Por encima de la barrera racial
El predicamento del candidato dem¨®crata entre millones de blancos es hist¨®rico en Estados Unidos y revela que el prejuicio pierde terreno
Obama presidente? "?Uf, no!". El motorista de la Harley Davidson aparcada junto a un 7-Eleven del condado de Macomb, pr¨®ximo a la ciudad de Detroit, cabalga sobre el racismo. No le gustan los negros, el 12,1% de la poblaci¨®n de Estados Unidos, ni alberga dudas sobre el destinatario de su voto, el patriota blanco John McCain. El piloto de la emblem¨¢tica moto made in USA no pertenece al segmento de indecisos que el pr¨®ximo 4 de noviembre, en la intimidad de la cabina de votaciones, puede rendirse a los prejuicios raciales. Paul lo tiene claro: un negro, nunca. El racismo emparentado con las piras del Ku Klux Klan y la horca fue erradicado en este pa¨ªs hace cuatro decenios y la igualdad ante la ley obliga. Pero el racismo cultural e inconsciente a¨²n cuenta. Y si aparece, el candidato dem¨®crata, Barack Obama, perder¨¢ un buen n¨²mero de sufragios.
Un sondeo indica que el 17% de los blancos simpatizantes del Partido Dem¨®crata apoyar¨¢ a McCain
Muchos indecisos todav¨ªa no han asociado a Obama con sus negativos prejuicios raciales
Los republicanos, m¨¢s militaristas y favorables a limitar los programas sociales, conectan peor con la poblaci¨®n negra
La gran mayor¨ªa de los negros y m¨¢s de la mitad de los hispanos se disponen a votar por Obama
Mar¨ªa puso la pegatina "Obama 2008" en su jard¨ªn con cierto temor, pero otros vecinos hicieron lo mismo
El arquero George aborrece el color de la piel de Obama. Y pregunta: "?En Espa?a hay muchos negros?"
El motorista de la Harley, que iza en la grupa de la m¨¢quina la bandera de las barras y las estrellas, viaja por el Estado de Michigan acompa?ado de su mujer y de otros cuatro amigos, tambi¨¦n emparejados y menos radicales en sus planteamientos. Todos frisan los cincuenta. Mientras toman caf¨¦, miran y remiran sus cabalgaduras, comentan las ¨²ltimas novedades del equipamiento y magnifican las prestaciones de sus motores, que adquieren la categor¨ªa de superlativos ante el mir¨®n extranjero. ?Y las elecciones? ?Ganar¨¢ Obama? "Yo creo que no, pero le voy a votar", dice Lina, embutida en una cazadora de cuero con una calavera estampada en la espalda. "No le ser¨¢ f¨¢cil ganar por el sur. Yo nac¨ª en un pueblo de Tejas y all¨ª no es f¨¢cil para un blanco apoyar abiertamente a un negro. La gente dice que tienen su lugar aparte. Las cosas son as¨ª".
Las cosas son as¨ª en la Am¨¦rica profunda y en una encuesta de la Universidad de Stanford: un tercio de los electores del Partido Dem¨®crata confiesa negativas percepciones sobre la poblaci¨®n negra por considerarla proclive a la pereza, la violencia y la irresponsabilidad. Ese grupo vot¨® por Hillary Clinton en las primarias del Partido Dem¨®crata de mayo y hay dudas sobre c¨®mo vaya a hacerlo el mes pr¨®ximo. Un sondeo de AP-Yahoo News ha cuantificado el porcentaje de las presumibles deserciones: el 17% de los blancos dem¨®cratas apoyar¨¢ a McCain. La encuesta sugiere que, en conjunto, el ¨ªndice de votos favorables a Obama subir¨ªa siete puntos si el candidato fuera blanco. Poco importan la competencia del senador Barack Obama, licenciado en Harvard, ni las razones objetivas de la poblaci¨®n negra para su mayor pobreza, porque la aversi¨®n a la pigmentaci¨®n oscura responde a causas complejas. Numerosos automovilistas criminalizan a este sector de la sociedad con gestos como bajar los seguros del coche cuando se acercan chavales negros, seg¨²n constatan estudios de comportamiento.
