieren batirse a cuerpo desnudo: "?Cu¨¢l es la diferencia entre lo er¨®tico y lo pornogr¨¢fico?". Respuesta: "El amor".
El mundo, en verdad, tiene dos lados: el de los que miran (voyeurs) y el de los que son mirados, el de los que se ocultan y el de los que se lucen y exhiben. Y ¨¦stos pueden ser tan adictos a mostrarse como los primeros a que les muestren. Esta moscovita pertenece m¨¢s al segundo. Sufre, desde siempre, un deseo impenitente por lucir palmito. Porque lo tiene. Y porque le apasiona provocar, posar, ser contemplada. Tanto, que lo ha convertido en profesi¨®n. Pero no de cualquier modo. No. Su mal incluye atraer hacia s¨ª las m¨¢s grandes miradas: las de los mejores fot¨®grafos del mundo. Con af¨¢n los ha perseguido hasta convencerles de lo lustroso de su cuerpo eslavo. Y lo ha conseguido: hay im¨¢genes de Rodionova pululando por ah¨ª, desnuda o cubierta, firmadas por Helmut Newton, Peter Lindbergh, LaChapelle, Clive Arrowsmith...
Pero, como en toda dependencia, nunca mucho es bastante. Y ahora, despu¨¦s de tantos ojos masculinos sobre s¨ª, los elegidos por Rodionova son femeninos: los de la fot¨®grafa Bettina Rheims (Par¨ªs, 1952). "Quer¨ªa entregarme a alguien del mismo g¨¦nero", dice. Y no lo ha hecho s¨®lo para un par de fotos, sino para un libro gozoso y completo (El libro de Olga, editado por Taschen), cuya elaboraci¨®n ha pagado su propio marido con tal de verla como a ella -siempre activa, transformista, cosmopolita y tozuda- le gusta verse. "Siempre preguntan que qu¨¦ dice mi esposo, que si no tiene pudor de dejarme ver de este modo. ?Pero de qu¨¦ modo? Dios nos cre¨® desnudos, sin vestido ni adorno. Y qu¨¦ va a decir: pues nada. Que cuando tenga 90 a?os y vea estas fotos me encantar¨¢ ver lo guapa que era". Con su apostura y la c¨¢mara de esa maestra del erotismo que es la Rheims, basta hojear el volumen para quedar atrapado en el primer lado del mundo: el del mir¨®n.
"Estoy completamente satisfecha con el trabajo de Bettina", se?ala Rodionova. Porque en la francesa vio a la artista moderna y sin ataduras que necesitaba -"trata lo er¨®tico con un discurso distinto"-, porque siempre sugiere m¨¢s que muestra, porque en ella lo cubierto incluso parece desnudo de tan sutil, cercano, ¨ªntimo... No en vano ha retratado a cientos de mujeres para... otras mujeres. Pieles, cuerpos, miradas, posturas; la ficci¨®n y la realidad bien engarzadas; mirona sin serlo, c¨®mplice, nada masculina. "Y trabaja ese g¨¦nero que ella llama broken glamour, y que a m¨ª me encanta".
As¨ª, si este libro no fuera gr¨¢fico, sino literario, y hubiera que contar la trama, habr¨ªa que obviar lo obvio: la sucesi¨®n del centenar de im¨¢genes cuidad¨ªsimas de una mujer hermosa en posturas m¨¢s o menos sexys, vestida y maquillada en tres caracterizaciones (es pin-up, juega a juegos sadomasoquistas en blanco y negro, se engalana al estilo de Mar¨ªa Antonieta), y pasar a lo que importa, el detalle, la escenograf¨ªa, la construcci¨®n de un mundo.
Aqu¨ª hay poses, gestos, miradas bajas y provocativas, ojos entornados, inclinaci¨®n de cabeza y hombros, postura y apertura de piernas, el zapato de tac¨®n que se apoya donde debe, el culo sobre el brazo del sill¨®n, el consolador apenas sostenido en la mano, el cabello recogido o enredado, el cuerpo embadurnado de harina o tinta, los abrazos masculinos, las bocas abiertas; mucha peluca, cincha, correa, gasa, pieles, columpios, camas; el maquillaje en blanco, negro o rojo; el cigarro en la boca; el tatuaje en el bajo vientre, y el piercing llave, un poco m¨¢s abajo, all¨¢ donde hay puerta.
