La educaci¨®n irremediable
Durante muchos a?os, algunos nost¨¢lgicos hemos mantenido intacto el culto a la escuela republicana francesa como ideal de esa educaci¨®n ilustrada, igualitaria y laica que en tantos sitios nunca se ha logrado y en otros parece haberse perdido. Sin embargo, hoy tambi¨¦n ese envidiable parang¨®n est¨¢ en entredicho y padece peligrosas asechanzas. Pero como quien tuvo retuvo, esa relativa degradaci¨®n es vista como un serio problema social y pol¨ªtico por nuestros vecinos. Menudean los art¨ªculos sobre el tema en los principales peri¨®dicos y han aparecido o est¨¢n a punto de aparecer diversos libros que debaten la situaci¨®n con amplio eco p¨²blico. El proceso de corrupci¨®n gradual de la escuela republicana sigue pautas que nosotros en Espa?a conocemos ya bastante bien: los reaccionarios de derechas que se oponen a la separaci¨®n efectiva de la Iglesia y el Estado pretenden en cambio imponer la separaci¨®n gradual del Estado y la educaci¨®n. A este fin procuran presentar como una "modernizaci¨®n" cuanto favorece el crecimiento de la escuela privada, con un truco impecable: lograr que quienes compiten con ella desde lo privado, por medio de concertaciones, lo hagan con el apoyo de los mismos fondos p¨²blicos.
La educaci¨®n siempre se deber¨¢ enfrentar a otras ense?anzas: las de la calle, las de los m¨¢s bribones, las de quienes obtienen ¨¦xito f¨¢cil o resplandor fatuo
El paso siguiente ser¨¢ el bono o cheque escolar, que permitir¨¢ a los padres mayor capacidad de elecci¨®n de centro... lo cual favorece a quienes tienen m¨¢s nivel cultural previo para ejercer la elecci¨®n y desprotege a las familias que poco o nada saben de tales cuestiones. Ya no se trata de "los chicos con los chicos, las chicas con las chicas" sino tambi¨¦n "los hijos de los cultos y los acomodados con sus iguales, los pobretes con quienes les toque al final de la cola". Como concluy¨® un estudio llevado a cabo en 2007 por la APED (Appel Pour une ?cole Democratique), "en el contexto de los pa¨ªses industrializados avanzados de Europa occidental, el aumento de libertad de elecci¨®n en materia de ense?anza primaria y secundaria se traduce como media por un aumento importante de la determinaci¨®n social de las prestaciones escolares y por tanto de la desigualdad". En Francia esto equivale a un empobrecimiento de recursos para la educaci¨®n p¨²blica, disminuci¨®n de horas de clase (s¨®lo cuatro d¨ªas a la semana), temarios cada vez m¨¢s escu¨¢lidos y confusos... Esto es al menos lo que denuncia el diputado socialista Jack Lang, que fue ministro de Cultura y ministro de Educaci¨®n, en su carta a Xavier Darcos (actual ministro de Educaci¨®n) titulada L'¨¦cole abandon¨¦e (editorial Calman-L¨¦vy) y tambi¨¦n lo que sostiene Muriel Fitoussi en su Main basse sur l'¨¦cole publique (editorial Demopolis), libros destinados a crear pol¨¦mica en esta rentr¨¦e.
Desde luego, este nivel de discusi¨®n no tiene lugar entre nosotros. Aqu¨ª la cuesti¨®n educativa fundamental es el tema de la asignatura Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa, convertida en problema por la manipulaci¨®n mentirosa de la jerarqu¨ªa cat¨®lica secundada por los representantes m¨¢s miopes del PP, querella encima achacada por algunos medios a la intransigencia gubernamental, cuando el ministerio ha estado siempre a la defensiva en este tema y de modo bastante timorato. Resulta que despu¨¦s de tantos seminarios y discursos sobre la urgencia de la "educaci¨®n en valores", ahora los inquisidores decretan que educar en valores es adoctrinamiento intolerable: y ¨²ltimamente ya no s¨®lo van contra la Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa sino tambi¨¦n contra la de Ciencias para el Mundo Contempor¨¢neo, culpable de contraponer el trabajo cient¨ªfico basado en pruebas a las creencias, que quedan reducidas a meras opiniones (seg¨²n denuncia ese nuevo Malleus Maleficarum que es el suplemento Alfa & Omega de Abc). ?Y ¨¦stos son los que llaman arcaicos a los "progres"!
La segunda preocupaci¨®n de las autoridades educativas de nuestro pa¨ªs, en este caso nacionalistas, es asegurar la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica de los alumnos y garantizar que no estudien en castellano ni por casualidad para que no se distraigan y aprendan bien la lengua que cuenta, que es siempre la "otra". A este respecto no deja de ser interesante uno de los pocos puntos de acuerdo que tiene Jack Lang con el actual ministro de Educaci¨®n al que critica en el libro antes mencionado: "Estos programas aprobados por usted se ordenan alrededor de la columna vertebral de la cultura: la lengua nacional, nuestra casa com¨²n. De ella procede todo. Hacia ella todo converge. Madre de las otras disciplinas, es el saber de los saberes. Un ni?o que no encuentra la llave de acceso a nuestra lengua es un ni?o herido, mutilado, humillado, excluido". Quien as¨ª habla -?no quiero ni pensar lo que le llamar¨ªan aqu¨ª!- es un socialista franc¨¦s (no bret¨®n, ni vasco, ni provenzal, ni corso, ni normando, ni...), es decir, una variedad pol¨ªtica sin equivalente hoy en Espa?a.
