Escenograf¨ªas radiantes
O?ati, la bas¨ªlica de Arantzazu y Bergara, en una ruta por la comarca del Alto Deva
El nudo de monta?as que forma la Guip¨²zcoa interior sigue teniendo mucho de inocente y primordial, a pesar de las cuchilladas que le infligen, por varios de sus costados, las v¨ªas y autopistas por donde zumba el progreso como enjambre distra¨ªdo. El flujo fabril de la era industrial fue remans¨¢ndose en los valles, a la orilla de r¨ªos y regatos, dejando una espuma c¨¢rdena de gr¨²as, chimeneas y almacenes. Los pueblos defendieron con dignidad sus viejos cascos urbanos, algunos de ellos testigos de sucesos y rostros conocidos para la historia.
El mejor parado, tal vez, en ese pulso con la industria es O?ati, cabeza de un condado que dur¨® hasta 1845. A O?ati la llaman los paisanos "la Toledo vasca" (contagiados, tal vez, por esa afici¨®n a la hip¨¦rbole que se atribuye a los bilba¨ªnos). Ser¨ªa m¨¢s justo asemejarla a una buc¨®lica Oxford en miniatura. Por su atm¨®sfera extempor¨¢nea, y las praderas y frondas que arropan los muros cincelados de su Universidad, frente a un r¨ªo encajonado entre arcos y puentes medievales.
Fue ¨¦sa la primera universidad del Pa¨ªs Vasco, coet¨¢nea de las de Salamanca, Par¨ªs o Bolonia, cuya bula fundacional obtuvo del Papa de turno, un obispo ilustrado, hijo del pueblo, Rodrigo Mercado de Zuazola. Fue aqu¨¦lla una ¨¦poca efervescente para O?ati, tan pr¨®diga en edificios como en tipos curiosos. Uno de ellos fue Lope de Aguirre; como era hidalgo segund¨®n, poca herencia pod¨ªa esperar, as¨ª que se larg¨® al Nuevo Mundo, donde vivi¨® su aventura equinoccial a trav¨¦s del Amazonas, episodio novelado por Ram¨®n J. Sender y ?slar Pietri, y llevado al cine por Werner Herzog (Aguirre, la c¨®lera de Dios) y Carlos Saura (El Dorado). Al igual que la historia alimenta a la ficci¨®n, la ficci¨®n engorda a la historia, eso al menos ha hecho Arturo P¨¦rez Reverte al idear a ??igo de Balboa, el hu¨¦rfano de O?ati que acompa?a al capit¨¢n Alatriste en sus lances y trajines.
Quedan algunas casas hidalgas, luciendo sendos blasones, en las calles angostas del centro, las cuales van a dar a una plaza desmedidamente ancha y despejada, presidida por un Consistorio barroco ostentosamente rico. Casi todo lo que sucede en el pueblo sucede bajo los soportales de esa ¨¢gora cordial, o en el vecino front¨®n, a espaldas del mercado. Los grutescos y relieves de la universidad renacentista y su patio herreriano quedan enlazados, a trav¨¦s de jardines y senderos, a la iglesia de San Miguel, cuyo claustro fue hecho construir por el mismo obispo mecenas que cre¨® la universidad. Es un claustro singular, ya que por ¨¦l discurre, a cielo abierto, el r¨ªo Arranoaitz, acentuando la nota de romanticismo. El interior del templo es de porte catedralicio, con rejas excesivas cerrando las capillas; en una de ellas reposa el obispo Zuazola, bajo un t¨²mulo tallado por Diego Silo¨¦. En la cripta, otro sepulcro g¨®tico cubre los huesos de uno de los primeros condes de O?ati.
Hace tiempo que el pueblo cambi¨® la capa estudiantil por el mono obrero. El carb¨®n que se hac¨ªa por los montes circundantes alimentaba ferrer¨ªas donde se fabricaron armas, sartenes, clavos, tubos, paraguas... Se pueden visitar algunas de aquellas carboneras, caleras y ferrer¨ªas -como la de Mirandaola, museo ¨¦tnico con demostraciones en vivo? y tambi¨¦n molinos- como el recuperado en la propia oficina de turismo, frente a la universidad. En una casona de Eskoriatza se atesoran reliquias de aquellas gentes hacendosas que no s¨®lo doblegaban al hierro, tambi¨¦n fabricaban cerillas, chocolates o tejidos. Ahora, los nietos de aquellos operarios trabajan, casi todos, para la omn¨ªmoda Fagor y sus diversas filiales.
