Asomarse al abismo...
El rechazo del plan de rescate de Wall Street prolonga la crisis y acent¨²a el riesgo de recesi¨®n
El Congreso de Estados Unidos rechaz¨® ayer el plan de rescate financiero elaborado por la Administraci¨®n de Bush y abri¨® un periodo de incertidumbre mientras se negocian nuevas modificaciones en el texto para que pueda recibir el respaldo de la mayor¨ªa. La debilidad de la Administraci¨®n de Bush, incapaz de convencer a los diputados republicanos, late peligrosamente detr¨¢s de un fracaso pol¨ªtico que ayer pas¨® las primeras facturas. Los mercados europeos vivieron ayer otro lunes negro como una especie de premonici¨®n de lo que iba a suceder luego en la C¨¢mara de Representantes; y Wall Street empez¨® a desplomarse despu¨¦s de conocer el primer rechazo pol¨ªtico del plan.
La negativa del Congreso implica que la lucha contra la crisis financiera queda de momento sin referente pol¨ªtico mundial. El plan del secretario del Tesoro, Henry Paulson, y del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, es objetable en sus detalles pero inatacable en sus objetivos y en su orientaci¨®n pol¨ªtica general. Una crisis total de confianza como la que estaba viviendo el sistema financiero mundial -que ha liquidado la banca de inversi¨®n en EE UU, oblig¨® a nacionalizar AIG, la mayor aseguradora americana, y el pasado fin de semana extendi¨® sus tent¨¢culos a Europa forzando las nacionalizaciones del banco francobelga Fortis y del brit¨¢nico Bradford & Bingley- s¨®lo pod¨ªa corregirse atacando de ra¨ªz el problema de los activos depreciados en su ra¨ªz por las hipotecas basura. Pol¨ªticamente era imprescindible recuperar la confianza eliminando de los balances de las instituciones bancarias los activos que imped¨ªan la liquidez.
El plan Paulson-Bernanke respond¨ªa b¨¢sicamente a esas prioridades. El rechazo del Congreso debe leerse en t¨¦rminos estrictamente pol¨ªticos, como un fracaso de liderazgo en el Partido Dem¨®crata y en el Republicano -95 congresistas dem¨®cratas y 134 republicanos votaron en contra del plan- y como una demostraci¨®n de que en el bando republicano todav¨ªa pesan automatismos rancios contra el intervencionismo en la econom¨ªa. Cualquier plan de salvamento que pueda articularse en el futuro, sea de inspiraci¨®n dem¨®crata o republicana, constituir¨¢ con mayor o menor intensidad una intervenci¨®n del Estado, con dinero p¨²blico, en la econom¨ªa de mercado de EE UU. El tiempo de los arreglos financieros privados patrocinados por bancos privados se acab¨® con Merrill Lynch.
La votaci¨®n del Congreso abre una crisis sin precedentes. Desde el crash de 1929 hasta el m¨¢s modesto de 2000, la autoridad pol¨ªtica estadounidense siempre goz¨® de la confianza de las C¨¢maras para atajar las crisis burs¨¢tiles y las recesiones que con frecuencia provocaban. Ahora, la resoluci¨®n de la crisis, una decisi¨®n urgente y prioritaria, queda al albur de una negociaci¨®n que puede retrasarse.
Despu¨¦s del fracaso pol¨ªtico de ayer, lo que les espera a los mercados mundiales hasta que se vote un nuevo plan es m¨¢s estrangulamiento de la liquidez, con lo cual es muy probable que se reproduzcan las crisis bancarias; m¨¢s ca¨ªdas, por tanto, en las Bolsas mundiales, mientras se pactan las modificaciones del plan, bien hacia las reclamaciones dem¨®cratas o hacia las exigencias republicanas; nuevas elevaciones en las primas de riesgo, que provocar¨¢n a su vez fuertes dificultades en la inversi¨®n; y una inquietud creciente, pr¨®xima al miedo, por la situaci¨®n de la econom¨ªa americana, cuya probabilidad de recesi¨®n es tanto mayor cuanto m¨¢s se tarde en cortar de ra¨ªz la desconfianza en el sistema. Cuanto m¨¢s se tarde en aprobar el plan, m¨¢s caro y m¨¢s dif¨ªcil ser¨¢ el rescate.
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