No hay equipo que soporte la falta de compromiso, ni siquiera el Madrid
La carga de trabajo que no hacen los delanteros es imposible que la compensen los mediocampistas, sobre todo, si el rival sabe mover la pelota. Y como el cansancio acobarda y amansa, los platos los termina pagando siempre la defensa
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No hay equipo que soporte a un par de jugadores que no se comprometan en la recuperaci¨®n del bal¨®n. Aunque los delanteros sean super cracks, si se desentienden de toda misi¨®n sacrificada, el juego colectivo se derrumba. La carga de trabajo que no hacen los delanteros es imposible que la compensen los mediocampistas. Sobre todo, si el rival sabe mover la pelota y pasear a los rivales de un costado al otro del campo. Como el cansancio acobarda y amansa, al segundo esfuerzo consecutivo empiezan a aparecer los espacios y los platos los termina pagando la defensa, que es acribillada a pelotazos. Tambi¨¦n a cr¨ªticas impiadosas. As¨ª sufri¨® el Madrid en la final de la Supercopa hasta la expulsi¨®n de Szczesny.
A veces el compromiso de un solo jugador impacta en todo el equipo de una manera exagerada. Raphinha es un buen ejemplo. Esta temporada, se desmarca hasta de s¨ª mismo para reclamar el bal¨®n y corre como un pobre cuando se pierde, provocando un efecto virtuoso no solo por lo que hace, sino por lo que contagia.
Raphinha no es el mismo de la temporada pasada porque cambi¨® su mentalidad, no su condici¨®n f¨ªsica. Vinicius no tiene menos calidad muscular ni resistencia a los largos esfuerzos que hace Raphinha. Lo que tiene es una mayor concentraci¨®n de la energ¨ªa para las acciones de ataque y un menor compromiso defensivo. En un buen d¨ªa te gana el partido solo porque le sobra talento; en un mal d¨ªa te deja con diez y eso, este f¨²tbol, ya no lo permite. No hablemos si adem¨¢s de Vinicius deserta alguno m¨¢s, como fue el caso.
Este mismo Madrid ya demostr¨® muchas veces que, cuando entra en trance porque el partido pide remontada, tiene un fuego sagrado que desaf¨ªa toda l¨®gica. Es un tigre al que no conviene tocarle el bigote porque activa la m¨¢quina de producir gloria. Pero para ser un equipo fiable tiene que evitar los incendios y no acudir una y otra vez al bot¨®n de emergencia cuando saltan las alarmas. En ocasiones, el bot¨®n del p¨¢nico no funciona.
La final de la Supercopa fue una lecci¨®n que toma al Madrid bien parado en la tabla de clasificaci¨®n de la Liga y, a pesar de los apuros, con un pron¨®stico favorable en Champions. Tambi¨¦n progresa en Copa, aunque con susto mediante. Ancelotti habr¨¢ aprendido que, para partidos de gran nivel, tres delanteros no dan el tan pregonado equilibrio. Tambi¨¦n que la presi¨®n alta no es lo que aconseja su plantilla. Carlo, que es inteligente, aprende y corrige r¨¢pidamente lo que es posible corregir. La falta de un estratega es un problema de club que solo puede resolver el mercado y dif¨ªcilmente a mitad de temporada. Sin esa referencia, ordenarse es mucho m¨¢s dif¨ªcil.
La siguiente reflexi¨®n la tiene que hacer cada jugador que, al modo de Raphinha, tiene que comprender que el que no da todo, no da nada. Los entrenadores han aumentado claramente su protagonismo al precio de hacerse responsables de todas las frustraciones. Pero los partidos ni los ganan ellos solos ni los pierden ellos solos. Cada jugador tiene una cuota de responsabilidad. Es el momento de asumirla porque la lecci¨®n llega cuando a¨²n hay tiempo para todo.
Si al Madrid le falta un estratega al Bar?a le sobran. Tanto Pedri como Casad¨® tienen criterio para orientar el juego, para bajar y subir el ritmo, para asociarse con todos, para filtrar balones¡ Tambi¨¦n para defender, porque cuando hay criterio hasta parece que te piden permiso para quitarte el bal¨®n colectivamente. Cuando la m¨¢quina funciona, todos ¡°volen la pilota¡± (quieren la pelota) y, como saben qu¨¦ hacer con ella, te fulminan. Todo esto sin hablar de Lamine.
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