"Pero ocurre algo asombroso: muchos indecisos todav¨ªa no han asociado a Obama con sus negativos prejuicios raciales", explica el analista Dick Meyer, autor del libro Por qu¨¦ nos odiamos. Apenas medio siglo atr¨¢s, los negros eran ciudadanos de segunda en buena parte de Estados Unidos: deb¨ªan ceder su asiento en los autobuses p¨²blicos, les estaba prohibida la entrada en restaurantes, no pod¨ªan sentarse en los grader¨ªos de los Tigres de Detroit, y el gui?o a una mujer blanca en los Estados sure?os pod¨ªa costarles una paliza. "Only Whites" ("s¨®lo blancos"), advert¨ªan los r¨®tulos. El Centro Nacional de Encuestas pregunt¨®, en el a?o 1944, si los negros deb¨ªan tener las mismas oportunidades que los blancos a la hora de encontrar trabajo: el 55% de los entrevistados respondi¨® que los blancos primero, y despu¨¦s, si no les interesaba el trabajo, los negros. Transcurridos m¨¢s de 50 a?os desde aquellas mediciones, numerosos blancos acusan a los negros del injusto usufructo de sus impuestos cuando desaprovechan los cuantiosos recursos federales puestos a su disposici¨®n, a trav¨¦s de programas sociales y empleo p¨²blico, destinados a mejorar la calidad de vida de esa minor¨ªa.
La esclavitud fue abolida hace 143 a?os, y la segregaci¨®n en las escuelas p¨²blicas, en 1954. Pero no desapareci¨® de los patrones culturales de muchos. Los contempor¨¢neos del capirote del Klan cuentan con entre 60 y 85 a?os, el 36% del censo electoral, y debaten sobre pol¨ªtica y raza con los hijos y nietos seducidos por el senador de Illinois, cuya emergencia y encumbramiento pol¨ªtico acota el alcance del racismo en Estados Unidos.
El recorrido profesional del periodista de la cadena televisiva CBS Bob Schieffer, de 71 a?os, y dos de sus coberturas informativas, la primera el 1 de octubre de 1962, y la segunda el 26 de septiembre de 2008, resumen el progresivo arrinconamiento de esa lacra racial. Schieffer acudi¨® a la Universidad de Misisipi hace 46 a?os para su bautismo de fuego como joven reportero: la matriculaci¨®n de James Meredith, el primer estudiante negro. "De todos los conflictos que he cubierto, incluida la guerra de Vietnam, el m¨¢s aterrador fue el vivido en aquel campus al desencadenarse los violentos disturbios". Cientos de personas sufrieron heridas y dos murieron cuando los alborotadores blancos, muchos de ellos universitarios, impidieron el ingreso de Meredith en el recinto universitario, protegido por guardias armados hasta la formalizaci¨®n de la matr¨ªcula.
Cuando el conductor de la CBS regres¨® al mismo campus el pasado viernes para informar sobre el primer debate de los candidatos presidenciales, todo le pareci¨® tremendamente lejano. Contrariamente a la criminal conducta del gobernador de entonces, que permiti¨® a francotiradores disparar contra los periodistas, "me encontr¨¦ a estudiantes blancos y negros dando la bienvenida a los reporteros e invitados, y a una universidad que celebraba la presencia del primer candidato presidencial afroamericano. Falta mucho para la igualdad, pero el trecho recorrido es muy importante".
Estados Unidos combina el Estado de derecho con un racismo, subliminal a veces, que perjudica a Obama. Pero tambi¨¦n le beneficia al estimular la masiva inscripci¨®n electoral de los j¨®venes blancos enamorados del cambio y contribuye a atrapar m¨¢s del 90% del voto negro, "el de los suyos", tradicionalmente dem¨®crata. Probablemente tambi¨¦n se llevar¨¢ el apoyo de la mayor¨ªa de los hispanos y de otras minor¨ªas ¨¦tnicas: el 25,3% de la poblaci¨®n de la torre de Babel estadounidense, habitada por poco m¨¢s de 300 millones de personas. "Estados Unidos tiene lo mejor y lo peor de todo el mundo", seg¨²n el resumen del conductor de un transporte p¨²blico en Washington, DC, habitada por cerca de 600.000 personas, el 55,4%, negro, y el 31,6%, blanco.
