Necesitamos Estados fuertes
Frente a la enorme crisis financiera generada desde Estados Unidos emergen dos preguntas ineludibles, repetidas en muy diversos idiomas: ?c¨®mo se lleg¨® a esto?, ?c¨®mo se sale de ello?
Mientras se construyen las respuestas, toma forma lo que nadie crey¨® posible: el Gobierno norteamericano, con dinero de todos los contribuyentes, busca "comprar" los cr¨¦ditos otorgados con irresponsable riesgo por las instituciones financieras. La operaci¨®n salvamento, con sus 700.000 millones de d¨®lares, conlleva una dimensi¨®n de dudosa ¨¦tica, pero tambi¨¦n de fuerte ense?anza pol¨ªtica. El mercado no fue capaz de autorregularse y los que deb¨ªan regularlo no hicieron la tarea. Mientras tanto, en la sociedad hay desconfianza y miedo.
Vemos c¨®mo en EE UU las ganancias de los especuladores son privatizadas, y las p¨¦rdidas, socializadas
Comparto con Zapatero la idea de que Brasil y Chile son ejemplos positivos
Lo que tenemos al frente es el desequilibrio de un tri¨¢ngulo llamado a ser virtuoso: aquel donde Estado, Mercado y Sociedad se convierten en soporte de una gobernabilidad s¨®lida cuando los tres polos marchan con din¨¢micas fuertes y con interacciones responsables. Esta crisis emerge de instituciones estatales que se replegaron al rinc¨®n de las normas antiguas, que dejaron desbordarse las "inventivas financieras" acunadas en un neoliberalismo desatado y alentaron un consumismo enga?oso en la sociedad.
Todo se vino abajo y, como sabemos, instituciones financieras de mucho nombre, con altos reconocimientos por parte de las calificadoras de riesgo, han declarado la quiebra o est¨¢n siendo rescatadas en una inconmensurable danza de millones de d¨®lares. Por cierto, esas clasificadoras de riesgo -que no se crearon en Bretton Woods ni en ning¨²n otro acuerdo internacional, pero son tan determinantes para la marcha econ¨®mica de pa¨ªses como los nuestros- clasificaban con Triple A a entidades que dos o tres d¨ªas despu¨¦s estaban en la quiebra. ?A qui¨¦n rinden cuenta de sus errores? ?C¨®mo responden a los inversionistas que siguieron sus pautas?
Vale la pena recordar en dos palabras c¨®mo hemos llegado a esto. Todo comenz¨® por otorgar hipotecas secundarias a los propietarios de vivienda. La garant¨ªa de una casa -con valor superior a la totalidad del cr¨¦dito otorgado- supon¨ªa ser un pr¨¦stamo muy seguro. Los bancos luego descubren que pueden armar un gran paquete con estos y otros cr¨¦ditos y "venderlos" a otros bancos o agencias financieras, todos catalogados como "muy seguros".
Los entendidos ven¨ªan hace tiempo hablando de la burbuja "inmobiliaria", de viviendas con un valor por encima de su relaci¨®n con el mundo real. Ve¨ªan m¨¢s especulaci¨®n que econom¨ªa s¨®lida. ?No se deber¨ªa regular esto?, preguntaban algunos. No, el mercado se autorregula, dec¨ªan las autoridades, con un ideologismo extremo. Hoy, la conclusi¨®n es evidente: nunca el mercado puede ser el amo, ¨¦ste ser¨¢ m¨¢s sano cuando funcione bajo las pol¨ªticas decididas por los ciudadanos y sus representantes.
Ya en la reuni¨®n del Grupo de los Ocho, en julio de 2007, la canciller Angela Merkel y el presidente Nicolas Sarkozy levantaron duras objeciones a la forma c¨®mo se estaba desplegando un modelo capitalista donde los excesos y los riesgos eran crecientes. Pidieron a los mandatarios de Estados Unidos, Reino Unido y Jap¨®n que tomaran medidas, pero nada se hizo.
Ahora, en la hora de la crisis, tambi¨¦n se ve mucha improvisaci¨®n. ?Por qu¨¦ se "salva" a aquellos que m¨¢s arriesgaron y cuyairresponsabilidad est¨¢ trayendo consecuencias catastr¨®ficas?, pregunta m¨¢s de un analista. No hay respuestas contundentes. S¨®lo sabemos que se habla de empresas "nacionalizadas", donde el Gobierno entra despidiendo y cortando cabezas tras colocar inmensas cantidades de dinero de origen p¨²blico.
