De misas y aperturas
El nuevo presidente del Consejo del Poder Judicial, Carlos D¨ªvar, tom¨® posesi¨®n de su cargo con un discurso en el que, seg¨²n dijo, "los criterios personales del juez no pueden emerger en el espacio p¨²blico". Hubiera sido un buen comienzo, un avance en la separaci¨®n entre la Iglesia y el Estado, si en el mismo acto no se hubiera descubierto que, salvo los criterios personales, todo lo dem¨¢s puede emerger. Por ejemplo, los sempiternos Biblia y crucifijo para jurar las m¨¢s altas magistraturas del Estado. Pero, por si esto fuera poco, tambi¨¦n pod¨ªa emerger, y de hecho emergi¨® por la ma?ana, el mism¨ªsimo presidente de la Conferencia Episcopal Espa?ola, el ubicuo cardenal Rouco Varela. El arzobispo de Madrid no s¨®lo aterriz¨® en el espacio p¨²blico que el juez D¨ªvar declar¨® por la tarde a salvo de criterios personales, sino que, aprovechando que ya estaba all¨ª, como quien no quiere la cosa, convirti¨® la misa por los magistrados fallecidos que ya ofici¨® en otra ocasi¨®n en una solemne misa para inaugurar la andadura del nuevo ¨®rgano de gobierno de los jueces.
Tomando en consideraci¨®n las repetidas proclamas de Zapatero a favor de la laicidad del Estado, cabr¨ªa preguntarse por d¨®nde emergi¨® Rouco Varela en una Misa de Apertura de Tribunales, como se ha llamado por primera vez a lo que antes era una sencilla misa para recordar a los magistrados fallecidos en el a?o. Si la mudanza es atribuible a D¨ªvar, algo tendr¨ªan que haber hecho los responsables de su nombramiento, si no para impedirla, al menos para declarar que lo hab¨ªan intentado. Aunque si lo hab¨ªan intentado y no lo hab¨ªan conseguido, s¨®lo cabe pensar que tantas proclamas de Zapatero y su Gobierno en favor de la laicidad s¨®lo son inanes conjuros para uso electoral.
Bien pensado, la emergencia de Rouco Varela y la instauraci¨®n de la nueva misa son digno colof¨®n a la manera en la que se han designado los vocales, anteponiendo los servicios prestados a todo lo dem¨¢s.
Ahora todo est¨¢ m¨¢s claro, incluso mucho m¨¢s claro. Tan claro que, en realidad, lo ¨²nico que no se entiende es qu¨¦ pretenden Zapatero y su Gobierno, ni en el ¨¢mbito del poder judicial, ni en el de las relaciones entre la Iglesia y el Estado.
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