Los viejos abogados de la cruz ardiente y la supremac¨ªa blanca tragan quina. "Mi padre votar¨¢ por McCain (descendiente de escoceses) porque dice que es de los suyos, que tiene la sangre cien por cien americana. Yo votar¨¦ a Obama, y eso le cabrea mucho", confiesa Jim, de 20 a?os, estudiante de Comercio, que vaguea en uno de los centros comerciales del condado de Macomb.
Y a menos de una hora se alza la ciudad de Detroit, que fue escenario en 1967 de unos choques raciales saldados con 44 muertos. Ten¨ªa dos millones de habitantes en 1950, pero apenas empadrona hoy a 900.000, negros el 80% de ellos. Ninguna ciudad de Estados Unidos perdi¨® poblaci¨®n de manera tan r¨¢pida como Detroit, blancos de la clase trabajadora que se fueron a Macomb, seg¨²n alert¨® Coleman A. Young, su primer alcalde de color. "?Y por qu¨¦ se fueron? Por problemas econ¨®micos y raciales. O, mejor dicho, por problemas raciales y econ¨®micos".
Para el racismo ultramontano, el americano de verdad procede de Gran Breta?a o del norte de Europa, es blanco y protestante. El extremismo pide la pureza de sangre, y las hornadas del siglo XXI, una segregaci¨®n ad hoc. Algunos padres parecen promoverla. La escuela p¨²blica de los hijos de Timothy Brock, de 50 a?os, es racialmente mixta e imparte clases a un kil¨®metro de distancia de la vivienda de los Brock, en Macomb. ?l quiere matricularlos en una escuela 10 kil¨®metros m¨¢s lejos, porque en la primera reciben "mala educaci¨®n". Otros 200 padres, todos blancos, piensan lo mismo. "Eso es puro racismo", afirma Mildred Mason, al cargo de la inspecci¨®n escolar en el condado. Los padres lo niegan, y surgen el encono y la animosidad subterr¨¢nea.
Pero el mulato Obama, de madre blanca y padre africano, compite en las elecciones del 4 de noviembre con una visi¨®n pol¨ªtica que trasciende lo racial. Durante el arranque de su campa?a por la nominaci¨®n dem¨®crata, representantes de la comunidad afroamericana proclamaron que no era lo "suficientemente negro", que no era uno de los suyos, seg¨²n recuerda Ram¨®n Peralta, analista de la publicaci¨®n de Michigan El Vocero Hispano. Algo hab¨ªa de cierto en las formas. Adem¨¢s de encarnar las ansias de cambio, el ¨¦xito del senador de Illinois reside en el abandono de la vieja t¨¢ctica de los pol¨ªticos afroamericanos del pasado: presentarse primero como negros y luego como pol¨ªticos. Eso contribu¨ªa al alejamiento de amplios sectores de la poblaci¨®n, seg¨²n Peralta, que si bien concordaban con la visi¨®n pol¨ªtica de esos candidatos, rechazaban la connotaci¨®n racial que acompa?aba su mensaje.
La raza como factor electoral es el elefante en la habitaci¨®n de una de las elecciones presidenciales m¨¢s inciertas y apasionantes de la historia. La campa?a en curso incluye elementos antes ausentes, porque los 43 presidentes de Estados Unidos han sido blancos. Una viuda, votante tradicional del Partido Dem¨®crata, confes¨® su alejamiento de Obama porque hab¨ªa escuchado que repartir¨¢ los fondos federales entre la poblaci¨®n negra para compensar los sufrimientos de sus ancestros esclavos. La mujer no sabe de d¨®nde hab¨ªa salido la especie, pero la cree. "Ser¨¢ el presidente de ellos (los negros)", anticip¨® otra vecina. Confusi¨®n y dudas en los estratos menos escolarizados. "Estudios recientes estiman que hay un racismo complejo que todav¨ªa no se ha manifestado, pero que puede ser activado por los republicanos o simplemente aparecer al final", agrega Meyer, director editorial de la Radio P¨²blica Nacional (NPR). ?Significa que John McCain va a capturar esos votos indecisos? Eso es dif¨ªcil de decir. En el ¨²ltimo minuto, el voto racista, negando que lo sea, puede importar; aunque puede imponerse a la actual crisis econ¨®mica norteamericana como la espoleta fundamental de la motivaci¨®n del elector.