En el pasado aquello tambi¨¦n ocurri¨® en algunos pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, incluido Chile, en 1982. Ahora, ante este descalabro, uno comparte lo dicho por un analista financiero en un peri¨®dico de Nueva York: si una actividad es tan importante que justifica la intervenci¨®n del Gobierno para evitar su insolvencia, ello significa que esa actividad debi¨® estar siempre regulada.
Como bien dijo el presidente Lula en Naciones Unidas, citando a un maestro de todos, al economista Celso Furtado, "no podemos permitir que las ganancias de los especuladores sean privatizadas, mientras sus p¨¦rdidas son invariablemente socializadas".
En tanto se prepara "la nueva legislaci¨®n", que inevitablemente significa intervenir el mercado y poner m¨¢s dinero p¨²blico, surgen dos grandes iron¨ªas:
a) La culminaci¨®n de la ideolog¨ªa neoliberal, tan determinada por su af¨¢n de disminuir el Estado y dejar al Mercado a su propia danza de ajustes, est¨¢ terminando con la m¨¢s grande intervenci¨®n gubernamental que se conoce en el sistema financiero de Estados Unidos, ello medido por la cantidad de d¨®lares que ha costado. Cuando suenan todas las sirenas de emergencia, est¨¢ claro que el mercado no supo como "autorregularse".
b) La otra iron¨ªa es que esto ocurre en el pa¨ªs percibido como el m¨¢s grande mercado financiero y para muchos, el m¨¢s serio. Cuesta imaginar ad¨®nde habr¨ªan llegado las cosas si esta debacle se hubiera iniciado en Am¨¦rica Latina. ?Cu¨¢ntos estar¨ªan hoy d¨¢ndonos lecciones? ?Cu¨¢ntas misiones habr¨ªan llegado a ense?arnos lo que se debe hacer?
Por eso hemos recibido con satisfacci¨®n las palabras dichas por el presidente del Gobierno espa?ol, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. A su juicio, Brasil y Chile son modelos de econom¨ªa de mercado donde el Estado juega un papel importante. "Son pa¨ªses que no han ca¨ªdo en la trampa de aceptar el ataque al Estado y a lo p¨²blico, de santificar la desregulaci¨®n; pa¨ªses que se mantienen firmes", ha manifestado.
La verdad es que en el ¨¢mbito iberoamericano hemos venido caminando con mejor perspectiva. En la ¨²ltima Cumbre Iberoamericana, realizada en noviembre pasado en Santiago de Chile, convocada para levantar como referente com¨²n la b¨²squeda de la cohesi¨®n social, el primer punto rescata aquella trilog¨ªa virtuosa de la que antes habl¨¢bamos. All¨ª se se?al¨® como primera meta: "Asegurar un crecimiento econ¨®mico perdurable que garantice el desarrollo humano sostenible y la capacidad del Estado para implementar pol¨ªticas y programas con ese fin".
En otras palabras, pa¨ªses como los nuestros requieren en el siglo XXI de un Estado fuerte y con capacidad de impulsar pol¨ªticas y programas que respondan a las exigencias de sociedades desafiadas por la modernidad, a la vez que generen las condiciones para un despliegue sano e innovador de la econom¨ªa. Es decir, un Mercado orientado al crecimiento econ¨®mico persistente y con reglas claras. Y, por cierto, una Sociedad donde el desarrollo humano garantice las aspiraciones de los ciudadanos y sus afanes por tener una mejor calidad de vida.
Si alguna lecci¨®n podemos sacar desde el sur frente a esta crisis financiera, la mayor desde 1929, es reforzar la convicci¨®n en el camino por el cual queremos avanzar. Tenemos un plan de trabajo mayor, tenemos en esa trilog¨ªa -Estado, Mercado, Sociedad- el referente desde el cual abordar los desaf¨ªos del futuro.
Desde all¨ª podremos prevenir las crisis como la que ahora estamos viviendo. Desde all¨ª podremos encontrar las soluciones cuando las perturbaciones asomen por el horizonte.
Ricardo Lagos, ex presidente de Chile, es presidente del Club de Madrid.
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