Hay vida despu¨¦s de Onetti
Unos d¨ªas har¨¢, le¨ª una entrevista a Jos¨¦ Saramago en la que se anunciaba el estreno de Ceguera -pel¨ªcula basada en su Ensayo sobre la ceguera, varias de cuyas escenas fueron filmadas en Montevideo- y el lanzamiento de El viaje del elefante -esa historia de m¨¢s de doscientas p¨¢ginas que el autor clasifica como un cuento-. En la entrevista -firmada por Rodrigo Fonseca- se dec¨ªa que, mientras escrib¨ªa su ¨²ltima obra, Saramago ley¨® Cuando ya no importe de Juan Carlos Onetti. El detalle aparec¨ªa destacado dentro de la nota que recog¨ªa un diario uruguayo. Y de hecho, es toda una noticia que un Nobel portugu¨¦s dedique tiempo a un autor de estas latitudes, al sur del sur, un sur que tambi¨¦n existe -para citar a Benedetti, otro de los reconocibles fuera de fronteras-. Pero m¨¢s all¨¢ de esos nombres, a los que podr¨ªamos sumar el de Eduardo Galeano, y quiz¨¢ el de Idea Vilari?o o el de Napole¨®n Baccino -cuya novela Maluco fue traducida a varios idiomas despu¨¦s de ganar el Premio Casa de las Am¨¦ricas en 1989-, lo cierto es que la literatura uruguaya se ha confinado al ¨¢mbito de lo nacional y que, salvo escasas excepciones, apenas ha trascendido las orillas de nuestro R¨ªo de la Plata.
El concepto de literaturas nacionales merece una discusi¨®n que excede este espacio, pero convengamos para el caso en denominar literatura uruguaya a la creaci¨®n ya sea nacida dentro del territorio oriental, ya obra de alguno de sus hijos afincados en el extranjero. En este mundo de fronteras difusas, la cultura se desplaza sin pasaporte y la tecnolog¨ªa habilita un ¨¢mbito de di¨¢logo transnacional. No creo, sin embargo, que sea posible hablar de una literatura global. La experiencia compartida con el grupo de Bogot¨¢ 39 me reafirma en este concepto. Alertas ante la amenaza de una masificaci¨®n cultural, la resistencia se ejerce desde la reivindicaci¨®n de lo diverso. Identidad y alteridad funcionan en imprescindible simbiosis. En la Antolog¨ªa del cuento latinoamericano -que fue corolario del primero de esos encuentros entre 39 escritores latinoamericanos menores de cuarenta- su editor, Guido Tamayo, dice en el pr¨®logo que "entonan una polifon¨ªa", "se legitiman como inagrupables", escriben "con una naturalidad distante de cualquier suspicacia nacionalista o exotismo tercermundista". Y a?ade, casi como expresi¨®n de deseo: "Si logramos constatar la diversidad como punto de encuentro, qu¨¦ bueno".
Y qu¨¦ bueno ser¨ªa que un uruguayo fuera reconocido en el exterior por alg¨²n aporte literario que recordara al mundo que existe un pa¨ªs de tres millones y escasos recursos econ¨®micos donde se lee y escribe en alta proporci¨®n. Un pa¨ªs que -quiz¨¢ por defecto de pol¨ªticas comerciales que desprecian mercados peque?os, o quiz¨¢ responsable por haberse descansado en ciertos laureles que llevaron a confundir cultura con alfabetizaci¨®n- ha ido sumi¨¦ndose en una nebulosa muy parecida al olvido. Sin embargo, alejados de las vanguardias de principios del siglo XX, impugnadores del concepto de novedad como mera sustituci¨®n de lo obsoleto, y un poco ya de vuelta de todo aquello que sea la transgresi¨®n por la transgresi¨®n sin contenido ¨¦tico ni est¨¦tico, quiz¨¢ el futuro inmediato de la literatura est¨¦ en la diferencia que presupone reafirmar la cosmovisi¨®n de una comunidad determinada -con su heterogeneidad intr¨ªnseca incluida-. El concepto de Weltanschauung, que los alemanes manejaban ya en el siglo XIX, parece cobrar una potente vitalidad cuando lo proyectamos desde el aporte que cada pa¨ªs-comunidad hace a la literatura universal en tiempos de globalizaci¨®n.
A mediados de los ochenta, tras 12 a?os de dictadura, la mordaza literaria cae y los escritores se lanzan, en una suerte de catarsis creativa, a un intento por narrar los horrores acontecidos. Quiz¨¢ tambi¨¦n como forma de ir sanando las profundas heridas o como contribuci¨®n para llegar a la verdad en tanto elemento indispensable de la justicia. M¨¢s tarde, afianzada la sensaci¨®n de libertad y expandidos -aunque no agotados- los relatos de los a?os de forzoso silencio, irrumpe el ensayo, sobre todo el ensayo pol¨ªtico, que precede y acompa?a el advenimiento del primer gobierno de izquierda, en el a?o 2005. Entonces, la crisis de la ficci¨®n se torna evidente.
El descontento y la promesa es una reciente antolog¨ªa en la que el profesor Hugo Achugar propone una muestra de 24 narradores uruguayos nacidos a partir de 1973. Es, ante todo -y como lo prueban las exitosas convocatorias a concursos o la profusi¨®n de manuscritos que llegan a las editoriales-, una constataci¨®n m¨¢s de que en Uruguay hay gente que escribe con anhelo de publicar. Dice Achugar que su intenci¨®n es "dar cuenta de la actual heterogeneidad que no conlleva mayores hegemon¨ªas". Me atrevo a agregar que para construir cualquier hegemon¨ªa -individual o colectiva- hay que empezar por reconocer las diferencias, incluso dentro de fronteras, y luego proyectarse hacia el di¨¢logo con otras literaturas. En cualquier caso, esta antolog¨ªa, junto a otras, da cuenta de la actividad literaria en el Uruguay.
Es dif¨ªcil aventurar pron¨®sticos en literatura, porque la literatura es creaci¨®n, y la creaci¨®n es libertad, y la libertad no admite ni siquiera las cadenas del an¨¢lisis acad¨¦mico, por enjundioso que sea. Quiero y necesito creer -porque la apasionada vocaci¨®n as¨ª me lo reclama- que despunta una nueva ficci¨®n uruguaya. Que vendr¨¢ un tiempo renovado de poes¨ªa en el que evocaremos a Juana de Ibarbourou y a Delmira Agustini -c¨®mo olvidarlas-, y desde su recuerdo, con reverencia, nos despediremos para tomar el camino de otros versos. Que vendr¨¢ un tiempo de novelas y cuentos, y que no ser¨¢ necesario parricidio alguno, y que Felisberto Hern¨¢ndez, Horacio Quiroga y tantos otros ser¨¢n referentes inmensos cuya herencia aceptaremos con orgullo antes de tomar nuevos rumbos. Esto llevar¨¢ su natural tiempo. Mientras tanto, quede claro: en Uruguay hay vida despu¨¦s de Onetti.
Claudia Amengual (Montevideo, 1969) es autora, entre otras obras, de las novelas Desde las cenizas, por la que obtuvo el Premio Sor Juana In¨¦s de la Cruz 2006, y M¨¢s que una sombra (ambas en Alfaguara).
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