Cada obra de la inclasificable Rheims es aqu¨ª pieza ¨²nica. Y Rodionova, la masa voluntaria y maleable; plena de texturas, de lecturas, de provocaci¨®n. Como si entre la que mira y la que posa hubiera mucha tensi¨®n y, a la vez, gran dedicaci¨®n. "El deseo de una que enciende el de la otra", viene a decir la editora de Art Press, Catherine Millet, en el pr¨®logo. ?Y por qu¨¦ ese vicio por posar? ?Es por inseguridad f¨ªsica, por exhibicionismo, por placer? "Por pura satisfacci¨®n est¨¦tica y art¨ªstica. Eso es un est¨ªmulo constante para m¨ª", contesta la rusa.
En cualquier caso, esto s¨®lo es una parte de su vida. Porque la otra, la cotidiana, es del mont¨®n. Y recita: a las ocho, arriba; luego, ducha, caf¨¦, noticias, el profesor de ¨¢rabe que llega -su otra pasi¨®n es Asia-, el gimnasio, el sal¨®n de belleza, los tratamientos est¨¦ticos o la peluquer¨ªa y, puntualmente, castings, rodajes, viajes... Dice que tuvo otra existencia pasada de lo m¨¢s com¨²n, con infancia comunista y educaci¨®n controlada: "Procedo de familia sencilla. Mi padre era coronel de la polic¨ªa; mi hermano, sargento; mi madre, m¨¦dico. Fui a la universidad y curs¨¦ marketing, econom¨ªa y derecho...". Hasta trabaj¨® en un banco antes de toparse con el deslumbrante ambiente de la moda, del que es parte activa con su tienda -"la primera de lujo que se abri¨® aqu¨ª"-. "Estoy al tanto de novedades y tendencias, acudo a todos los eventos. Los grandes dise?adores han abierto aqu¨ª porque se compra lujo, se adora el confort, lo extravagante".
A pesar del r¨¦gimen cerrado en que crec¨ªa, o quiz¨¢ por ello, con teatros y palacios so?aba Rodionova desde siempre. Con el pr¨ªncipe azul que llega a caballo para salvarla y mostrarle otro universo posible... Y un d¨ªa de hace ya tres lustros descubri¨® que lo ten¨ªa cerca y que lo que conduc¨ªa era un coche de gama alta. Qu¨¦ m¨¢s daba. Lo vio claro, apost¨® por ¨¦l, y hoy Sergu¨¦i Rodionov, de 47 a?os, es conocido por millonario, por ejercer de patr¨®n de la banca o por sus negocios en la Rodionov Publishing House..., y por ser agente entregado de su esposa (¨¦l mismo le hizo sus primeros retratos desnuda), mientras ella dirige su comercio, act¨²a en filmes subidos de tono (producidos por su c¨®nyuge), presenta talk-shows televisivos
-"este oto?o, en el World Fashion Channel, lanzar¨¦ el proyecto L'exclusif avec Olga Rodionova"- y se muestra en cueros en todas las portadas posibles (Playboy, FHM...) para esc¨¢ndalo de la ¨¦lite moscovita.
Quiz¨¢ por atreverse a tanto, por defender su libertad, es personaje popular y sujeto de esc¨¢ndalo de la prensa rosa. La llaman "la tigresa de las celebrities"; eso, en vocabulario ligero. Los cotilleos sobre Rodionova abundan. Pura hipocres¨ªa, dice ella. "Cosas de mentes estrechas". Mosc¨² es lugar cosmopolita, como Londres, Par¨ªs o Nueva York, y la vida cultural, econ¨®mica y pol¨ªtica se expande. "La ciudad est¨¢ abierta a las artes. Pero la gama de percepciones es divergente, polarizada. Se pasa en nada de la incompresi¨®n a la admiraci¨®n, y viceversa. Los cambios se han precipitado, son vertiginosos... y espont¨¢neos, por eso existe el riesgo de que todo sea imprevisible. Esta apertura completa incluye la p¨¦rdida y negaci¨®n de los viejos valores sin que los nuevos est¨¦n a¨²n formados".
Ah¨ª est¨¢ ella para construirlos, junto a otros muchos compatriotas. Porque ella se exhibe, pero tambi¨¦n mira, habita y domina los dos mundos. "Interpreto el rol que me proponen los artistas. Me pongo en sus manos y ellos dibujan su visi¨®n. Estas im¨¢genes que ves no tienen nada en com¨²n conmigo". As¨ª suced¨ªa anta?o con los pintores de c¨¢mara y las cortesanas. "Puedes no estar de acuerdo con su mirada, pero la aceptas. Es la regla del juego".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.