Finanzas globales
Desde hace dos d¨¦cadas se han publicado numerosos estudios analizando la fase de globalizaci¨®n que estamos viviendo. Casi todos ellos coinciden en aplicarle dos calificativos: mutilada y deforme. Globalizaci¨®n mutilada, porque no ha llegado a todos los lugares del planeta con la misma intensidad; por ejemplo, todav¨ªa hay partes del continente africano que no se benefician de sus efectos m¨¢s positivos. Deforme, porque el ¨²nico espacio en el que la globalizaci¨®n es completa es en las finanzas, no as¨ª en el resto de los territorios econ¨®micos, y mucho menos en los sociales, ecol¨®gicos o pol¨ªticos.
Por ser la globalizaci¨®n realmente existente una globalizaci¨®n financiera, era ilusorio pensar que los problemas que han tenido su epicentro en EE UU no iban a acabar llegando a la vieja Europa. Ya est¨¢n aqu¨ª. Y sin embargo, no por publicitados nos han cogido menos a contrapi¨¦.
La UE no dispone de un Departamento del Tesoro para los casos de crisis. Se visualiza as¨ª la par¨¢lisis institucional
Siendo Europa un glacis m¨¢s heterog¨¦neo que EE UU, las dificultades son distintas en unos pa¨ªses que en otros. Y tambi¨¦n en unos bancos que en otros. Pero la prueba del algod¨®n de esa globalizaci¨®n la hemos tenido la semana pasada, cuando Irlanda tom¨® una decisi¨®n unilateral que ha acabado por contagiar al resto de los Veintisiete: decidi¨® asegurar los dep¨®sitos bancarios, y no s¨®lo una cantidad de los mismos, como ocurre en el resto de los pa¨ªses de la UE. Inmediatamente, el riesgo de un trasvase de dinero a los bancos irlandeses desde cualquier rinc¨®n de la UE se activ¨® y la Comisi¨®n Europea tuvo que comenzar a negociar, con extrema urgencia, una regla com¨²n para este asunto.
?sta es s¨®lo la primera disfunci¨®n que ha surgido. Ante la hip¨®tesis de un paquete de rescate financiero elaborado a imagen y semejanza del de la Administraci¨®n de Bush, la dificultad inicial es saber qui¨¦n lo instrumentar¨ªa. La UE no tiene un Departamento del Tesoro y un Henry Paulson. Dispone de un organismo -el Banco Central Europeo- para paliar la falta de liquidez de su sistema financiero, pero no de una instituci¨®n equivalente a la americana que aborde los problemas de solvencia, que habr¨ªan de resolver las autoridades nacionales. Hace escasamente tres semanas tuvo lugar en Niza una reuni¨®n informal de los ministros de Econom¨ªa de los Veintisiete, de la cual s¨®lo sali¨® una apelaci¨®n gen¨¦rica a las reformas incorporadas a la Agenda de Lisboa y los preceptos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Pero ninguna concreci¨®n sobre el sistema de supervisi¨®n y vigilancia de bancos que act¨²an en m¨¢s de un pa¨ªs, o la regulaci¨®n de las infaustas agencias de calificaci¨®n de riesgos, que tanto se han equivocado en esta crisis (y en las anteriores). Quiz¨¢ para evitar esta ineficacia comunitaria es para lo que Sarkozy convoc¨® a los miembros europeos del G-8 (Francia, Reino Unido, Alemania e Italia) con el objeto de tener una postura com¨²n. Pero el lugar donde se tienen que tomar las decisiones, si no se quiere vaciar de contenido a las instituciones, es el Ecofin, que se re¨²ne ma?ana.
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