De modo que cuestiones m¨¢s sofisticadas o sencillamente menos sectarias no reciben atenci¨®n p¨²blica ninguna entre nosotros. Por ejemplo, el libro de Daniel Pennac Mal de escuela (editorial Mondadori, con meritoria traducci¨®n de Manuel Serrat) ha suscitado un notable revuelo en Francia: no trata de asignaturas ni de leyes educativas, sino del proceso de aprendizaje visto desde el que no aprende, el cancre o zoquete, que en este caso es un popular escritor hablando en primera persona. Una obra paralela aunque con la perspectiva opuesta -el profesor que quiere pero que apenas puede ense?ar- fue publicada hace muy poco en Espa?a: El profesor en la trinchera, de Jos¨¦ S¨¢nchez Tortosa (editorial La Esfera de los Libros). En este caso no hubo revuelo p¨²blico, ni pol¨¦mica, ni nada de nada, ?ay! Ambos libros son alarmantes y divertidos, humor¨ªsticos y algo tr¨¢gicos, aunque a mi juicio es superior el de S¨¢nchez Tortosa, porque el de Pennac -simp¨¢tico y perspicaz, desde luego- resulta bastante repetitivo y finalmente un poco "blando". Sin embargo, ya digo: como si nada. Si entre nosotros se habla de alguno, ser¨¢ del franc¨¦s y no del que describe lo que ocurre en nuestros institutos: as¨ª vamos, culturalmente hablando.
En cualquier caso, el libro de Pennac tiene muchas cosas valientes y de inter¨¦s. Por ejemplo, ahora que tanta lata nos dan con que la educaci¨®n es propiedad de los padres, su defensa del papel de la escuela: "Todo lo malo que se cuenta de la escuela nos oculta los numerosos ni?os a los que ha salvado de las taras, de los prejuicios, de la abulia, de la ignorancia, de la estupidez, de la avidez, de la inmovilidad o del fatalismo de las familias". Y tambi¨¦n su reivindicaci¨®n del papel singular e inexcusable de los buenos maestros, m¨¢s importante que los planes de estudio, la tolerancia de los pedagogos progres o la exigencia de disciplina de los autoritarios para rescatar al zoquete de su condici¨®n de tal: "Basta un profesor -?uno s¨®lo!- para salvarnos de nosotros mismos y hacernos olvidar a todos los dem¨¢s".
Como cualquiera que conoce de lo que est¨¢ hablando, sea conservador o revolucionario (excluyendo a Jacques Ranci¨¦re), Pennac describe el proceso educativo como el choque m¨¢s o menos violento del saber con la ignorancia. O si se prefiere, del relativo saber con la relativa ignorancia. Esa pugna siempre encierra esfuerzo: "La idea de que pueda ense?arse sin dificultad proviene de una representaci¨®n et¨¦rea del alumno". La sociedad puede obstaculizar la labor de los profesores o retribuirla mal, pero no puede convertirla en un proceso f¨¢cil, automatizado. El alumno que no quiere aprender, que se aburre en clase, que piensa en otras cosas, que no comprende las razones por las que se le priva de su ocio y sus diversiones, no es un caso imposible, sino normal. La chiripa es el alumno que no desea m¨¢s que aprender, que ruega que le ense?en, que se interesa por toda disciplina intelectual: los hay, pero no se puede confiar en su aparici¨®n ni exigirlos como no se puede dar por hecho que hallaremos tr¨¦boles de cuatro hojas. Pennac avisa a sus colegas profesores: el caso normal es el cancre, el zoquete y no el empoll¨®n. Y el buen profesor no es el que se impacienta ante los zoquetes o culpa al universo (o al gobierno de turno) por producirlos, sino quien tiene el sentido de la ignorancia, es decir, quien mejor posee "la aptitud de concebir el estado del que ignora lo que uno sabe". Por eso quiz¨¢ los ex zoquetes lleguen a ser mejores maestros que los que fueron sabios desde peque?itos.
La educaci¨®n es irremediable, no en el sentido de que no tenga arreglo sino porque siempre se deber¨¢ enfrentar a otras ense?anzas: las de la calle, las de los m¨¢s bribones, las de quienes obtienen ¨¦xito f¨¢cil o resplandor fatuo en los medios de comunicaci¨®n. Nadie se queda sin aprender, lo importante es saber qui¨¦n va a ense?ar y qu¨¦ se va a ense?ar. Y la pregunta que nos hacemos quienes no queremos que ense?en los peores es: ?llegaremos a tiempo? -
L'¨¦cole abandon¨¦e. Lettre ¨¤ Xavier Darcos. Jack Lang. Calman-L¨¦vy. 133 p¨¢ginas. Main basse sur l'¨¦cole publique. Muriel Fitoussi y Eddy Khaldi. Demopolis. 224 p¨¢ginas. Mal de escuela. Daniel Pennac. Traducci¨®n de Manuel Serrat. Mondadori. Barcelona, 2008. 256 p¨¢ginas. 20,90 euros. El profesor en la trinchera. La tiran¨ªa de los alumnos, la frustraci¨®n de los profesores y la guerra en las aulas. Jos¨¦ S¨¢nchez Tortosa. La Esfera de los Libros. Madrid, 2008. 180 p¨¢ginas. 18 euros.
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