Moralejas de la crisis
El sistema financiero estadounidense se escora hacia el naufragio. Todo lo que impide que la tan elogiada fuente del capitalismo mundial se precipite al cataclismo es la Administraci¨®n P¨²blica estadounidense, que se ha convertido de hecho en garante y prestamista de ¨²ltimo recurso.
?C¨®mo han podido llegar las cosas a este trance en un sistema financiero en otro tiempo elogiado por ser el m¨¢s profundo y avanzado del mundo? ?D¨®nde acabar¨¢? ?Qu¨¦ consecuencias tendr¨¢ esto para el sistema financiero mundial? Es dif¨ªcil responder a estas preguntas con mucha convicci¨®n mientras seguimos en plena crisis. De hecho, cada d¨ªa que pasa parece traer una noticia peor: ?ni siquiera los fines de semana proporcionan ya un respiro en la corriente continua de melancol¨ªa!
El resto del mundo ya no adoptar¨¢ entusiasmado los principios del libre mercado
Es m¨¢s l¨®gico desarrollar unos principios con los que la regulaci¨®n pueda adaptarse
Sea cual sea el resultado final, una cosa es segura: el resto del mundo ya no se entusiasmar¨¢ por adoptar los principios de libre mercado que reg¨ªan el desarrollo financiero estadounidense. Si bien los tiempos de desesperaci¨®n pueden exigir medidas desesperadas, la masiva intervenci¨®n del Gobierno estadounidense tambi¨¦n har¨¢ que sea m¨¢s dif¨ªcil defender la idea de que el Estado deber¨ªa mantenerse apartado del funcionamiento del sistema financiero.
Sin duda, la satisfactoria emoci¨®n del schadenfraude -placer ante el dolor de otros- les estar¨¢ pasando por la mente a los gobernadores de bancos centrales y a los legisladores de los nuevos mercados, que durante mucho tiempo tuvieron que soportar lo peor del acoso estadounidense acerca de los principios del libre mercado. Probablemente estar¨¢n rezando tambi¨¦n sus hosannas por haberse resistido en mayor o menor medida a las innovaciones financieras, agradeciendo a eso el hecho de que sus econom¨ªas no se hayan visto golpeadas a¨²n por la crisis en la misma medida que Estados Unidos.
Por desgracia, estas moralejas -si se toman al pie de la letra- pueden acabar no siendo buenas para las econom¨ªas emergentes. Es una desgracia porque la principal lecci¨®n que se debe sacar de esta crisis es que la negaci¨®n de ciertos principios del libre mercado tal vez fuera de hecho lo que ha conducido al caos en el que ahora se encuentra el propio Estados Unidos. Adem¨¢s, el desarrollo financiero va a ser en ¨²ltima instancia importante para que estas econom¨ªas sostengan sus elevadas tasas de crecimiento y permitir que un porcentaje m¨¢s alto de su poblaci¨®n participe en el proceso de desarrollo y se beneficie de ¨¦l.
?Qu¨¦ sali¨® mal en Estados Unidos? Un problema clave de Fanni Mae y Freddie Mac, por ejemplo, fue que su regulador no hizo su trabajo y no descubri¨® el enorme fraude contable en sus libros. Eso y la garant¨ªa impl¨ªcita del respaldo estatal (que finalmente se volvi¨® expl¨ªcita) permitieron que estas dos instituciones se expandiesen enormemente, y abarcasen incluso transacciones financieras ex¨®ticas en las que no ten¨ªan por qu¨¦ haberse involucrado.
Las ra¨ªces de la crisis estadounidense, por supuesto, se remontan a los a?os en que Alan Greenspan presid¨ªa la Reserva Federal estadounidense. Entonces, el dinero era f¨¢cil y la regulaci¨®n escasa. Los famosos pr¨¦stamos hipotecarios ninja (sin ingresos, sin trabajo y sin patrimonio) fueron una se?al de negligencia reguladora tan clara como cualquier otra. Pero estas se?ales evidentes de irregularidad tambi¨¦n se pasaron alegremente por alto cuando los tiempos eran buenos y ante la hostilidad del actual Gobierno contra la reglamentaci¨®n.
Claramente, la innovaci¨®n financiera sin regulaci¨®n eficaz no funciona bien. En el nuevo mundo de mercados financieros m¨¢s complejos, los peligros acechan en lugares ocultos.
La crisis actual indica que un conjunto de normas r¨ªgidas permite que instituciones financieras con recursos enmascaren el riesgo de sus carteras o le den la vuelta a las cosas para hacer que las mediciones del riesgo habituales parezcan mejores de lo que en realidad son. No es pr¨¢ctico dise?ar un marco regulador que abarque cada instrumento financiero y cada instituci¨®n financiera espec¨ªficos. Por el contrario, tiene m¨¢s sentido desarrollar un marco "de principios" que pueda adaptarse a la evoluci¨®n del mercado financiero y adoptar un planteamiento m¨¢s amplio para gestionar los riesgos sist¨¦micos. Est¨¢ claro que esto no exist¨ªa.
La crisis confirma tambi¨¦n que algunos tipos de intervenci¨®n p¨²blica en los mercados financieros -en especial mediante el respaldo impl¨ªcito a instituciones en apariencia "privadas"- generan malos resultados que acaban haciendo que los contribuyentes tengan que encargarse de pagar. Las verdaderas lecciones de la debacle de Fannie y Freddie deber¨ªan referirse a los peligros que comportan las garant¨ªas estatales impl¨ªcitas unidas al riesgo moral y la reglamentaci¨®n d¨¦bil, y los riesgos que acechan incluso en los sistemas financieros avanzados.
Estos peligros son mayores en los sistemas financieros menos desarrollados, y los costes de aclarar el embrollo podr¨ªan ser tambi¨¦n proporcionalmente mayores para las econom¨ªas m¨¢s pobres.
Una cosa que la crisis nos ense?a es que el fraude, la corrupci¨®n y la injerencia estatal pueden erosionar los cimientos de los sistemas financieros m¨¢s profundos, en especial cuando estos problemas se suman a un sistema regulador demasiado estricto y ce?ido a las normas en apariencia y que, a veces, hace la vista gorda ante una obvia perversi¨®n del sistema. ?sa, al menos, es una moraleja que los mercados emergentes deber¨ªan sacar en ¨²ltima instancia de la crisis financiera.
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