El equipo de Barack Obama no desde?a el efecto Bradley, asociado al nombre de Tom Bradley, alcalde negro de Los ?ngeles en el a?o 1982, que perdi¨® el cargo despu¨¦s de haber liderado todas las encuestas previas a la emisi¨®n del voto. ?Qu¨¦ ocurri¨®? Pues que muchos mintieron a los encuestadores para no admitir ante ellos sus prejuicios raciales, manifestados, en cambio, en el mano a mano con la urna. La conducta apenas sorprende, pues informes psicol¨®gicos calculan que el 90% de los blancos norteamericanos registra m¨¢s asociaciones mentales positivas con los blancos, m¨¢s americanos, que con los negros. La igualdad racial se antoja una quimera, pese al optimista juicio del maletero negro de Detroit, Tom Rhodes, de 30 a?os, que observa "bastantes avances". Y lo explica: "Por eso Obama le gan¨® a Hillary Clinton. Mi padre me dice que las humillaciones eran antes dur¨ªsimas".
Estados Unidos ha cambiado. Y los blancos emparentados con la intolerancia pierden terreno, porque la inmigraci¨®n ha alterado la demograf¨ªa y la pol¨ªtica. S¨®lo el 4,7% de la poblaci¨®n total de Estados Unidos (9 millones de personas) hab¨ªa nacido fuera del pa¨ªs en el a?o 1970, mientras que el porcentaje ha trepado hasta el 11,1% (31 millones) tres decenios despu¨¦s. La composici¨®n racial, incluido el sufragio latino, influir¨¢ en el escrutinio. Presumiblemente, entre el 92% y el 94% de los negros votar¨¢ por Obama, un porcentaje superior al de los anteriores candidatos dem¨®cratas a la Casa Blanca; y tambi¨¦n cerca del 57% de los hispanos y otras minor¨ªas. El tope de los blancos pro McCain alcanza el 56%, seg¨²n el promedio de las encuestas disponibles.
Los nuevos norteamericanos y las minor¨ªas ¨¦tnicas son presa apetecida. Pero los republicanos no dependen tanto de ellos como los dem¨®cratas: s¨®lo 36 delegados de los 2.380 que acudieron a la convenci¨®n que proclam¨® a John McCain como candidato presidencial por los republicanos eran negros. La Convenci¨®n Dem¨®crata inscribi¨® a 1.079 delegados negros de un total de 4.418. Ese desequilibrio no parece preocupante. La victoria del republicano Richard Nixon, en 1968, descans¨® sobre el voto de los blancos escamados por el movimiento de derechos civiles de aquella d¨¦cada, secundado por el asesinado presidente dem¨®crata John F. Kennedy (1961-1963) y por su sucesor, Lyndon Johnson (1963-1969). A partir de entonces, y durante cuatro decenios, el granero blanco aup¨® a cuatro republicanos -Richard Nixon, Gerald Ford, George Bush y George W. Bush-. La plataforma program¨¢tica republicana, m¨¢s militarista y favorable a la reducci¨®n del papel del Estado en la econom¨ªa y a la limitaci¨®n de los programas sociales, conecta menos con los intereses de la poblaci¨®n negra. "Existe la impresi¨®n de que los miles de millones de d¨®lares que se gastan en Irak podr¨ªan invertirse en programas sociales de este pa¨ªs, que tendr¨ªan un gran impacto en la vida de los afroestadounidenses", seg¨²n el analista Earl Ofari Hutchinson, autor del libro La presidencia ¨¦tnica.
