Somos mejores
Nos dec¨ªa Markel Olano, diputado general de Guip¨²zcoa, en el reciente Kilometroak que "lo que hace diferente a Euskal Herria son dos cosas: el euskera y las personas". Vayamos por partes, y dediqu¨¦monos primero al an¨¢lisis y luego a las soflamas. Demos por bueno que el euskera hace diferente a Euskal Herria. Aqu¨ª se habla el euskera y en otros sitios no; en Alemania, por ejemplo, se habla el alem¨¢n. En algo, pues, somos diferentes de los alemanes; ahora bien, hablemos lo que hablemos, ellos hablan una lengua y nosotros hablamos una lengua, circunstancia que nos hace bastante similares, lo que no deja de ser un alivio.
Lo que ya no entiendo muy bien es lo de que las personas tambi¨¦n hagamos diferente a Euskal Herria. Personas hay en todas partes, tambi¨¦n en Alemania, donde no escasean precisamente. Luego, si las personas hacemos diferente a Euskal Herria, no debe de ser porque aqu¨ª haya personas y en otros sitios no. O sea, que la diferencia del euskera y la de las personas debe de ser de ¨ªndole diversa, y el equ¨ªvoco surge de meter en un mismo enunciado berzas y capachos, que es lo que hizo el se?or Olano. La palabra diferente no significa lo mismo aplicada al euskera o a las personas. En el segundo caso, diferentes quiere decir mejores, mejores que los alemanes vaya, aunque no me extra?ar¨ªa nada que, viniendo de quien viene, tambi¨¦n quisiera decir lo mismo referido al euskera.
Es fant¨¢stico eso de ser el mejor sin tener que hacer otra cosa que ser vasco
No s¨¦ si a ustedes les pasar¨¢ lo mismo, pero yo toda la vida he querido dejar de ser diferente, precisamente para poder ser diferente y no tener que alistarme en ninguna falange ni tener que ponerme chapa alguna para hacer mis excursiones monta?eras. He querido dejar de ser diferente para dejar de ser manada, valga la paradoja. Y me temo que a¨²n no lo he conseguido, ya que he nacido en un pa¨ªs en el que todos los esfuerzos tienden a hacernos diferentes, esto es, igualitos igualitos los unos a los otros.
Desde que tengo uso de raz¨®n, he querido ser igual que los alemanes, que los ingleses, que los franceses. Y es que nac¨ª en un pa¨ªs, Espa?a, que era diferente. No hab¨ªa hoja que se moviera sin tener permiso, y todas las mujeres ten¨ªan que llevar mantilla. Era tan diferente, que para poder serlo no permit¨ªa diferencia alguna. Nac¨ª, adem¨¢s, en una regi¨®n llamada entonces Vascongadas, regi¨®n que pretend¨ªa ser la diferencia de la diferencia. Uno manten¨ªa la ilusi¨®n de que su regi¨®n quer¨ªa ser diferente para llegar a ser igual que los ingleses, o que los alemanes; que era la punta de lanza contra la ancestral diferencia ib¨¦rica, la que tiraba del carro, vamos, en el camino de ser iguales que los dem¨¢s. No s¨®lo se equivocaba la paloma, tambi¨¦n el vasquito. En realidad, los vascos quer¨ªamos ser diferentes porque necesit¨¢bamos la marca de la diferencia como garant¨ªa ¨²nica que nos permitiera mantener viva la ilusi¨®n que nos corroe: la de que somos mejores que los dem¨¢s.
Reza as¨ª el primer art¨ªculo del credo vasco: creo firmemente en que nosotros somos mejores. Es una ilusi¨®n, s¨ª, pero es un art¨ªculo de fe. Y toda actividad o iniciativa entre nosotros tiende a mantener viva esa fe.
No se trata de que intentemos ser mejores, sino de que sigamos creyendo que lo somos. Todo por el simple hecho de ser vascos. No se explica de otra forma el affaire de la ministra Garmendia, cuando sugiri¨® que tal vez a Euskadi no le conviniera asumir la competencia de Investigaci¨®n, affaire del que se ocupaba aqu¨ª el pasado domingo Emilio Alfaro. Ka propuesta de la ministra es discutible y hasta puede que sea razonable. Pero fue tomada como un insulto y lo fue porque atentaba contra el primer art¨ªculo de nuestro credo. Es fant¨¢stico eso de ser el mejor por el simple m¨¦rito de una filiaci¨®n gregaria. Ser el mejor sin tener que hacer otra cosa que ser vasco. Bueno, tiene tambi¨¦n sus servidumbres. Hay que hacer perceptible la diferencia, lo que requiere ejercicio. Pero no es un ejercicio especialmente sacrificado. Por lo general, basta con ir de romer¨ªa. Y de no marcar la diferencia. La de cada cual, lector amad¨ªsimo, la suya.
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