'Crescendo' wagneriano
Las monta?as que arropan a O?ati se van encrespando, en un crescendo que podr¨ªa antojarse wagneriano, hasta alcanzar el estallido geol¨®gico de Arantzazu. Es un paisaje que corta el aliento. Era inevitable que los dioses se fijaran en ¨¦l. Primero fue Mari, numen cavern¨ªcola y ben¨¦fico de la mitolog¨ªa vasca que podr¨ªa asimilarse a la Pachamama andina. Pero, en 1469, la Virgen Mar¨ªa se apareci¨® al pastor Rodrigo Balzategui sobre un espino (arantza, en euskera) y se adue?¨® de un territorio matriarcal desde los or¨ªgenes, con hornadas de Aranchas que no cesan.
Sobre la ermita que entonces se edific¨®, un grupo de artistas e intelectuales vascos quisieron levantar, en los a?os cincuenta, un santuario grandioso que fuera s¨ªmbolo velado de la identidad prohibida. Los arquitectos S¨¢enz de Oiza y Luis Laorga proyectaron el edificio, Oteiza vigil¨® la entrada con 14 ap¨®stoles (m¨¢s vale que sobren dos, que no que falten), Chillida fundi¨® las puertas de bronce, Lucio Mu?oz tall¨® el retablo abstracto, y otros varios artistas se encargaron de vidrieras, murales y otros elementos. En su d¨ªa fue una provocaci¨®n est¨¦tica tan osada como lo era el ¨®rdago pol¨ªtico; lo cierto es que, al amparo de las sotanas, el franquismo cerril de aquellos a?os fue m¨¢s permisivo con este reducto y toler¨®, por ejemplo, que celebrara all¨ª sus reuniones la Academia Vasca. El entorno es ahora el parque natural de Aizkorri, y, en la subida al santuario, se abrieron hace apenas un a?o las cuevas de Arrikrutz, donde se hallaron cr¨¢neos y osamentas de leones, osos y panteras.
A todo este territorio verde, mullido y montaraz se le llama Debagoiena, la cuna del r¨ªo Deva, que nace junto al recinto medieval de Leint-Gatzaga. Una comarca con pueblos y lugares muy hermosos, a pesar de las urgencias industriales. Como la ermita de la Antigua, a las afueras de Zum¨¢rraga, toda en madera, donde fue bautizado Legazpi, el colonizador de Filipinas. O la aldea medieval de Elgeta, con una sola calle, que tanto gustaba al pintor Zuloaga. Olas anteiglesias (barrios) de Aretxabaleta, Antzuola o Arrasate-Mondrag¨®n.
Y sobre todo, Bergara, otra poblaci¨®n nutrida, capaz de hacerle sombra a O?ati por su riqueza escenogr¨¢fica, su abultado patrimonio y sus fantasmas ilustres; ante el palacio de Irizar, en agosto de 1839, el general isabelino Espartero y el carlista Maroto sellaron, con el llamado abrazo de Bergara, un acuerdo que pon¨ªa fin a la primera guerra carlista. Y enfrente de la casa donde naciera Telesforo Monz¨®n, junto a la rica parroquia de San Pedro, se encuentra la antigua c¨¢rcel (ahora juzgados) en la cual recibi¨® garrote vil el anarquista Angiolillo por haber asesinado dos meses antes a C¨¢novas del Castillo, cuando ¨¦ste se hallaba en bata, en el vecino balneario de Mondrag¨®n.
M¨¢s propuestas e informaci¨®n pr¨¢ctica en la Gu¨ªa del Pa¨ªs Vasco de EL VIAJERO
GU?A
Dormir
? Hotel Ongi (943 71 82 85). Zaharra, 19. Discreto confort en el centro de O?ati. La doble, desde 42 euros m¨¢s IVA.
? Soraluze (943 71 61 79) Barrio de Uribarri s/n. Ctra. Arantzazu, Km. 1. Caser¨ªo con magn¨ªficas vistas en la subida a Arantzazu. La doble, 63 euros
? Hostal Santuario de Arantzazu (943 78 13 13, www.hotelsantuariodearantzazu.com). En Arantzazu, la antigua hospeder¨ªa acaba de convertirse en el ¨²nico tres estrellas de la zona. La doble, 64,20 euros.
Comer
? Etxeberria (943 78 04 60). Barria, 15. O?ati.
? Goiko Venta (943 78 13 05). En Arantzazu.
Informaci¨®n
? Oficina de turismo de O?ate (www.oinati.org; tel¨¦fono 943 78 34 53).
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