"?Y por qu¨¦ los negros votar¨¢n con tanto entusiasmo por Obama?", se pregunta Cinque Henderson, un negro reacio a hacerlo. "En buena medida, por su mujer, Michelle. Las mujeres negras est¨¢n como locas con Michelle. Si se hubiera casado con una mujer blanca, la candidatura no hubiera despegado tanto". El empleado de banca George Lawrence cas¨® con Kathy en Pontiac (Michigan), tuvieron dos hijos, y juntos viajaron a Dearborn para hacer de turistas en la ciudad de Henry Ford, el fundador de la gigantesca marca automovil¨ªstica. El visitante puede conocer una parte de la historia norteamericana, a 20 d¨®lares la entrada, a trav¨¦s de la peripecia del pionero Ford y de la cadena de montaje de una de las f¨¢bricas de su imperio. Mientras mec¨¢nicos y electricistas atornillan y cablean los esqueletos de camionetas servidas en bandeja por plataformas m¨®viles, George comenta, desde una barandilla elevada, sobre el racismo: "Los negros suelen ser los responsables de sus propios fracasos. Reciben mucho dinero. Una madre soltera con problemas puede recibir de los fondos federales 2.500 d¨®lares al mes".
La reciente y escandalosa destituci¨®n del alcalde negro de Detroit, Kwame Kilpatrick, reforz¨® el imaginario de los blancos convencidos de que los compatriotas llegados de ?frica en barcos negreros son m¨¢s irresponsables o menos de fiar. Los negros, menos del 13% de la poblaci¨®n, constitu¨ªan en el a?o 2006 el 37,5% de la poblaci¨®n carcelaria. Uno de cada 33 varones negros cumpl¨ªa prisi¨®n, por uno de cada 205 blancos. Cerca del 40% de los j¨®venes afroestadounidenses en edad de trabajar est¨¢ en paro, seg¨²n el Censo de Estad¨ªsticas Laborales. Algunos analistas subrayan que las estructuras econ¨®micas no benefician el progreso de esa minor¨ªa. Cierto o no, el ex alcalde en desgracia, de 38 a?os, fue un dem¨®crata emergente hasta su procesamiento por corrupci¨®n, perjurio, obstrucci¨®n a la justicia y mala conducta. Minti¨® bajo juramento sobre sus relaciones sexuales con la jefa de gabinete de la administraci¨®n municipal, tambi¨¦n casada y con dos hijos. Activistas de McCain recorrieron el cintur¨®n industrial blanco de Detroit, habitado por empleados de las cadenas de montaje de Ford, General Motors y Chrysler, fontaneros, mec¨¢nicos, conductores o estibadores, para tratar de alejarles de la candidatura de Obama con el envenenado argumento de que, "a fin y de cuentas, es igual que Kilpatrick".
Todo vale en campa?a. Con el mismo prop¨®sito, el Fondo de Defensa de la Democracia financi¨® la emisi¨®n de cientos de cu?as televisivas para uncir al candidato dem¨®crata con el alcalde perdulario, con quien aparece antes de la destituci¨®n, y con el reverendo Jeremiah A. Wright jr., supuesto gu¨ªa espiritual de Obama durante dos decenios, que grit¨® en un serm¨®n: "?Maldita Am¨¦rica!". Los prejuicios, las hojas volanderas, complican la vida a los jefes de los poderosos sindicatos norteamericanos adscritos al Partido Dem¨®crata. Todos quieren el cambio, pero algunos no lo quieren de la mano de un afroamericano. Gerald McEntee, l¨ªder de la Federaci¨®n Americana de Empleados Estatales, compareci¨® en un mitin para sacudir a sus compa?eros: "Ya est¨¢ bien de tanta tonter¨ªa racista. Tenemos que fijarnos en las credenciales del candidato por los derechos de los trabajadores, no en otra cosa". McEntee reconoci¨® que activistas de la central le hab¨ªan comunicado su negativa a votar al candidato dem¨®crata y menos a hacer campa?a en su favor. "Tienen miedo a repartir propaganda de Obama. Miedo: ¨¦sa es la palabra. ?O sea que no vot¨¢is por Barack Obama porque es negro? Eso es una aut¨¦ntica mierda", areng¨® en el mitin, entre los aplausos de la mayor¨ªa.
El predicamento del senador de Illinois entre decenas de millones de blancos es hist¨®rica y reveladora de que el racismo pierde terreno aunque la prensa norteamericana recoja todav¨ªa comentarios como ¨¦ste: "Mis hijos eran llamados nigger babies [negritos en despectivo] por una familia blanca de Detroit. Y tiraban heces sobre el cristal de mi coche. Un d¨ªa mordieron a mi hijo, y el profesor, blanco, ni caso". Cherlonda Hampton, de 37 a?os, madre de nueve hijos, vive ahora en una barriada con gente de su raza y condici¨®n. La historiadora Elizabeth Durhman cree que, subjetivamente, importa menos el pensamiento de la gente sobre el racismo como preguntarse "por qu¨¦ no estamos listos para poner fin a la elecci¨®n de pol¨ªticos millonarios, blancos y due?os de petroleras, y por qu¨¦ no estamos listos para elegir a pol¨ªticos que nos hagan reflexionar acerca de qui¨¦nes somos como pa¨ªs".
