Un m¨¦rito estirado

Edurne Pasaban ha escalado 11 de las 14 monta?as m¨¢s elevadas del planeta y la prensa generalista sacude bombos y platillos. Sin embargo, su entronizaci¨®n parte del desconocimiento absoluto del mundo de la monta?a.

Poco importa que el hombre lleve casi 60 a?os recorriendo las cimas principales del Himalaya, que lo que fue ¨²nico ya no sea noticiable. Para el gran p¨²blico, s¨®lo existen esas monta?as: televisiones, radios y peri¨®dicos nos recuerdan su existencia con cada drama o, como ahora, con gestas infladas artificialmente. De nada sirve recordar que el alpinismo moderno camina por escenarios distintos, atento a una ¨¦tica y una dificultad mucho m¨¢s s¨®lida que la que viste las ascensiones de Edurne, cuyos m¨¦ritos han sido tan estirados que se ha perdido el valor real de lo que est¨¢ cerca de lograr.

Hubo, a principios de los a?os 80, un fen¨®meno llamado la carrera de los 14, un asunto que interesaba a Reinhold Messner y Jerzy Kukuczka. Gan¨® Messner, quien tard¨® 16 a?os en pisar los 14 ochomiles. Kukuczka se sum¨® a la lista un a?o despu¨¦s, aunque apenas invirti¨® ocho a?os en completar la empresa. All¨ª debi¨® morir la carrera. Messner y Kukuczka eran genios que esgrim¨ªan estilos diferentes, alpinistas adelantados a su ¨¦poca. Edurne puede ser la primera mujer que se lleve la carrera femenina, hecho meritorio, pero del todo punto incomparable con el ejercicio de Messner. Comparar ambos casos puede resultar est¨²pido, pero al menos establece unas referencias: donde hubo aventura y compromiso m¨¢ximo s¨®lo queda un camino trillado y rutina controlada.

El valor de un monta?ero, escalador o alpinista reside tanto en su capacidad t¨¦cnica como en su autonom¨ªa: saber qu¨¦ hacer resulta tan importante como ser capaz de hacerlo. Luego, est¨¢ el terreno de juego: las monta?as de 8.000 metros, escaladas por su ruta m¨¢s sencilla, distan mucho de ser un ejercicio vanguardista. Edurne nunca lo ha negado, como tampoco podr¨ªa negar que todo lo conseguido hasta la fecha se debe tanto a su voluntad, s¨ª, como al trabajo ingente de una cohorte de especialistas (an¨®nimos) que han difuminado todas las carencias t¨¦cnicas y la dependencia de la guipuzcoana. Alpinistas consagrados como Mikel Zabalza y Ferr¨¢n Latorre, as¨ª como varios sherpas (a¨²n m¨¢s an¨®nimos) han desbrozado el camino en el Manaslu: abrir huella, fijar cuerda, sortear los peligros objetivos, negociar los pasos t¨¦cnicos, aprovisionar los campos... En el K2 fueron otros, y la lista es larga. El error reside en reducir la pr¨¢ctica de la monta?a a un simple ejercicio deportivo. Edurne no es Alberto Contador con un equipo que le apoya. Edurne es una persona con un sue?o que el programa Al filo de lo imposible busca convertir en gesta. El alpinismo nunca se ha contemplado como una actividad deportiva, sino como una forma de relacionarse con el medio natural en atenci¨®n a unas reglas ¨¦ticas que rigen el af¨¢n humano de superaci¨®n.

En el caso presente, la ignorancia est¨¢ convirtiendo una actividad bell¨ªsima de consumo personal en un encuentro de tenis. Edurne dispone de tres bolas de partido.

Oscar Gogorza es director de la revista de monta?a CampoBase.