Presupuesto temeroso
Las cuentas p¨²blicas para 2009 no apuestan claramente por amortiguar la dureza de la crisis
El ejercicio sobre el que van a extender su vigencia los Presupuestos Generales del Estado, cuyo borrador aprob¨® el viernes el Gobierno, constituir¨¢ el inicio de una nueva ¨¦poca en la econom¨ªa espa?ola. En 2009 es muy probable que apenas crezca, al tiempo que su tasa de paro volver¨¢ a diferenciarse negativamente del promedio de la europea. El sector exterior no podr¨¢ ejercer el relevo sobre una demanda dom¨¦stica desplomada, en primer lugar, porque nuestros principales clientes europeos estar¨¢n igualmente inmersos en una senda de intensa desaceleraci¨®n; pero, muy especialmente, porque no tendremos mucho que venderles. La competitividad espa?ola sigue acusando la excesiva especializaci¨®n en sectores hu¨¦rfanos de conocimiento y ventajas propias de una econom¨ªa moderna, avanzada.
Con los datos hoy disponibles no es posible atisbar el fin de esa fase de muy bajo crecimiento y elevado desempleo. La persistencia de la crisis crediticia internacional golpea tambi¨¦n de forma diferencial a la econom¨ªa espa?ola, una de las m¨¢s dependientes de esos mercados mayoristas de cr¨¦dito que siguen hoy pr¨¢cticamente cerrados.
Frente a un escenario tal, el principal objetivo que deber¨ªan haber tenido estos Presupuestos es la amortiguaci¨®n de la severidad de la crisis y el fortalecimiento de la base de capital p¨²blico de la econom¨ªa en aquellas dotaciones que la experiencia muestra como esenciales para ganar competitividad. No ha sido as¨ª. Tratan de insinuar ese prop¨®sito, pero luego no se refleja en las asignaciones de recursos. No parecen los presupuestos de un pa¨ªs m¨¢s amenazado que el promedio de la OCDE, pero con mucha menos deuda p¨²blica. Apenas crece, por ejemplo, la inversi¨®n en educaci¨®n, central en la garant¨ªa de la igualdad de oportunidades, pero tambi¨¦n en la atracci¨®n de inversiones extranjeras directas o en la disposici¨®n de capacidad exportadora de bienes y servicios con mayor valor a?adido.
Hay en los presupuestos mayor temor al qu¨¦ dir¨¢n del d¨¦ficit que a las p¨¦rdidas efectivas de bienestar que van a sufrir los espa?oles derivadas de la ca¨ªda de la actividad o de la cancelaci¨®n creciente de proyectos de inversi¨®n de peque?as y medianas empresas. Parecen reflejar un cierto cansancio, apenas iniciada una crisis que en otros pa¨ªses est¨¢ exigiendo a sus Gobiernos actuaciones tan excepcionales como la naturaleza de las amenazas.
Es un error partir de la concepci¨®n de que hay que dejar que se toque fondo, para que as¨ª se ajuste la situaci¨®n por s¨ª sola. Hay que evitar males peores que los ya evidentes. Y la primera forma de hacerlo es tratando de normalizar el funcionamiento del mercado de cr¨¦dito. No abarat¨¢ndolo, ni transfiriendo recursos de los contribuyentes a sectores concretos, sino subsanando cuanto antes ese fallo de mercado que est¨¢ gangrenando las posibilidades de crecimiento a medio plazo de nuestra econom¨ªa y, en todo caso, la necesaria modernizaci¨®n de su sistema productivo.
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