No es previsible esa realidad a corto plazo, porque, entre otras razones, si Dios fuera negro y Satan¨¢s blanco, habr¨ªa norteamericanos dispuestos a perder el cielo y arder en el infierno de la mano del demonio. ?se parece ser el caso del treinta?ero que observa cuidadosamente el mecanismo de una ballesta impresionante en una tienda de armas de la ciudad de Moorefield, en el Estado de Virginia Occidental, el 95% blanco. Un pasqu¨ªn con la fotograf¨ªa de Barack Husein Obama y sus "intenciones" recibe a los clientes: "Decretar¨¢ una total prohibici¨®n de la venta de armas, y de la munici¨®n, y no podremos defender nuestros hogares. Eso se propone Obama, y mucho m¨¢s. ?Defiende tus derechos! ?Reg¨ªstrate para votar!". George, el arquero, lo hizo como quien se alista contra la invasi¨®n de los v¨¢ndalos. "La precisi¨®n de estas ballestas es tremenda y la flecha atraviesa superficies muy duras", explica admirado, mientras este enviado compra un cortaplumas chino como para demostrar que tambi¨¦n le gustan las armas. George conduce una camioneta de reparto y dice que los negros pertenecen a una raza inferior, sin voluntad para aprender ni para prosperar. "Mira c¨®mo est¨¢ ?frica. Aqu¨ª los negros han aprendido un poco porque est¨¢n cerca de los blancos, pero all¨ª se mueren de hambre. No est¨¢n preparados para dirigir nada".
El candidato dem¨®crata lo tiene dif¨ªcil en el empobrecido Estado cruzado por la cordillera de los Apalaches. La victoria de Hillary Clinton sobre Obama en las primarias fue sospechosamente contundente: 67% contra 26%. Constituido por los antiguos condados no esclavistas de Virginia, Virginia Occidental es el ¨²nico Estado resultante de la secesi¨®n de otro durante la guerra civil. Para muchas de sus gentes, Obama es algo as¨ª como el anticristo. "Tengo una amiga negra que se asust¨® tanto al no ver a ning¨²n negro en la Universidad de West Viriginia, que se march¨® a Indiana", recuerda Nancy, secretaria en la capital federal.
Susan, de unos cuarenta a?os, enemiga de las dietas y de la moderaci¨®n gastron¨®mica, vende la ropa y los electrodom¨¦sticos que le sobran en el porche de su casa, a un costado de la carretera hacia Winchester. Votar¨¢ por Obama, porque "si es elegido, dejaremos atr¨¢s el tema de la raza. La gente ver¨¢ que cualquiera puede ser presidente si se esfuerza y tiene m¨¦ritos. Eso s¨ª, tengo muchos amigos que dicen: '?No se te ocurrir¨¢ votar a un negro para la Casa Blanca, eh?". Muy cerca de una tienda de productos t¨ªpicos, en Wandervilkle, Mar¨ªa pasea a su perro y cuenta su historia, m¨¢s esperanzadora. Sus padres son salvadore?os y ella naci¨® en Estados Unidos. Al principio, le daba reparo poner la pegatina "Obama 2008" en el cortac¨¦sped porque tem¨ªa la reacci¨®n de alg¨²n energ¨²meno; al final, la puso y, para su sorpresa, otros vecinos hicieron lo mismo. "Y eso que algunos tienen prejuicios raciales. Uno me dijo que no le gustaba que Obama fuera negro, pero mucho menos el gatillo ligero de McCain". El arquero George, que peina una coleta rubio pajizo y al final no compr¨® la ballesta, no tiene ese problema: aborrece el color de la piel del senador de Illinois y adora la proclividad del republicano a los arsenales como herramienta de la diplomacia. "?Y en Espa?a hay muchos negros?".
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