El caos somal¨ª impulsa a los piratas
El pa¨ªs carece de un verdadero Gobierno y de tribunales que puedan dar seguridad a los pesqueros extranjeros - Se han producido 55 ataques en 2008
Somalia est¨¢ de moda por la pirater¨ªa, no por su miseria ni porque un 25% de sus ocho millones de habitantes dependa de una ayuda humanitaria que no puede recibir debido a la inseguridad del pa¨ªs. La ruta del mar Rojo, que une el oc¨¦ano ?ndico y el mar Mediterr¨¢neo -una de las m¨¢s transitadas y de mayor importancia econ¨®mica: 30.000 barcos surcan cada a?o sus aguas- se ha convertido tambi¨¦n en una de las m¨¢s peligrosas. Los piratas somal¨ªes, que desde comienzos de 2008 han lanzado 55 ataques, seg¨²n la Oficina Mar¨ªtima Internacional, est¨¢n forzando a Europa y EE UU a enviar efectivos militares para proteger sus intereses.
En Somalia (con 2.896 kil¨®metros de costa) no hay estad¨ªsticas fiables. Ni cifras de muertos. Tampoco Estado. Ni Gobierno real, tribunales de justicia, polic¨ªa, servicio de recogida de basuras, electricidad o agua potable. En Somalia s¨®lo hay pobreza, mal trato de la mujer (ablaci¨®n e infibulaci¨®n) y decenas de grupos que pugnan a tiros por los beneficios del caos.
El avi¨®n espa?ol puede avisar a los barcos, pero no repeler un ataque
Buques de guerra rodean el ¨²ltimo bot¨ªn: un carguero lleno de tanques
No hay ONG ni reparto de ayuda humanitaria por la absoluta inseguridad
Por las aguas en las que se producen los asaltos transitan 30.000 barcos al a?o
Francia ha presentado esta semana un nuevo proyecto de resoluci¨®n al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para la constituci¨®n de una fuerza mar¨ªtima internacional contra la pirater¨ªa. China, Vietnam y Libia han forzado que se limite a Somalia dejando fuera las aguas de Filipinas y de Malaisia, tambi¨¦n con piratas.
El Gobierno espa?ol, presionado por la opini¨®n p¨²blica y la oposici¨®n tras el secuestro en abril del pesquero Playa de Bakio, ha enviado un avi¨®n Orion P-3 de reconocimiento para alertar a los atuneros de la presencia de barcos sospechosos, no para protegerles de eventuales atacantes. El coste de la misi¨®n es de ocho millones de euros al trimestre.
El Consejo de Seguridad ya autoriz¨® en junio un primer despliegue militar inicial que aprovech¨® las instalaciones francesas en su ex colonia en Yibuti y que pretend¨ªa ser disuasorio. No ha tenido ¨¦xito. El texto aprobado autorizaba al Gobierno interino de Somalia a utilizar "todos los medios necesarios para resolver el problema". Pero el problema es que no existe tal Gobierno, s¨®lo una ficci¨®n sostenida por la presencia del Ej¨¦rcito et¨ªope, que act¨²a en Somalia por delegaci¨®n de Estados Unidos y tambi¨¦n en su propio inter¨¦s: las posibles reservas de gas natural ocultas en el desierto del Ogad¨¦n, territorio que se disputan Etiop¨ªa y Somalia desde sus respectivas independencias.
Lo que el lenguaje diplom¨¢tico llama Gobierno interino de Somalia es una coalici¨®n de se?ores de la guerra (los mismos o los herederos de los que llevaron a Somalia al desastre en 1991) encabezados por Abdulahi Yusuf, quien fuera due?o y se?or de la regi¨®n de Puntland (desde donde parten muchos de esos piratas).
Cada se?or de la guerra pertenece a un clan, que a su vez se divide en subclanes, todos armados y a menudo enfrentados, convirtiendo el mapa ¨¦tnico-pol¨ªtico somal¨ª en un jerogl¨ªfico.
Frente a ese Gobierno ficticio apoyado por Adis Abeba y Washington est¨¢n las milicias de la antigua Uni¨®n de Tribunales Isl¨¢micos, que se hizo con el poder en Mogadiscio en junio de 2006, creando por primera vez desde la ca¨ªda del dictador Siad Barre y la desaparici¨®n del Estado en 1991 la base de una cierta gobernabilidad. Los tribunales dieron seguridad a la capital, incautaron miles de armas y garantizaron los negocios. Su ¨¦xito como embri¨®n de Estado extendi¨® sus conquistas hacia Baidoa, Bandiradley y Beledweyne. Su error fue amenazar a Puntland y Somalilandia, que disfrutan de una independencia de hecho, y acercarse al Ogad¨¦n.
EE UU incluy¨® a los tribunales isl¨¢micos en su guerra global contra el terrorismo y los declar¨® aliados de Al Qaeda. Etiop¨ªa, que no desea un Gobierno fuerte en Mogadiscio y menos islamista, hizo el trabajo sucio. Los islamistas fueron expulsados en diciembre de 2006. Despu¨¦s, lleg¨® la iraquizaci¨®n: atentados y muerte. "La situaci¨®n ha empeorado mucho en los ¨²ltimos tres meses", asegura una fuente occidental que pide permanecer en el anonimato. No hay ONG extranjeras. No es posible repartir ayuda humanitaria, de la que dependen dos de sus ocho millones de habitantes.
Los islamistas han dejado de ser un grupo unido, su principal fuerza en 1996. Tambi¨¦n se han roto en decenas de grupos, algunos muy radicales, otros moderados, cada uno con su jerarqu¨ªa de mando. El pa¨ªs es un polvor¨ªn.
Los piratas de Puntland son la consecuencia m¨¢s visible de ese caos cuya soluci¨®n no entra en los planes de la fuerza militar extranjera. Pesa como una losa el recuerdo de todo lo ocurrido en octubre de 1993, cuando las tropas estadounidenses que hab¨ªan acudido a Somalia a combatir una hambruna se vieron involucradas, por sus errores, en una guerra civil. El clan m¨¢s fuerte, el de Mohammed Farah Aidid, les declar¨® la guerra. Las im¨¢genes del desastre fueron recreadas por Ridley Scott en su excelente Black Hawk derribado.
En Somalia cada soluci¨®n se convierte en un problema. La presencia militar et¨ªope, extremadamente impopular, es el obst¨¢culo que impide a los islamistas moderados acudir a una negociaci¨®n. Pero si los et¨ªopes se retiraran, el llamado Gobierno interino caer¨ªa en unas horas. De hecho, apenas controla cuatro o cinco ciudades, incluida Mogadiscio. El resto es un mar de facciones islamistas.
[Los piratas que asaltaron el jueves el carguero ucranio Faina, con 33 tanques y otro armamento a bordo, estaban ayer rodeados por buques de guerra de EE UU y de Francia, seg¨²n Efe].
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