Europa, o potencia o nada
Ante ampliaciones precipitadas de la Uni¨®n Europea, reformas institucionales en suspenso, flujos incontrolados de inmigrantes, pa¨ªses emergentes que inquietan, crisis financiera mundial, ruido de tanques rusos en nuestro limes... una parte de las ¨¦lites intelectuales y medi¨¢ticas europeas reaccionan con una exacerbada cr¨ªtica a la Uni¨®n. Se tilda a ¨¦sta de impotente, paralizada, ineficaz, y cabe que pronto se sentencie su obsolescencia, sin que nadie apunte alternativa seria alguna.
Esa actitud conecta con una corriente contempor¨¢nea muy europea de autodenigraci¨®n, de permanente estado de catarsis por culpabilidades refrescadas una y otra vez, de cr¨ªmenes y conductas monstruosas, entre los que son paradigma Auschwitz, asumido como expresi¨®n suprema de la maldad europea, y el colonialismo, recordado como expoliaci¨®n y humillaci¨®n de los sometidos. Las poblaciones europeas, malhumoradas por las crisis que ya padecen y las que presienten, han olido la desafecci¨®n y se suman al euroescepticismo ambiental. Si hasta hace poco, encuesta tras encuesta, los ciudadanos europeos mostraban una preferencia notable por m¨¢s Europa, el 44% de los europeos interrogados cree ahora que la vida ha empeorado desde que su pa¨ªs se adhiri¨® a la Uni¨®n. ?Se corresponde con la realidad ese pesimismo?
Si supera la man¨ªa de la autoflagelaci¨®n, la Uni¨®n Europea puede ser envidiada y temida en el mundo
De hecho, viendo como le va al resto del mundo, los europeos deber¨ªan sentirse relativamente satisfechos en todos los campos, incluido el de la econom¨ªa dom¨¦stica, reasegurada en ¨²ltimo extremo por el modelo social europeo, el m¨¢s avanzado de entre los pa¨ªses desarrollados. No ayudan a formar una opini¨®n equilibrada en la percepci¨®n de la singularidad positiva y de las potencialidades de Europa ni la autoflagelaci¨®n de las ¨¦lites, que por no ver no miran el medallero ol¨ªmpico de los Juegos de Pek¨ªn, que da una apabullante ventaja al conjunto de los deportistas de la UE frente a los de la ensalzada China -274 medallas europeas por 100 chinas-, que por no hablar bien de Europa no se enteran del mayor experimento cient¨ªfico de la historia iniciado con el acelerador de part¨ªculas (LHC) puesto en marcha por los europeos en Ginebra, ni la deshonestidad intelectual de los pol¨ªticos que sacrifican a la UE como chivo expiatorio de sus propios pecados. Sobresale en esa pr¨¢ctica una cierta izquierda que se desmelena contra las directivas comunitarias que no le gustan, como ha sido el caso de la del retorno de los inmigrantes clandestinos y la que permite una semana laboral de 60 horas, recurriendo a la demagogia f¨¢cil y al desprestigio de las instituciones europeas, ocultando que la orientaci¨®n de la normativa comunitaria depende de la composici¨®n de las instituciones de la UE y ¨¦sta refleja el resultado de las elecciones en el marco nacional.
M¨¢s all¨¢ de las derivas ideol¨®gicas, ?puede hablarse de un agotamiento de la idea de Europa plasmada en la construcci¨®n europea de los ¨²ltimos 50 a?os? Los fundamentos originarios, paz, democracia y prosperidad, siguen siendo plenamente v¨¢lidos, como lo prueban las acometidas que han padecido por las guerras balc¨¢nicas, la lucha contra el terrorismo y las crisis econ¨®micas. Tal vez Merkel, Sarkozy y Zapatero, por citar l¨ªderes proeuropeos, no tienen el compromiso moral que Mitterrand, Kohl y Felipe Gonz¨¢lez tuvieron con Europa, pero saben que la UE es necesaria porque cada uno de los Estados que representa no puede dar s¨®lo una respuesta suficiente a los m¨²ltiples desaf¨ªos que plantea el siglo. Habr¨ªamos pasado, pues, de la era de los entusiasmos a la era de la necesidad. No est¨¢ tan mal. La necesidad tambi¨¦n es una fuerza constructiva.
Adem¨¢s de reformar el sistema institucional y profundizar la integraci¨®n econ¨®mica, Europa necesita fronteras claras, unos l¨ªmites geogr¨¢ficos, pol¨ªticos y culturales que enmarquen la identidad europea, una defensa propia, que pasa inevitablemente por fuerzas armadas europeas integradas y aut¨®nomas respecto a la OTAN, un servicio diplom¨¢tico que ejecute directamente la pol¨ªtica exterior com¨²n, una pol¨ªtica de sociedad europea, que sea m¨¢s que una pol¨ªtica social, para generar una lealtad ciudadana y popular hacia la UE.
Fronteras, ej¨¦rcito, diplomacia y sociedad han sido patrimonio exclusivo de la soberan¨ªa estatal. Compartirlos federalmente en el seno de la UE no ser¨¢ f¨¢cil. Se opondr¨¢n a ello no s¨®lo las estructuras estatales y los sentimientos nacionales, sino tambi¨¦n la actitud timorata que impregna toda la acci¨®n europea y la sumisi¨®n al chantaje de la culpabilidad, que paraliza Europa ante el mundo coartando la leg¨ªtima protecci¨®n de los intereses de los europeos. Ejemplos, los que se quiera: el rid¨ªculo ante el incumplimiento por parte rusa del plan de paz Medv¨¦dev-Sarkozy de agosto sobre Georgia; los periplos del actual responsable de la pol¨ªtica exterior y de seguridad de la UE, delegado volante del apaciguamiento sin costes; la captura de barcos europeos por piratas a lo Sandok¨¢n; las medidas en orden disperso ante la crisis del modelo econ¨®mico de crecimiento... Europa, si quiere ser cre¨ªble de puertas adentro y de puertas afuera, tiene que ser envidiada por su eficacia y temida por su poder. Por eso, o aspira sin complejos a ser una potencia o quedar¨¢ relegada a la nada.
Jordi Garc¨ªa-Petit es acad¨¦mico numerario de la Real Academia de Doctores.
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