"Quise vomitar cuando los Beatles pisaron EE UU"
Detr¨¢s de un coraz¨®n envuelto en una armadura, un rostro esquivo, una larga melena azabache, un estricto vestuario negro y cierta adicci¨®n a escupir insultos, se esconde una dama hipersensible que lleva tres d¨¦cadas creando sonidos realmente dif¨ªciles de encasillar. Por eso la definici¨®n de punk le suena ofensiva. "?Me est¨¢s jodiendo? ?De verdad que le han vuelto a poner a un disco m¨ªo la etiqueta de alternativo-punk? ?No se enteran de nada! ?El punk pertenece a una generaci¨®n anterior a la m¨ªa! Yo crec¨ª encerrada en casa leyendo libros de simbolistas franceses con mi hermano y escuchando m¨²sica cl¨¢sica!". Ante ustedes, Diamanda Gal¨¢s, cantante, pianista y compositora de origen armenio-turco-griego criada en San Diego y, definitivamente, inclasificable.
"Bernard Herrmann s¨ª que era radical, olv¨ªdate de Madonna y chorradas as¨ª", dice
Ese disco, donde no hay ni rastro de los tres acordes repetitivos con los que The Ramones marcaron los primeros pasos del punk, se titula Guilty, Guilty, Guilty y contiene algunos de los temas -centrados en amores obsesivos y desgarradores- que se escuchar¨¢n hoy en el espect¨¢culo La Serpenta Canta, el primero de los dos que presenta en el Festival de Oto?o (el siguiente ser¨¢ el mi¨¦rcoles, Canciones del exilio, con poes¨ªas de C¨¦sar Vallejo y Pasolini, entre otros) esta artista de 53 a?os y voz insuperable, cuya m¨²sica estremece y que gusta de abofetear al establishment musical estadounidense. Literalmente.
"Una vez pegu¨¦ al cr¨ªtico de jazz Steve Crouch, toda una instituci¨®n del g¨¦nero. El cabr¨®n me dijo: 'Para ser mujer y tocar el piano no lo haces mal'. Le part¨ª la boca y le dej¨¦ sangrando. '?C¨®mo te atreves a hablarme as¨ª? Llevo toda la vida estudiando', le dije". Aquello ocurri¨® cuando Diamanda ya llevaba a?os colaborando con artistas como Butch Morris o Mark Dresser, del universo del free-jazz, "que acab¨® asque¨¢ndome porque todos creen que s¨®lo lo suyo es interesante. A la mierda. Ni el blues viene de ?frica Occidental ni la m¨²sica anglosajona es el centro del universo. John Cage es banal. ?Los Beatles? ?Puaj! Cuando pisaron EE UU quise vomitar. M¨²sica simplona. Imposible identificarme con ellos". Bufido seguido de insultos en griego.
Su conversaci¨®n navega entre temas e idiomas diferentes -habla cinco- y as¨ª tambi¨¦n es su m¨²sica, impredecible, como una caja de Pandora en la que se entrelazan las estructuras cl¨¢sicas de Chopin -que estudi¨® de ni?a-, la m¨²sica tradicional griega -con la que creci¨® en casa-, el blues estadounidense "y el de Etiop¨ªa", el jazz de Ornette Coleman, la ¨®pera y hasta Camar¨®n, "un hermano de sangre".
Lleva tatuados sobre sus nudillos la frase Todos somos VIH. "Siempre me preguntan por qu¨¦ con muy mala leche, pero yo soy peor y les contesto: 'mi hermano muri¨® de sida, pero hoy me ha llamado desde el infierno y me ha dicho que all¨ª se folla mejor que en ning¨²n sitio. Qu¨¦ pase usted un buen d¨ªa". Cierra la frase con una carcajada de pel¨ªcula de terror a la que s¨®lo faltar¨ªa ponerle banda sonora de Bernard Herrmann, el compositor que llena su vida ¨²ltimamente. "?l s¨ª que era radical, olv¨ªdate de Madonna y chorradas similares".
En 1990, Diamanda apareci¨® desnuda y cubierta de sangre en una iglesia neoyorquina donde interpret¨® Plague Mass, su cr¨ªtica y desgarradora visi¨®n del sida y de c¨®mo la sociedad trataba a enfermos como su hermano, que acababa de fallecer. Y es que en sus casi 20 discos Diamanda ha utilizado la m¨²sica para expresar todo el c¨²mulo de emociones de una vida compleja y en la que la preocupaci¨®n social y pol¨ªtica es constante. "Mi padre me oblig¨® a estudiar neurobiolog¨ªa y yo me somet¨ª a experimentos de la CIA, como conejo de Indias, en laboratorios donde nos inyect¨¢bamos mierdas horribles. Eso deja efectos secundarios. As¨ª que tienes que asumir que alguien como yo, que adem¨¢s me chut¨¦ hero¨ªna y tuve hepatitis C, tiene unos cuantos problemas mentales. Por eso simpatizo con la gente con problemas. Y eso no me impide hacer buena m¨²sica. Nadie innova de forma voluntaria. En mi caso es el producto de venir de otras disciplinas y de la evoluci¨®n de tradiciones diferentes. Y a todos los que no creyeron en m¨ª, hoy puedo darme el gusto de meterles un pu?o por el culo".
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