Seve, ante el golpe m¨¢s dif¨ªcil
Cuando en el Club de Campo las m¨¢quinas cortaban la hierba ante el inminente inicio del Masters de Madrid, Severiano Ballesteros, el jugador que m¨¢s momentos de gloria ha dado al golf en Espa?a, se sent¨ªa repentinamente indispuesto en el aeropuerto de Barajas. Primero, un mareo. Luego, una p¨¦rdida de consciencia que dispar¨® las alarmas. De ah¨ª, el r¨¢pido traslado al hospital universitario La Paz. Y a continuaci¨®n, malas noticias.
"La vida es m¨¢s larga que el ¨¦xito", dijo Ballesteros cuando hace algo m¨¢s de un a?o guard¨® para siempre los palos en su bolsa. Sus problemas de espalda le imped¨ªan seguir, los triunfos le hab¨ªan abandonado hac¨ªa tiempo y, a sus 51 a?os de edad, se enfrentaba a una nueva vida con el v¨¦rtigo propio de aqu¨¦llos a los que la fama y el dinero les llegan tan r¨¢pido.
En el caso de Seve, todo parec¨ªa en orden, todo estaba preparado para una transici¨®n tranquila entre la vida vertiginosa de viajes y torneos a la de los tranquilos paseos por la playa de Somo.
Ballesteros regres¨® a su casa de Pedre?a, en Cantabria, pero pronto le result¨® grande y vac¨ªa. All¨ª ya no estaban Carmen y sus tres hijos. Se hab¨ªa divorciado en 2004. Sus amigos cuentan que fue ¨¦l quien tom¨® la decisi¨®n. Se habl¨® de infidelidades, pero parece que lo que se desgast¨® fue la convivencia de una pareja muy distinta en formaci¨®n y estatus social.
Carmen, hija del banquero Emilio Bot¨ªn, sorprendi¨® a su familia al anunciar que se hab¨ªa enamorado del chaval de Pedre?a que jugaba al golf. Pero la bomba fue a¨²n mayor en casa de los Ballesteros cuando supieron que Seve se casaba nada menos que con una rica heredera. A la pareja no le importaron los dimes y diretes. Los Bot¨ªn pronto se hicieron a la idea, pero los Ballesteros nunca terminaron de encajar el rumbo social que tomaba uno de los suyos.
A los pocos meses de la separaci¨®n, Seve se dej¨® ver con varias chicas de Santander. Nada importante. Ballesteros estaba a punto de colgar los palos cuando se supo que volv¨ªa a estar enamorado, esta vez de una muchacha de Pedre?a, hija del due?o del restaurante del campo de golf. Pero, a la vez que se confirmaba, la relaci¨®n se acababa. El 15 de marzo de 2007, F¨¢tima Galarza, de 29 a?os, mor¨ªa en un accidente de coche. Seve se mostr¨® desolado en el funeral. Cuatro meses despu¨¦s, se retiraba y, entremedias, desment¨ªa p¨²blicamente que estuviera mal an¨ªmicamente.
"Debido a los incesantes rumores que se vienen vertiendo sobre mi persona, principalmente por los medios de comunicaci¨®n sensacionalistas, realizo este comunicado para decir que me encuentro en perfectas condiciones", explic¨® Ballesteros. Iv¨¢n Ballesteros, su sobrino y manager, declar¨® a los diarios brit¨¢nicos que su t¨ªo hab¨ªa sido tratado de una taquicardia. Pero 2007 fue un annus horribilis para Seve y 2008 m¨¢s.
El de Pedre?a no parec¨ªa el mismo en los ¨²ltimos meses. En mayo pasado destroz¨® el Lamborghini Murci¨¦lago en el que se paseaba por Cantabria. El accidente de tr¨¢fico ocurri¨® en las cercan¨ªas de Somo, donde su coche superdeportivo impact¨® contra tres autom¨®viles que se encontraban aparcados, dos turismos y una furgoneta con remolque. Seg¨²n dijo Seve, fue un despiste del que s¨®lo sufri¨® una peque?a herida en un brazo.
Se le ve¨ªa frecuentar los bares de Ca?ad¨ªo y agradec¨ªa que no siempre se le hablara de golf. Tambi¨¦n visitaba el casino y probaba suerte en varias mesas a la vez. Seve buscaba algo y no parec¨ªa encontrar sosiego.
Los negocios no le iban seg¨²n lo esperado. Amen Corner, la empresa con la que dise?a campos de golf y organiza torneos, tiene problemas. T¨¦cnicamente, no ha cerrado, pero su actividad ha desaparecido pr¨¢cticamente. La ¨²ltima mala noticia fue que la PGA iba a organizar el Seve Trophy, que enfrenta a jugadores de las islas Brit¨¢nicas con los del continente europeo, retirando a Amen Corner la responsabilidad de gestionarlo.
Pero el lunes lleg¨® la peor de las noticias. Seve est¨¢ enfermo. Nadie se atreve a pronunciar la palabra porque ¨¦l as¨ª lo quiere. Quiz¨¢, porque conf¨ªa en que de nuevo ser¨¢ capaz de volver a embocar la bola.
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