La OTAN da luz verde para luchar contra el narcotr¨¢fico en Afganist¨¢n
La participaci¨®n de los miembros en la guerra contra el opio ser¨¢ voluntaria
La OTAN participar¨¢ activamente en la lucha contra el narcotr¨¢fico en Afganist¨¢n tras el acuerdo alcanzado ayer entre los ministros de Defensa aliados. El pacto supone que el combate contra la insurgencia, seg¨²n lo autorizado por el vigente plan de operaciones, debe cubrir tambi¨¦n a quienes, mediante el negocio de la droga, permiten la financiaci¨®n de los talibanes.
Los soldados aliados ir¨¢n ahora contra los laboratorios y los medios que permiten el desarrollo de esa industria. Participar¨¢n en las operaciones s¨®lo los pa¨ªses que lo deseen, con respeto a lo estipulado por Naciones Unidas y en concierto con el Gobierno afgano. "En realidad se deja las manos libres a los estadounidenses y a los brit¨¢nicos", comenta una fuente diplom¨¢tica.
La OTAN ha mantenido hasta ahora que la lucha contra la droga no era competencia de la ISAF -la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganist¨¢n, integrada por 41 pa¨ªses y que dirige desde 2003 la Alianza-, cuyo plan de operaciones especifica que los soldados est¨¢n en el pa¨ªs asi¨¢tico para combatir a la insurgencia. La ISAF se limitaba hasta ahora a proporcionar apoyo de inteligencia y log¨ªstico a las fuerzas afganas antidroga. S¨®lo en ¨²ltima instancia, los soldados interven¨ªan para defender a los afganos en caso de ataque.
Diversos informes de Naciones Unidas dan cuenta de c¨®mo la producci¨®n de amapola cuenta con un baluarte en Afganist¨¢n, desde donde se siguen cubriendo, sin mayores contratiempos, las demandas de hero¨ªna de todo el mundo. Antonio Maria Costa, director del programa antidroga de Naciones Unidas, lleva a?os reclamando una mayor implicaci¨®n de la OTAN contra el narcotr¨¢fico.
La ausencia de un claro mandato de la ISAF para desencadenar tales operaciones; la creencia de algunos pa¨ªses, entre ellos Espa?a, de que ese combate deb¨ªa ser llevado esencialmente por los afganos, y el temor a que nuevas intervenciones militares causaran m¨¢s bajas civiles -y, como consecuencia, dieran aliento a los insurgentes- hab¨ªan imposibilitado cualquier modificaci¨®n de la estrategia. Con esos preceptos llegaron los ministros de Defensa aliados a Budapest.
La petici¨®n del general John Craddock, jefe militar supremo de la OTAN, reforzada por la petici¨®n de ayuda del ministro afgano de Defensa, Abdul Rahim Wardak, y la recomendaci¨®n de otros ministros aliados cambi¨® el panorama. Tras un intenso debate se lleg¨® a la conclusi¨®n de que el mandato de lucha contra la insurgencia pod¨ªa extenderse a quienes la financian y la mantienen viva, c¨®mplices necesarios. S¨®lo quedaba encontrar la f¨®rmula que permitiera a unos y otros sentirse c¨®modos en la ampliaci¨®n de exigencias operacionales para los soldados aliados.
Lo explic¨® el secretario general aliado, Jaap de Hoop Scheffer, al anunciar que a partir de ahora "a petici¨®n del Gobierno de Afganist¨¢n, conforme a las resoluciones de Naciones Unidas y respetando el plan de operaciones, la ISAF puede actuar de acuerdo con los afganos contra instalaciones y mediadores que apoyan a la insurgencia".
As¨ª los aliados se dotan de un visto bueno expreso para combatir la droga: destruir laboratorios, interceptar transportes y de los productos qu¨ªmicos necesarios para fabricarla y atacar redes de traficantes. La intervenci¨®n est¨¢ sometida a diversas condiciones, entre ellas -y a petici¨®n espa?ola tambi¨¦n-, la de evitar al m¨¢ximo las bajas civiles y la de que los pa¨ªses participar¨¢n voluntariamente.
Cubri¨¦ndose con la hoja de parra de la iniciativa afgana, la verdadera direcci¨®n antidroga la tendr¨¢ el jefe de la ISAF, quien una vez localizado el objetivo formar¨¢ la fuerza correspondiente y actuar¨¢, previa conformidad de los pa¨ªses cuyos soldados intervienen en la operaci¨®n. Los afganos participar¨¢n seg¨²n las circunstancias. Los pa¨ªses que no deseen hacerlo se quedar¨¢n fuera, pero no podr¨¢n impedir la operaci¨®n.
Una fuente norteamericana reconoc¨ªa que los pa¨ªses que m¨¢s hab¨ªan reclamado la flexibilidad operativa son "los que est¨¢n en el sur, donde se encuentran las siete provincias donde hay mayor producci¨®n de droga". Helmand, la m¨¢s productora, est¨¢ bajo responsabilidad brit¨¢nica. La vecina Oruzgan corresponde a los holandeses y Kadahar, a Canad¨¢. EE UU sobrevuela por el territorio. Hay laboratorios por todo el pa¨ªs.
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