Todorov propone "la raz¨®n" frente a "la sacralizaci¨®n de la memoria"
El pensador disecciona el desorden mundial en su libro 'El miedo a los b¨¢rbaros'
Tzvetan Todorov, que se define a s¨ª mismo como "hombre desplazado", ha visto el suficiente mundo como para cazar al vuelo los lugares comunes. B¨²lgaro nacido en Sof¨ªa hace 69 a?os, se exili¨® en Par¨ªs desde hace 45. All¨ª ejerce como director honorario del CNRS (el Centro Nacional para la Investigaci¨®n Cient¨ªfica franc¨¦s) y all¨ª lo ha sido todo en el campo de las humanidades: ling¨¹ista, semi¨®logo, historiador y fil¨®sofo.
Sin dejar de ser una referencia en la teor¨ªa literaria (suya es una antol¨®gica Introducci¨®n a la literatura fant¨¢stica), Todorov se ha convertido en uno de los pensadores m¨¢s influyentes de Europa. El pr¨®ximo d¨ªa 24 recoger¨¢ en Oviedo el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales, en recompensa a una labor cuya vitalidad ¨¦l atribuye "a la energ¨ªa del exiliado".
El Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales carga contra todo manique¨ªsmo
"El miedo a los b¨¢rbaros amenaza con convertirnos en b¨¢rbaros"
En esos d¨ªas aparecer¨¢ en Espa?a su nuevo libro, El miedo a los b¨¢rbaros (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores). Ya desde el subt¨ªtulo -M¨¢s all¨¢ del choque de civilizaciones, en clara alusi¨®n a Huntington-, Todorov defiende que el manique¨ªsmo es el mayor enemigo del pensamiento.
En su an¨¢lisis, el autor de El nuevo desorden mundial divide el planeta en cuatro tipos de pa¨ªses. Por un lado, los "pa¨ªses del apetito", ajenos durante siglos al reparto de las riquezas pero decididos ahora a beneficiarse de la globalizaci¨®n; "Jap¨®n", afirma Todorov, "abri¨® esa v¨ªa". Le siguieron China e India. Brasil va por el mismo camino. Tambi¨¦n Rusia, que "convierte en ventaja su derrota en la guerra fr¨ªa: su desarrollo ya no sufrir¨¢ frenos ideol¨®gicos".
En la otra orilla estar¨ªan los "pa¨ªses de la indecisi¨®n", es decir, aqu¨¦llos cuya empobrecida poblaci¨®n se ve empujada a emigrar. Su riqueza natural podr¨ªa, no obstante, instalarlos en el primer grupo si antes no han ca¨ªdo en el tercero, el de los "pa¨ªses del resentimiento", de poblaci¨®n mayoritariamente musulmana y cuya actitud, apunta Todorov, es "consecuencia de una humillaci¨®n, real o imaginaria, que supuestamente le han infligido los pa¨ªses m¨¢s ricos y poderosos". Entretanto, estos ¨²ltimos (Occidente) se han convertido en los "pa¨ªses del miedo": temen la fuerza econ¨®mica de unos, la inmigraci¨®n que llega de los otros y los "ataques f¨ªsicos" del resto.
Lejos de todo idealismo, el pensador franco-b¨²lgaro es claro: "Los pa¨ªses occidentales tienen pleno derecho a defenderse contra toda agresi¨®n". Eso s¨ª, avisa: una reacci¨®n desproporcionada produce efectos contrarios a los deseados. Es lo que pasa en Irak y en Afganist¨¢n.
Todorov lo record¨® ayer en Madrid despu¨¦s de preguntar ¨¦l a un grupo de periodistas si en Espa?a los ciudadanos se oponen a la intervenci¨®n en Afganist¨¢n. "A m¨ª me cuesta ver la legitimidad de esa intervenci¨®n", afirm¨®. "Entiendo sus nobles fines, pero los medios que se utilizan los han vuelto imposibles".
El ensayista imparti¨® en el CaixaForum madrile?o una conferencia titulada La memoria, un remedio contra el mal, que part¨ªa, una vez m¨¢s, desmontando un t¨®pico.
Frente al lugar com¨²n que afirma que recordar el mal pasado nos protege contra su retorno futuro, Todorov sostiene que tal protecci¨®n no existir¨¢ mientras s¨®lo nos identifiquemos con las v¨ªctimas. Es, dice, el caso de Israel: "Es precisamente el hecho de haber sido v¨ªctimas lo que impide a muchos israel¨ªes ver a los palestinos como tales. No se aprende nada de los errores ajenos".
Para el autor de Memoria del mal, tentaci¨®n del bien (Pen¨ªnsula), la memoria "no es ni buena ni mala", todo depende de su uso. Por eso defiende "el examen de la raz¨®n" y "la prueba del debate" frente a dos tendencias a su juicio igualmente peligrosas: la sacralizaci¨®n de la memoria (que a¨ªsla el recuerdo hasta convertirlo en inservible como lecci¨®n para el presente) y su banalizaci¨®n (que asimila "abusivamente" el presente al pasado). La primera ve a Adolf Hitler como un monstruo inexplicable e irrepetible. La segunda lo ve en cada esquina bajo el nombre de Milosevic o de Sadam Husein.
Preguntado por el futuro, Todorov advierte de que no puede expresar m¨¢s que deseos. ?La crisis? "Ha demostrado que el desarrollo econ¨®mico tiene que ser un medio para una sociedad mejor, no el fin ¨²ltimo". ?Europa? "Nunca existir¨¢n los Estados Unidos de Europa. La identidad europea ha de ser una forma de vivir la pluralidad, no una herencia cultural inm¨®vil".
Por eso se detiene en casos concretos: el Ministerio de Identidad creado en Francia, las caricaturas de Mahoma o el discurso de Benedicto XVI. De eso se ocupa El miedo a los b¨¢rbaros, un ensayo que defiende que "la ley ha de prevalecer sobre las costumbres" -en Europa, recuerda, "el velo convive con el tanga, pero en Francia ambos est¨¢n prohibidos en la escuela"-, pero que insiste en criticar el reduccionismo que identifica islam e islamismo, islamismo y terrorismo.
Tzvetan Todorov, de nuevo, es claro. No hay que camuflar los conflictos pol¨ªticos y sociales como guerras de religi¨®n o choque de civilizaciones: "El miedo a los b¨¢rbaros es lo que amenaza con convertirnos en b¨¢rbaros".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.