Solera 'indie'
El sello madrile?o Munster cumple 25 a?os de coherencia rockera
Cinco lustros en la trinchera de la independencia musical. Suficientes para una certeza: "Munster nunca habr¨ªa sido posible sin la vitalidad de Madrid y su escena. Y no me refiero s¨®lo a los m¨²sicos, tambi¨¦n a los due?os de los clubes, a los pinchas o al t¨ªo que llena las cajas de botellas en los bares".
El autor de esas palabras, ??igo Pastor (San Sebasti¨¢n, 1968), celebra las bodas de plata de su sello, veterano del paisaje indie. Tambi¨¦n una trayectoria pertinaz, con arranque en forma de fanzine: "La Herencia de los Munster, por el t¨ªtulo de una peli vinculada a la serie de televisi¨®n. A mi hermano Gorka y a m¨ª nos gustaban el terror y la serie B. Pagamos la imprenta del primer n¨²mero con el dinero de mi cumplea?os. Y luego empezamos a incluir flexidiscos". Santurce, 1983: la semilla.
Con Vampisoul rescata ahora tesoros ocultos de m¨²sica negra y latina
?El cap¨ªtulo decisivo? En Madrid, tres o cuatro a?os despu¨¦s: "Me hab¨ªa instalado con la excusa de estudiar, pero s¨®lo quer¨ªa moverme en la m¨²sica. Al garito donde pinchaba, el Rock Club, ven¨ªa un tipo solitario con el que sol¨ªa charlar. Le hab¨ªa hablado de mi fanzine. Una noche sac¨® 40.000 pesetas de un cajero y me dijo: 'Ya me las devolver¨¢s'. Nunca m¨¢s apareci¨®. Y con ellas lleg¨® el color a la revista y la decisi¨®n de dedicarme a esto".
??igo rememora: "Por entonces, los grupos consolidados de la movida estaban en la estratosfera respecto a mi mundo, que era el de bares de rock como el Agapo. Y las compa?¨ªas independientes, Dro, Gasa o Victoria en Barcelona, pertenec¨ªan a otra liga. Sus integrantes ya hab¨ªan trabajado en sellos. Nada que ver con Munster, que naci¨® como una experiencia de negocio desastrosa, sin previsi¨®n alguna. En realidad siempre nos hemos currado s¨®lo el aspecto art¨ªstico, intentar hacer los discos que nos apetec¨ªan".
Primero, el vinilo, soporte de plena vigencia en Munster. Luego, el advenimiento del CD: "Nuestra referencia inicial fue un tributo a Alex Chilton. Fabricarlos costaba casi como un piso", bromea ??igo. Prest¨® su experiencia en ese sentido a sellos posteriores como Subterfuge, Siesta o Elefant. Y puede presumir de pionero en editar recopilatorios de grupos internacionales o establecer un club del Single: "Con una cuota anual, siguiendo el ejemplo de Sub Pop en Estados Unidos".
Tambi¨¦n reconoce el patinazo de su par¨¦ntesis al frente de la desaparecida distribuidora Comforte y el gafe que le llev¨® a ir perdiendo sus bandas nacionales en los noventa. "Penelope Trip, por ejemplo, desconfiaban porque las ventas no se correspond¨ªan con las cr¨ªticas. Acab¨¦ tan harto que les dej¨¦ marchar sin pedir un duro. Otros como Pribata Idaho se fueron como llegaron: sin contrato firmado. El apret¨®n de manos a¨²n se lleva aqu¨ª, salvo para las licencias".
El perfil rock de Munster se ha volcado ¨²ltimamente en las reediciones ("aunque tenemos esperanzas en un nuevo grupo, Wau y los Arrrghs!!!") y, en esa l¨ªnea, se compagina con el subsello Vampisoul, experto en rescatar con ¨¦xito tesoros ocultos u olvidados de las m¨²sicas negra y latina. "De Sly Stone, Betty Davis o Erma Franklin a grupos uruguayos, de afrobeat o del jazz checoslovaco".
Su creciente imagen de gourmet retro permite a ??igo ejercer de dj por el mundo. "Ahora me voy a ?msterdam. Son las ventajas del estatus actual de los pinchadiscos. En mis tiempos del Rock Club esto no era as¨ª de glamuroso", ironiza antes de despedirse con dos sentencias: "Molan los artistas, no los que van de artista. Y la gente que trabaja en la industria no tiene ni idea de m¨²sica. Ni le gusta".
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